Pequeñas observaciones. Una tiene que ver con
el título del relato en inglés: To
Build a Fire. En algunas traducciones al castellano se
establece como Encender una hoguera.
De todas maneras, en inglés, “To build”
es construir. Y encontramos algo central en el cuento, justamente la cuestión
del encender la hoguera. Siete u ocho páginas, de las 13, aproximadamente, que
contiene el relato, se demoran en el hecho de encender la hoguera. En ese
sentido, la palabra encender tiene todo el peso de lo que no se consigue
construir, el fuego que lo hubiera salvado.
En relación a lo que dijo Miguel Ángel Alonso
en su intervención, estoy de acuerdo en casi todo. Leí en algún lado que el
género de este tipo de cuentos de Jack London es terror naturalista. Es verdad
que no se trata de un naturalismo desnudo, pero London utiliza un cierto
naturalismo, porque va describiendo, fríamente, miles de detalles del paisaje
para construir una historia de terror. Es una buena conjunción.
La hoguera
suscita una cierta angustia, pues desde la segunda página se ve a donde va a
ser conducido ese hombre por su manera de hacer, inexorablemente transita hacia
su muerte. En ese sentido, pienso que no es necesario atribuirle ningún
masoquismo, pero sí hay en juego una pulsión de muerte, es el hecho de haberse
metido en esa historia imposible. Estaba advertido, le habían dicho que no
fuera solo, que no saliera con esa temperatura, pero él no hizo caso.
Leí el cuento en inglés, y algunas cuestiones
me parecieron notables, en particular una cosa que tiene que ver con el género
y el estilo. En las primeras frases se insiste en el frío y en el color gris de
los días. Unos renglones más abajo dice que no había sol, ni una pizca de sol.
Esta reiteración, sin más añadidos, hace que el naturalismo se vuelva
terrorífico. Es el exceso gris.
Miriam Chorne
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