Quisiera tomar la cuestión del
odio, muy presente en la novela. En ella no está el amor, no hay capacidad de
amar, ni en Erdosain ni en los demás personajes. Sólo podemos observar la rabia
y el odio y, particularmente un eje: el odio a lo femenino.
En efecto, en Los siete Locos hay muchas evocaciones
literarias, entre ellas la ya mencionada a Dostoievski, pero hay tres páginas
que son Hamlet. “Matar o no matar, esa es la cuestión”. Ahí encuentra la
existencia un sujeto, en concreto Erdosain. Se trata de realización del ser.
Dice lo siguiente:
“No estoy loco, estoy muerto”.
No estoy loco, estoy muerto,
soy un sujeto vacío, sin cuerpo. Esto se ha dicho varias veces a lo largo de la
novela. Erdosain está desprendido del cuerpo, pero tiene que realizarse en su
existencia. Y, como digo, desarrolla la cosa hamletiana: “matar o no matar, esa
es la cuestión”, para llegar a decir: “mato ergo existo”. Erdosain sólo
recuperaría la existencia si es capaz de matar. Esa sería la idea principal en
su existencia. ¿Cómo intenta realizarla? Un párrafo de la novela es lo
suficientemente explícito al respecto:
“Yo soy la nada para todos. Y sin embargo, si mañana tiro una bomba, o
asesino a Barsut, me convierto en el todo, en el hombre que existe, el hombre
para quien infinitas generaciones de jurisconsultos prepararon castigos, cárceles
y teorías. Yo, que soy la nada, de pronto pondré en movimiento ese terrible mecanismo
de polizontes, secretarios, periodistas, abogados. Fiscales,… nadie verá en mí
un desdichado sino el hombre antisocial, el enemigo que hay que separar de la
sociedad”.
Erdosain es un psicótico. En su psicosis muestra el odio a lo femenino.
Dice que nunca fornicó, y se entrega a un oxímoron, el delicioso terror de
la masturbación. Y el odio al ser femenino lo realiza en ese disparo que no
sabemos si mata a la mujer. Luego delira en el bar acerca de un tipo que había matado a una chica. Es decir, sitúa el mal en lo femenino.
Quisiera hacer
una precisión respecto al machismo. El machismo es un fantasma que puede ser
generalizado, pero yo hablo aquí del odio de un psicótico que sitúa el mal en
el objeto femenino. Porque no mata al padre. Es el odio psicótico hacia lo
femenino. Lo cual nos introduce en un tema, el de las muertes de género, de la
violencia de género, los asesinatos perpetrados por hombres hacia las mujeres.
No es por machismo, sino porque ubican en ellas el mal que tienen que destruir.
Y como no puedo distanciarme
de la clínica, quiero hacer una referencia a esos nombres tan maravillosos que
ostentan los personajes. El rufián melancólico, el hombre que vio a la partera,
nombres propios de casos clínicos freudianos, como El hombre de las ratas o El
hombre de los lobos. Nosotros psicoanalistas, para un caso clínico, tenemos
que encontrar una frase que designe al sujeto, una sola frase que designe el
rasgo del sujeto. Entonces, El Rufián
melancólico o El hombre que vio a la partera, podrían ser, perfectamente, títulos
de casos clínicos que habrían dicho todo acerca de la posición de esos
sujetos.
Rosa López
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