Todo el objeto del libro gira en torno a un
informe, y ese informe tiene, además, un objeto explícito. Dice que el objeto
del informe es que quienes lo lean puedan comprender y perdonar. Pero como ese
informe es destruido, realmente le pasa el testigo al lector, no le permite la
indiferencia, le está haciendo cómplice, le está comprometiendo, porque ahora,
el único que sabe, después de esa destrucción, es el lector. Es una jugada que
me parece interesante. Por un lado es desolador, y por otro deja al lector un
protagonismo. Ahora tú sabes. A ver qué haces con eso.
Isabel Cobo
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