Esta relación entre madre hijo
puede ser inscrita, sin esfuerzo, en las relaciones humanas en general. Hay
todo un juego de dominación en esta relación de amor y odio. Lo que quiero
recalcar es que ellos han iniciado el camino del desamor hasta llegar al odio,
a base de no dejar que el otro crezca. La madre ha polarizado su dominación
sobre el hijo, y él también se ha dejado dominar. Pienso que estas
circunstancias sobrevienen en muchas relaciones, esas en las que hay alguien
que tiene más fuerza, más poder, e intenta controlar lo que el otro hace. Y
cuando eso sucede, cuando no se deja crecer a la otra persona, sea hijo,
pareja, etc., todo termina volviéndose contra quien provoca la situación.
Creo que él es un cobarde,
incapaz de hacer frente a su liberación. Está bajo la tutela del padre y de la
madre, dominado por ellos. No ha sido capaz de tomar las riendas, la
responsabilidad de su vida. Quizá no tuviese por qué asumir la responsabilidad
por la enfermedad del padre, pero tampoco asume la responsabilidad de su vida.
El odio que no puede superar lo vuelca en la madre, que es la figura que sigue
el juego. Por eso el grito final, que no se sabe si es de él o de ella.
Realmente, esa noche se han dado cuenta los dos de lo lejos que han llegado en
su falta de cariño.
Marga
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