Me parece interesante lo que distingue Luis Teszkiewicz como realidad y momento onírico,
pero creo que se puede uniformar todo. Claro que el relato es inverosímil, pero
es tan inverosímil como lo es la vida. La vida es absolutamente inverosímil.
Cuando leemos cualquier noticia, no es extraño que ésta, de pronto, supere
cualquier ficción que podamos leer. En verdad, que las cosas sean verosímiles
es algo que nosotros tratamos de inventar para, más o menos, poder funcionar
cotidianamente, dar cierta cotidianeidad a la vida: esta es mi casa, esta es mi
familia, estos mis amigos, etc. Todo eso se puede descomponer de la manera más
increíble y se puede transformar. Por lo tanto, creo que Kafka es un escritor
realista todo el tiempo, y lo que simplemente puede ver es que la lógica frente
a la cual tratamos de cerrar los ojos, él no puede dejar de percibirla. No
puede dejar de percibir que detrás de la apariencia hay un mundo que podemos
llamar onírico, pero que es el mundo real. Por lo tanto, el planteamiento sería
al revés, el mundo onírico es el de todos los días. Pero en la realidad
tratamos de manejarnos en el sueño de que entendemos el mundo. Y
verdaderamente, lo que Kafka nos muestra es lo que se puede llegar a ver cuando
uno, aunque sea por un segundo, se despierta.
Gustavo Dessal
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