“No nos une el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto”.
Es lo que el hijo prioriza, por
eso no se marcha.
Quiero agregar la mirada del que
contempla, desde un punto de vista existencial, lo que le ocurre a estos
personajes, no tanto en su indagación psicológica. Me refiero a que si algo se
puede decir de esos encuentros nocturnos entre madre e hijo, si algo se puede
decir exteriormente respecto a esa atmósfera asfixiante, es que en este juego
de ficción hay un sentido de oquedad, de inanidad en relación a la existencia,
sentido que daría espesor a sus vidas.
Gerardo Mastrángelo
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