Quiero comenzar mi comentario del cuento de hoy introduciendo brevemente la figura de su autor, y para ello voy a seguir el excelente guión que me brinda un artículo del catedrático, escritor y periodista Francisco García Pérez publicado hace ya un par de años en “Saberes”, suplemento cultural del diario “La Opinión” de La Coruña, y que lleva por título “La Puerta de entrada al gran Faulkner”. Les recomiendo vivamente su lectura, Internet es maravilloso ofreciendo estos descubrimientos.
¿Por qué Faulkner esconsiderado maestro del Siglo XX junto a Proust, Kafka y Joyce? Francisco García Pérez nos dice que Faulkner evidencia las limitaciones de la vieja forma de contar, que se ha quedado obsoleta por la velocidad del siglo. Se trata de las nuevas técnicas literarias de las que hace uso, y de las que el relato de hoy es un paradigma al menos en la utilización de una de ellas, los saltos temporales atrás y adelante en el tiempo, que incluso ha copiado el cine actual como estilo narrativo, y desde luego la novela.
El artículo recorre una breve biografía del autor, de la que destaca una serie de curiosidades: Faulkner nace en el estado de Misisipi, en una familia tradicional, muy del Sur, argumento recurrente de sus historias. Gustaba presumir de ser piloto de la RAF en la Primera Guerra mundial, “pero parece que su única hazaña consistió en estrellar un avión en un intento de despegue, en medio de una de sus tantas, tan totales y frecuentes borracheras”.
Pintor de brocha gorda, cartero expulsado del cuerpo por leer las cartas, -ya ven ustedes aquí el signo de una curiosidad, un deseo o un amor por la escritura bien potente-, al que finalmente dio cuerpo y lo abandonó todo por la escritura, y seguramente ya saben que en 1949 obtuvo el Nobel de Literatura.
Pero como el autor del artículo lo tituló la puerta de entrada al gran escritor, nos orienta diciéndonos que la mejor manera de introducirnos al universo Faulkner son sus cuentos, mejor vía que sus novelas, y después de aconsejar distintos relatos para comenzar la lectura de sus cuentos completos nos dice lo siguiente, hoy para nosotros es un regalo y una oportunidad, veremos si la aprovechamos; dice así: “Todos ellos son relatos perfectos … empiécese por ellos. Y, luego, una tarde apacible, tranquila, sin ruido, con sosiego y todos los sentidos dispuestos, léase Una Rosa para Emily. No va más”.
Hago mías las palabras de este artículo porque comparto plenamente el “no va más” con el que lo despide su autor. Estamos muy contentos de la acogida que están teniendo los cuentos propuestos este curso, y creo que éste debemos situarlo igualmente en un lugar destacado. Son numerosos los elementos proclives al análisis dentro del relato, yo sólo voy a entrar en algunos, me interesa más que podamos discutir, porque son las aportaciones de ustedes las que finalmente enriquecen el espacio.
En primer lugar, podemos comenzar diciendo que este relato oculta algo. Con los mencionados saltos temporales, técnica literaria que abunda en este cuento, se obtiene un efecto, premeditado por supuesto; conseguir desorientarnos. Es en realidad una técnica ocultativa con la queFaulkner nos esconde el episodio fundamental. Los saltos cronológicos atrás y adelante nos hacen perder las referencias, pero ahora imaginen que antes de leer el final revelador, cansados de vagar perdidos por los párrafos, deciden establecer una cronología de la historia, podría ser algo parecido a esto: 1.Muerte del Padre 2. Relación con Homer Barron 3. Dos años más tarde, desaparición de Homer y aparición del episodio del olor 4.Clases de pintura (han pasado 20 años desde el episodio del olor) 5. Reclamación de los impuestos (han pasado 10 años más) 6. Muerte de Emily
Seguramente no sea exacta, finalmente no variará mucho del original, pero así establecida nos permite localizar lo que se nos quiso escamotear. Es decir, tenemos todas laspiezas, no se nos oculta ninguna, pero sí el orden, están completamente desordenadas, y así establecer la relación entre la compra del veneno y la desaparición de Homer resulta muy complicado, para cuanto menos anticipar ese final macabro.
Cambiemos de punto de vista, busquemos ahora uno un poco menos fenomenológico, y un poco más estructural, ¿el episodio fundamental es realmente el descubrimiento de los restos de Homer Barron asesinado en el lecho nupcial? Es el efecto sorpresa que encierra el cuento, indudablemente, y una realidad que profundiza en la gravedad y el gradode locura de Emily, pero muchos años atrás, cuando Emily no era más que una atractiva joven, las cosas estaban relativamente tranquilas, sin demasiado ruido ni altercados con la comunidad, sin olores ni escándalos, y algo sucede que desata el conflicto y desvela su patología. Por eso es importante rescatarla cronología entre la maraña de acontecimientos, es ésta la que nos da la clave que Faulkner utiliza para entender esta historia; si recuerdan lo que colocamos en primer lugar verán que se trata de la muerte del padre.
