martes, 22 de octubre de 2013

Lo real y el ser. Comentario de Ana Castaño sobre Los siete locos, de Roberto Arlt

Voy a contar mi experiencia subjetiva como lectora de Los siete Locos. Yo no conocía la novela ni al autor, viví en otra tierra diferente, atravesada por otras cosas, por otra historia. Lo conocí y lo leí guiada por el interés que me causa esta tertulia. Y cuando comienzo a leer, las primeras páginas me resultaban difíciles, una prosa complicada. El estilo no me era familiar. Hasta un momento en que se produce un giro en la lectura. Es en la escansión que se titula La sorpresa.

Pese a las críticas que Arlt pueda tener como escritor, creo que tiene un modo de hacer muy peculiar para acotar su propia prosa. Son esas escansiones que produce con los subtítulos. Puntuaciones muy interesantes que dan tiempo para tomar un respiro y continuar la lectura. Son como un ordenamiento del caos.

Lo que me parece es que estamos ante una novela sórdida pero incisiva e inquietante en tanto apunta a lo real. Tomando resonancias heideggerianas, si hablamos del impacto de tocar al ser, hay que decir que todos los sujetos ponen en juego su ser a través de la existencia o de la no existencia. Relata muy bien la cuestión del “cómo se goza”, o qué es lo que espanta del goce, lo cual es fuente de inquietud en la novela. Esta cuestión resulta interesante, sobre todo en personajes que parecen anodinos, sin embargo, tienen el efecto de producir una contingencia.

El encuentro entre Barsut y Erdosain en la casa de éste último, me parece un modo increíble de plantear lo pulsional. Barsut acude a la casa y le confiesa que iba para ver a su prima Elsa. En ese diálogo apunta muy bien a lo que cada sujeto se juega en la enunciación, lo mismo que ocurre, en general, con todos los diálogos, ya sea con el astrólogo, con el rufián melancólico, etc.  Pues bien, el diálogo al que hago referencia es la confesión de un fantasma de goce que muchos sujetos tardan mucho tiempo en poner encima de la mesa.


Ana Castaño

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