martes, 13 de abril de 2010

Comentario realizado por Graciela Kasanetz en la tertulia sobre Bartleby el escribiente de Herman Melville

Voy a tomar dos perspectivas diferentes. ¿Por qué es tan central este libro para muchos de nosotros. ¿A qué nos convoca? Y pensaba en el autor y en el abogado, que me parece una forma de la posición del autor.

Yo no voy a hablar de Bartleby sino de los otros, que han quedado en la opacidad absoluta. Ginger Nut que es el único que tiene historia en el libro, es el único del que se dice algo biográfico, que su padre, que era un carbonero, quería que su hijo ocupase un lugar más relevante y lo pone como aprendiz, pero dentro de esa oficina, el único nombre que tiene es el de estar identificado al nombre de los pasteles. Los otros dos que nos presenta como presos también de su propia trampa. Uno que por la mañana funcionaba bien, el otro por la tarde. Pero el abogado era el que alojaba a todos estos, encontrando en eso mismo un alojamiento para él.

Lo que hace el personaje de Bartleby es desalojar a todos. Él se instala no reconociendo a nadie. Finalmente el abogado, incluso, se va, se muda a otro sitio en la desesperación de lograr tener algún alojamiento en la subjetividad de Bartleby que lo rechaza permanentemente. En ese punto pensaba como Graciela Amorín, en el deseo como rechazo, ese punto anoréxico de Bartleby donde hay las dos cosas, mientras todavía dice preferiría no... hay un consentimiento y un llamamiento al Otro, pero en la misma posición de rechazo. Es decir, no hay forma de alojarse con este otro que es Bartleby.

Pensaba que él convierte a todos los demás en las cartas muertas, no tienen alojamiento, no llegan al Otro. Porque en determinado punto del libro uno podía pensar que, contagiados de alguna manera al lenguaje de preferiría no..., van diciéndolo sin darse cuenta, pero sin embargo, yo pensaba que a lo mejor se rebelan los otros, y los otros dirían pues yo prefiero no copiar, o no traer los pasteles, etc. Pero no es posible identificarse con Bartleby. Es tal el rechazo, es tal el desalojamiento de los demás, que nos confronta a cada uno de los lectores y a cada uno de los personajes con la nada, nos la pone en frente. Y con algo que nos sonará bastante, y es una posición de absoluta impotencia frente eso. Nos reduce a los demás a la impotencia.

Yo decía que iba a tomar dos perspectivas. Antes de tomar la segunda pensaba en que insiste igual que con Moby Dick, porque en el lugar de la ballena ahora está Bartleby. Precisamente, es la fascinación y el atrapamiento de los demás frente a esta voluntad ciega, rayando con lo inhumano. La humanización que hacía del vínculo el capitán con Moby Dick. Eso por el lado de adónde nos convoca y qué punto de la subjetividad. Porque hay una pregunta con la que nos constituimos y es ¿qué quiere el Otro de mí? Y no es posible ninguna respuesta frente a qué quiere Bartleby. No es que no quiera nada, quiere igual que las anoréxicas, quiere nada. Y frente a eso, o el Otro se trasforma en nada o hay que salir de eso.

Y la otra perspectiva es algo que yo leo ahí, una cierta metáfora social. No lo pone en cualquier sitio, lo sitúa en un edificio con oficinas, y en esa caja donde Bartleby les obliga a todos a mirar que lo que miramos es una pared vacía. Él comienza el libro describiendo la oficina, que es una caja. Yo lo leí varias veces porque creía que no lo había interpretado bien, que las ventanas de un lado daban a algún sito. No. Es una caja donde las ventanas dan a una pared.

El escenario es más cárcel que la cárcel misma. Está el jefe y los asalariados. El abogado, en determinado momento, cuando se da cuenta de que Bartleby vive en la oficina y que lo hace de una manera terrible, dice con todo lo que hay afuera, y menciona el parque, él viene de dar una vuelta, y la gente que vive feliz. Pero estas oficinas y estos horarios con horas extras, también es una cárcel. Y hay una cosa que me parece absolutamente moderna. Supongo que los despedidores de la película Up in the air deben haber aprendido alguna cosa de esto. Porque cuando el abogado cree haber encontrado la fórmula para sacarlo limpiamente de ella a Bartleby, dice:

“Cuando haya sacado las cosas de su oficina usted por supuesto cerrará con llave la puerta, ya que todos se han ido, por favor deje las llaves bajo el felpudo para que yo la encuentre mañana. No nos veremos más, adiós. Si más adelante en su nuevo domicilio puedo serle útil, no deje de escribirme. Adiós Bartleby y que le vaya bien”.

Ahora despiden con un SMS y no dejen nada en la oficina, y si necesitan una recomendación ya se la mandaremos.

Es bien moderno en esto. Aquí porque el abogado está desesperado por no encontrar alojamiento en el Otro. En la actualidad, y estos despidos masivos son el refinamiento y la reducción de los asalariados a puro objeto desecho. Me parece que este texto tiene tantas vertientes, como las que escucho hoy, que me parece absolutamente magistral.


Graciela Kasanetz

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