No defiendo el extremo de que los vecinos no supieran, ya de antes, que el carácter de Emily era el de una joven peculiar, incluso si quieren difícil, no sé si problemática, pero digamos que su abolengo, y el carácter de su padre servían de justificación para explicarse su comportamiento, que podría juzgarse altivo, distante, poco sociable, adjetivos que no se acercan a la realidad psíquica que padecía, aunque el texto nos sirve una perla que no podemos dejar pasar en relación al fallecimiento del padre: a su muerte la compadecieron. Piensan que al quedar sola se haría más humana, y éste sí que ya es un adjetivo más certero, que toca el corazón del conflicto, como si la presencia de su padre tuviera un efecto inhumano sobre ella, un padre enemistado con todos, también con la familia, y de una condición virulenta y furiosa que no muere con él.
Cautiva de esta condición de su padre, Emily es un objeto, un objeto que pertenece al padre, lo cual cierra el acceso a convertirse en sujeto de un deseo, por eso mismo tampoco podemos pensar en la posibilidad de un duelo entendido como una separación, por eso no puede separar literalmente su cuerpo del de la persona muerta, no puede dejar de ser el objeto de esa persona, y que dicha persona esté viva o esté muerta es una cuestión secundaria.
Por eso se siente fuerte para salir cuando inicia su relación con Homer Barron, y se yergue ante el vecindario orgullosa, porque ella es su objeto, recuerden el rígida e inmóvil como un ídolo, ella es su objeto y ya sabemos que no va a consentir en separarse bajo ningún concepto. Y hablando de objetos, no negarán que resulta absolutamente paradójico el objeto que cuelga de su cuello, ¡un reloj! Para ella, que el tiempo o no existe o es su amenaza, que pareciera haberse detenido, el tic-tac inexorable encadenado a su cuello. Un trazo más de la genialidad de Faulkner.
El relato me hizo acordar de una novela que aquí citamos bastante, y que algunos de ustedes recordarán que trabajamos; se trata de “La Puerta”, de Magda Szabó. Veíamos entonces la importancia que tiene una puerta, el límite simbólico que supone estar dentro o estar fuera. Emerenç, protagonista de aquella novela, al igualque Emily, no permitía traspasar ese umbral, porque atravesar esa puerta y ver el interior de esa casa es ver el interior de ambas mujeres. Faulkner lo sugiere en esa sutil prosopopeya que hace de este mixto mansión-mujer, de una obstinada y coqueta decadencia, lo hace de forma gradual, primero introduce los aspectos arquitectónicos, y después describe el edificio con adjetivos de personificación. Un edificio que destaca entre lo que lo rodea, como una mezcla entre lo barroco y trasnochado, un adefesio llega a decir, una excepción en su entorno.
Es esta idea de excepción la que tiene un lugar privilegiado durante todo el relato, esta mujer es una excepción; su casa lo es, sus derechos también son excepcionales, ella no tiene que tributar como los demás, hasta el droguero hace una excepción con ella cuando no da cuenta de para qué quiere el veneno. El coronel Sartoris habría pegado muchos tiros junto al padre de Emily y quizá le uniera un gran afecto, pero no es al padre al que condona los impuestos, es a ella, elije un momento muy particular para poner en vigor este arreglo, ya saben, la muerte del padre. La medida del coronel Sartoris vista así resulta muy elocuente, tratando de reponer algo al terrible desamparo que a nuestra dama le ocasionará perder a su padre, es una medida, por tanto, que encierra un saber en cierto modo, y ah íFaulkner aprovecha para romper una lanza en favor de la tradición, porque las ideas más modernas no reparan en estas excepciones, si lo hacen es para reclamar, no para preguntarse ningún porqué, sólo cuestionar la tradición como norma, sin reparar a veces en la pertinencia de las decisiones tomadas antaño, muchas de ellas quizá sigan siendo válidas hoy.
En cualquier caso, eximir a Emily de pagar impuestos no atempera su locura en absoluto, creo que marca una excepción simplemente, y en todo caso una intención, la del coronel Sartoris tratando de amortiguar un golpe. Lo único que aplaca su locura es Homer, un sustituto de lo que ha perdido, y posiblemente si no hubiera estado implícito en él su deseo de abandonarla, si hubiera sido un hombre de los que se casan y no alguien que disfruta de la compañía de otros hombres y de la bebida, podríamos hablar de otro pronóstico para nuestra Emily. Claro que también hay otra posibilidad, quizá Homer aceptara la oferta, pero la boda no fuera suficiente lazo, que incluso celebrándose, Emily guardara la certeza que antes o después sería abandonada. En ese caso no hay duda, la solución para que la unión sea perpetua la tiene el droguero.
Alberto Estévez
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