De ese conjunto
de temas posibles para comentar, yo me quedo con el del arte, en una doble
dimensión, por un lado desde el aspecto global, en cuanto se refiere al arte
como espejo de lo social, y por otro, el arte como emergencia a la inquietud
personal que activa mecanismos de creación.
En la dimensión
de arte como espejo social, Hoeullebecq establece todo un juego de relaciones
“sintomáticas” en el desarrollo artístico de Jed Martin, la fotografía[1] será
su primer acercamiento a la acción creativa, el joven Jed retrata
compulsivamente “piezas de acero” que luego servirán a catálogos de
ferreterías. Pasado un tiempo y llegado al sentimiento de la saciedad de las
imágenes de acero, Jed descubre accidentalmente los mapas Michelin y con ello
un nuevo impulso, el de retratar éstas cartografías desde variados e ingeniosos
ángulos; en ese momento además, se suma el encuentro de Olga, una mujer bella y
con poder que potenciará su primera exposición, respaldándolo con los mejores
recursos de apoyo y difusión. Las imágenes de las carreteras serán todo un
éxito.
Posteriormente,
salta a la pintura con el proyecto de realizar una “genealogía de los oficios”,
en ella se retrata nuestra sociedad desde sus orígenes modernos, es decir,
desde oficios artesanos (como el carnicero) hasta los más técnicos (los de
última generación). Hoeullebecq se interesa por ciertos personajes que han
pasado a representar símbolos de nuestra cultura, por tanto supongo que no fue
nada ingenua la decisión de tomar como modelos a Bill Gates y Steve Jobs (jugando
una partida de ajedrez, la conversación de Palo Alto), así como, Jeff Koons
y Damien Hirst.
Entonces, por un
lado, tenemos la ingeniería informática con sus softwares, el desarrollo de la
inteligencia artificial, la nanotecnología, la robótica, esa que reproduce
semblantes de irrealidad cuando sus efectos se sobreponen a lo humano
(generando des-contacto, aislamiento, adicción, exclusión), por otro lado, dos
artistas plásticos “supuestos sujetos” de ingenio y saber, capaces de traducir
lo humano, y encontramos lo kitsch y la muerte (características ineludibles de
nuestra contemporaneidad); curiosamente además, éstos “artistas” son dignos
ejemplos de lo hiper-liberal, de los más altos valores de mercado (sus obras
gozan de reconocimiento, se venden por precios astronómicos[2].),
con ellos se hacen oír ecos de des-humanización. Poder e imagen
atraviesan a Jed Martin, Jeff Koons y Damien Hirst (sobre esto podríamos seguir
diciendo muchas cosas).
Intentando ser
breve, salto al otro punto que me gustaría referir brevemente, el arte como
emergencia de creación. Hoeullebecq deje entrever en medio de sus mareas
pesimistas como el arte posibilita calma y cuotas/fragmentos de sentido, en el
caso de Jed Martin, un personaje un tanto melancólico y derrotado, se entrega a
su oficio como un esclavo que no puede huir de su destino. Podemos encontrar la
siguiente cita:
“...a Jed le interrogarían en numerosas ocasiones sobre lo que, en su
opinión, significaba ser artista. No habría de encontrar nada
interesante ni muy original que decir, exceptuando una sola cosa que en
consecuencia repetiría casi en cada entrevista: ser artista, en su opinión, era
ante todo ser alguien sometido. Sometido a mensajes misteriosos,
imprevisibles, que ha falta de algo mejor y en ausencia de toda creencia
religiosa había que calificar de intuiciones; mensajes que no por ello
ordenaban de manera menos imperiosa, categórica, sin dejarte la menor
posibilidad de escabullirte, a no ser que perdieras toda noción de integridad y
respeto por ti mismo.” p. 94[3]
Por tanto, estas
palabras me hacen recordar las que ya pronunció hace un tiempo un señor
para referirse a la experiencia de todo sujeto en posición de interrogarse
sobre su identidad en los momentos en los que el sentido se fuga, se requiere
inventar algo, crear algo... y allí, en ese punto ser artista es un esfuerzo
de poesía*
[2] El 30
de agosto de 2007, Hirst vendío su obra trabajo "Por el amor de Dios"
("For the Love of God"), una calavera humana auténtica, toda ella
incrustada de diamantes, 8.601 en total, que alcanzó los 50 millones de £ (74
millones de €).
[3] Otra
referencias de éste punto se haya en la P. 222-23
1 comentario:
Me ha gustado recordar esta definición de artista que cita Héctor, que me había llamado la atención cuando la leí pero luego había olvidado. Gracias por recordármela. Me parece que es una manera bastante clara de decir que no es artista quien quiere -por ejemplo quien tiene una formación o un dominio técnico- sino quien no tiene otro remedio. Yo creo que es así.
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