No pude terminar de leer el libro, acusé el
golpe. Pero me inspiro en lo que se va diciendo en la tertulia. Borges tiene un
cuento donde se trata el goce: Los
inmortales, unos seres que están en el mundo del goce. Pero es un goce
mítico, lejano. Creo que el cuento de Kenzaburo Oe también habla del goce, pero
de un goce que no es mítico, es más cercano, patológico. Cualquier persona que
se haya interrogado sobre sí mismo, sobre su vida, sobre su horror, se
encuentra rápidamente en la cercanía de ese goce espantoso, insoportable, significado
por esas manos cogidas. Es la manera en que nombro el golpe que me dio la
lectura de este cuento. Es decir, Kenzaburo tiene el arte de narrar un goce que
resulta insoportable, pero no es el goce de ellos dos exclusivamente, sino el
de cada uno de nosotros, un goce abyecto que tratamos de que esté escondido,
porque es lo que cada uno quisiera no ver en sí.
Graciela Sobral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario