miércoles, 7 de marzo de 2012

Entre la locura y el exceso; comentario de Beatriz Schlieper sobre el relato de William Faulkner "Una Rosa para Emily"

¿Cómo pensarla locura en este texto? ¿Se trata de la locura en el sentido que le otorgabaErasmo a la dimensión de exceso en la pasión del amor o el odio? o ¿se trata dela locura en el sentido de la enfermedad mental? Ambas respuestas son posibles.Lo que la mirada del autor desnuda es una historia de locura, pasión y muerte, quea pesar de ser narrada de un mododescriptivo, va dejando entrever un interrogante acerca del enigma del ser.

En estepersonaje, ¿el enigma se limita a la singularidad de su goce o está atravesadopor los sentimientos que suscita en sus congéneres? Sentimientos que oscilanentre la idealización y el sometimiento a las decisiones de éste Otro que leimpone su capricho. El autor muestra una complementariedad entre Emilia, últimadescendiente de una estirpe de origen aristocrático, quien representa elresabio de un mundo de privilegios; y otro mundo que curiosamente se sometía yen cierta forma la veneraba. Las prerrogativas surgidas de su alcurnia, fuertementeseñaladas por el autor, le dan consistencia alpersonaje.

En unprincipio el autor comienza describiendo la situación de un modo impersonal, peroen cierto momento se desliza casi imperceptiblemente, posicionándose en unaidentificación con un nosotros, quelo mimetiza con el resto de los habitantes.Faulkner en esta identificación no es ajeno a los vaivenes de los movimientos afectivosque recorren la ciudad. Hayuna tensión general en la que todos parecen estar atravesados por sentimientos complejos desde la curiosidad, la compasión y hasta un sentimientode deber y cuidado, “con esa especie de respetuosa devoción ante un monumentoque desaparece para la ciudad”.

Sin embargo hay un intento vacilante en la ciudad que viene en nombre de la razón, de lasreglas y los impuestos cuyo pago convenientemente debe efectuarse. Este intentofallido del amo, por lograr que las cosas marchen se ve eclipsado frente a la otraposición de los miembros de la ciudad, que en contra de sus mismos interesesclaudica frente al brillo de las figuras cortesanas idealizadas. Faulkner destaca este brillo que hizo que pasara “de una aotra generación, respetada, inasequible, impenetrable, tranquila y perversa”.

Simultáneamente,hay un coro que exclama ¡pobre Emilia! Pero también está el vasallaje de larenuncia del cobro de los impuestos o la aceptación del expendedor del arsénicoque acata la autoritaria demanda de vendérselo sin la respuesta necesaria sobrela utilización del veneno.

¿Qué clase de locura es entonces la de Emilia? Es más bienla locura de la infatuación, de la que, como dice Lacan. “es tan loco el hombreque se cree rey, como el rey que se cree rey”. Se trata de una identificaciónliteral, en la que ella cree ser quienes.
En tanto ocupa el lugar del ideal para los otros, ella se sostiene,pudiéndose inferir que el quiebre se produce cuando, -el cuento lo dejatraslucir-, su amante rechaza su demanda. Probablemente ella lo haenvenenado,- ya que éste decía en el club que, “él noera un hombre de los que se casan. Es este rechazo que inevitablementela desinvestía del semblante al arrancarle las prerrogativas que le daban elser, lo que,- a juzgar por el desenlace-, la llevó al acto criminal. Acto premeditado,que por haber estado sostenido en un fracaso de los ideales sociales en juegosuma a la pulsión homicida inconsciente una justificación conciente que loaprueba. Emilia mientras estuvo sostenida por los ideales sociales que laerigían en un lugar ilustre mantuvo su locura contenida en el encierro de sucasa paterna; pero cuando frente al haber sido abochornado su narcisismo por elrechazo de su amante encontró como única salida, en la lucha de puro prestigio,la eliminación del otro.
En relación a la segunda opción de la locura como enfermedad mental, elpersonaje se aproxima peligrosamente a la dimensión del caso, en cuanto sus manifestaciones van más allá del límiteesperable para solo un proceso de puro prestigio. En el cierre del cuento se veel odioenamoramiento al descubrirse que en realidad ella, si bien lo habíaenvenenado no solo no lo enterró, sino que se acostaba junto al cadáver de suamado. Así como también se negó al entierro de su padre, que hubo queefectuarlo casi por la fuerza. Hechos significativos que dan cuenta de unaperturbación mayor que la infatuación por el abolengo herido.
El personaje del cuento se asemeja al caso de paranoia que desarrollaLacan en su tesis doctoral que también hace un pasaje al acto como resoluciónde la tensión que le imponía su delirio. Aunque acá solo se tiene comoexpresión de un delirio, una creencia compartida con ideales colectivos que notoleran la más mínima fractura.

Beatriz Schlieper
ALGUNOS COMENTARIOS SUGERENTES QUE SE HICIERON EN EL FINAL DE LA TERTULIA SOBRE UNA ROSA PARA EMILY


* Rosa López: El coronel Sartoris, cuando exime a Emily de pagar sus impuestos, hace una ley para que todas las mujeres negras salgan con delantal. O sea, había diferencias, categorías sociales entre las mujeres.

* Intervención: En el relato, no hay madre. Y la figura del cuidado lo ejerce la colectividad. Podemos decir que en Una rosa para Emily, hay una mirada compasiva. Si lo trasladásemos a la época actual, podríamos constatar la ausencia de colectividad que hay ahora. En el mundo actual estamos en una individualidad brutal y en un sálvese quien pueda en.

* Beatriz García: Es complicado saber de qué lado se sitúa Faulkner en relación al pueblo, como si en ello se manifestase algo de su división. Defiende a los vecinos y los muestra en su espanto, en el sostenimiento de una tradición inhumana que, en parte, no permitía la vida. Hay, en ese sentido, cierta ambigüedad, no está muy claro de qué lado se sitúa.

Gustavo Dessal: Es algo muy típico de Faulkner a lo largo de toda su obra. No tengo la menor idea de si Coetzee se ha compenetrado con la obra de Faulkner, pero es muy curioso que, en él, haya una posición muy semejante. Coetzee también es un narrador capaz de contar una historia sin establecer la dualidad entre los blancos malvados y los pobres negros. Va mostrando las facetas, lo polifacético, lo caleidoscópico de los personajes. Los indios de Faulkner son tan desalmados como los blancos, y los negros tampoco son unos santos. Más allá de que, por supuesto, todos sean iguales, Faulkner va mostrando que las cosas no se pueden repartir sencillamente entre buenos y malos.

Graciela Kasanetz: Pero hay una diferencia grande con Coetzee. Éste tiene escritos periodísticos –de hecho, un libro los recoge— donde toma partido absolutamente. Es un luchador contra la segregación.
Liter-a-tulia

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