Me llamó la atención la reiteración de las piedras, y recordé el cuento de García Márquez, El rastro de tu sangre en la nieve, del que también se decía que no era un buen cuento. El cuento que nos ocupa es un cuento muy similar, con una estructura sencilla, como de cuento de hadas, y que también ilustra la trasformación de un hombre.
En los cuentos de hadas es la mujer la que se duerme y despierta. Aquí es al revés. Un hombre ha de acomodarse en la aridez y la incomodidad que provocan las piedras. La piedra como símbolo de un recorrido penoso y duro que hay que realizar.
Lo curioso es que cuando emplea la mirada del niño, esa mirada del que lo hace por primera vez, la mirada atenta, y después de haber realizado todo el recorrido, es cuando encuentra una piedra diferente, cuando hace el hallazgo de otra piedra: un diamante.
Este sería uno de los sentidos de este relato sencillo que cuenta una transformación. Es una sabiduría no adquirida por un hallazgo casual, sino que ahora saber elegir, ahora tiene un criterio: la voz. Es un criterio después de tantas experiencias penosas donde se ha sentido engañado.
En definitiva, el cuento nos estaría narrando un proceso de crecimiento y maduración. Después de toda la aridez que simbolizan esas piedras, el protagonista adquiere una sabiduría que le permite una elección. En este sentido, es un relato muy bien contado valiéndose de pocos elementos.
En los cuentos de hadas es la mujer la que se duerme y despierta. Aquí es al revés. Un hombre ha de acomodarse en la aridez y la incomodidad que provocan las piedras. La piedra como símbolo de un recorrido penoso y duro que hay que realizar.
Lo curioso es que cuando emplea la mirada del niño, esa mirada del que lo hace por primera vez, la mirada atenta, y después de haber realizado todo el recorrido, es cuando encuentra una piedra diferente, cuando hace el hallazgo de otra piedra: un diamante.
Este sería uno de los sentidos de este relato sencillo que cuenta una transformación. Es una sabiduría no adquirida por un hallazgo casual, sino que ahora saber elegir, ahora tiene un criterio: la voz. Es un criterio después de tantas experiencias penosas donde se ha sentido engañado.
En definitiva, el cuento nos estaría narrando un proceso de crecimiento y maduración. Después de toda la aridez que simbolizan esas piedras, el protagonista adquiere una sabiduría que le permite una elección. En este sentido, es un relato muy bien contado valiéndose de pocos elementos.
Isabel Cobo
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