martes, 22 de octubre de 2013

La causalidad irresuelta. Comentario de Gustavo Dessal sobre Los siete locos, de Roberto Arlt

Voy a comentar la novela Los siete locos desde algunos elementos que me han impactado. Por ejemplo, he podido comprender, más allá de los elementos históricos, por qué Arlt necesitó tantos años para ocupar el lugar que hoy se le reconoce, ser uno de los grandes pilares de la literatura argentina del siglo XX, junto con Borges. Arlt y Borges son dos piezas angulares del edificio literario argentino del siglo XX, cada uno en su estilo, efectivamente, porque Borges utiliza el cultismo de la lengua para referirse a las mismas cosas que Arlt trata de una forma brutal. Es decir, no hay ninguna estética en Arlt, la única estética es la de la deformidad.

Una de las razones por las cuales necesitó tanto tiempo para encontrar un reconocimiento, es porque la mayoría de los lectores tuvo la sensación de que su obra es espantosa. Porque Los siete locos es un libro espantoso, entre otras cosas porque no hay absolutamente ni una frase, ni un personaje, ni una circunstancia, ni un hecho de los que aquí se relatan, que no sea real, que no haya existido, o que no pueda existir. Todo lo que cuenta la novela es posible. No hace falta ser psicoanalista, basta con abrir el periódico para darse cuenta de que no hay ningún acontecimiento que no haya sucedido ya. Lo único que produce Arlt es una concentración de todos esos hechos y una manera terrible de decirlo. Es decir, todos estos locos ilustran la locura del mundo.

Encuentro una comparación –no tratada en la crítica literaria, porque, efectivamente, son autores muy distintos— con Kafka. Tiene que ver con el carácter profético que todos encontramos en Los siete locos. Una capacidad profética que suelen tener aquellos sujetos que presienten el horror.

Y otra cuestión que me parece muy interesante. No sabemos los conocimientos que Arlt tenía del psicoanálisis, pero lo cierto es que en algunas cuestiones parece adelantarse al propio psicoanálisis. Es absolutamente sorprendente.

 Pero lo que más me ha interesado es una cuestión que produce un gran impacto en toda su obra, algo que yo llamaría la causalidad irresuelta. Es decir, siempre queda algo inexplicable. Como si el propósito de todas las obras de Arlt fuese mostrar que en la cadena causal que podemos reconstruir para tratar de entender una vida humana, un comportamiento humano, llegamos a un punto en que no se puede decir nada más, que hay algo verdaderamente inexplicable.

 Por ejemplo, en su primera novela, El juguete rabioso, nos encontramos con la historia de una traición. Es una novela que tiene una coherencia interna impresionante. Lo más terrible es que uno no consigue entender la razón de esa traición. Ni el lector la comprende, ni los personajes la comprenden. Es algo que queda inexplicado. Lo inexplicable es un elemento clave en la forma como Arlt se aproxima a lo real. 

Porque todos estos personajes existen en Argentina y en todas partes del mundo, lo que pasa es que aquí están bajo una lente de aumento  que los enfoca a todos, personajes entre la locura, la sinrazón y lo inexplicable. Es el juego que Arlt realiza permanentemente. Podemos decir cosas acerca de la autoafirmación de la existencia a través del mal, y uno puede avanzar en esta pregunta: ¿Por qué alguien  puede afirmar su existencia mediante el mal? Pero inexorablemente llegamos a un punto donde lo que Arlt plantea es que ya no se puede saber más. Hay algo inexplicable en la condición humana, y hay que aceptar eso para entender los resortes fundamentales que la animan. 


Gustavo Dessal

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