Realmente,
como me ocurre muchas veces, me surge un comentario a raíz de lo que se dice en
la tertulia. El lema y la propaganda del safari vienen a decir: nosotros lo
llevamos, usted lo mata. Es lo que hace que la responsabilidad no recaiga sobre
quienes hacen el ofrecimiento, sobre quienes organizan el safari. La ciencia te
lleva, si tú la usas, es asunto tuyo.
Esto
me hizo pensar que Bradbury tiene una posición muy lacaniana. Hay una palabra
que no se nombró, pero está todo el tiempo en el relato: el resto. ¿Qué hacer
con el resto, con el resto que deja el pasado, con el resto que nos mueve, con
el resto de lo que imaginamos como futuro? En ese punto dice: cuidado porque el
tiranosaurio rex es muy voraz. La bestia sin palabras es muy voraz. Y produce
el ruido de un trueno.
Pero,
¿quiénes son los voraces?
Todo
es posible por dinero, por ejemplo, la orgía de matar al Tiranosaurio por diez
mil dólares. Y parece que pretenden que
esto, limpiamente, no deje resto: nosotros lo llevamos, usted lo mata, (tiene que
matar al animal que previamente han designado porque iba a morir en unos
segundos). En lo que dice aquí, como en muchísimas otras ocasiones, Bradbury se
adelanta al futuro. Me hizo recordar el premio World Press Foto de hace unos años, aquel niño
retratado, un niño que se está cayendo, casi un bebé, con el buitre detrás, y
el fotógrafo – que luego de unos años se suicidó— sacando la foto y ganando el
premio con ella. Cuando le preguntaron por qué no hizo nada para evitar esa
situación problemática del niño, dijo que el niño igualmente iba a morir unos
segundos después, unos minutos después. Como si el “cómo”, que es el punto
ético en el que uno puede asumir o dimitir, no tuviera ninguna importancia. No
puedo recordar cómo se llamaba la película en la que aparece un reportero
gráfico de guerra que va yendo de lugar en lugar y le muestran cómo fusilan a
alguien. Entonces, ese reportero, ese fotógrafo dice: soy culpable porque ese
hombre ha muerto para que yo saque la fotografía.
Hay
que pensar que no es ninguna casualidad que la estupidez de un rex, a lo mejor
tiranosaurio por lo desfasado que está —y esta es opinión mía— la institución
rex (el rey español y su foto con el elefante abatido) necesitó la foto. Porque
no se trata tan sólo de matar, sino que hace falta mostrar que se tiene el
placer y el derecho a hacer eso, a matar. Me parece que
el tema es ético: qué hacer con el resto que, sin duda, lo queramos o no, anima
nuestros actos y además sigue estando allí, no hay ningún simbólico de la
ciencia que lo pueda cercar por completo.
Siempre
hay un resto. Y ese resto hay que tratarlo desde la responsabilidad de cada
uno. El mundo moderno, en relación con los diez mil dólares, me recordaba que
una de las cosas que admitimos como normales es que, en el civilizadísimos
mundo en el que estamos, hay unos países ricos que generan más basura nuclear y
que compran, porque tienen dinero para hacerlo, las cuotas para generar basura
nuclear, cuotas que corresponden a países pobres. Y se trata además de no ver
qué restos generamos. ¿No estamos cada vez más con el objeto técnico que caduca
inmediatamente y que deja un resto contaminante en la tierra? Pues el tema es
que no pensemos en el resto. El asunto es que podemos seguir consumiendo y pensar
que el coltán de nuestros móviles no tiene nada que ver con las muertes en
las guerras.
Graciela
Kasanetz
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