Como siempre, agradecer a todos sus
comentarios. A mí, el relato me pareció demasiado frío. He ido pensando al hilo
de lo que iban diciendo, y cuando digo que me pareció un poco frío, ahí incluyo
al hombre. Es lo que señaló Miriam Chorne respecto al paisaje, “demasiado” frío,
“demasiado” gris, pues yo diría que este era un hombre “demasiado” solo. Para
sobrevivir, quiso hacerlo como si fuera un perro, cuando era un hombre. Y eso
es imposible.
Alberto Estévez dijo que muere cuando no
quería morir. Creo que sí hay mucho de la pulsión de muerte muy fuerte en este
hombre, y creo que, en parte, ya estaba muerto. Y cuando comentaron que la
naturaleza puede ser muy despiadada, yo diría que la naturaleza humana puede
ser muy despiadada. Y cuando Graciela comentaba que hay que estar despierto, si
te duermes te mueres congelado, esto es aplicable al organismo del viviente
humano.
Pero este hombre, a mi entender, ya era un
hombre congelado. Murió congelado su ser de viviente, pero ya era un hombre
congelado. Quizá el momento en que deja de luchar por seguir vivo como un perro,
sugiere la reflexión acerca de una muerte con decencia y dignidad. No quiere
morir como una gallina decapitada, moviéndose para conservar lo poco de calor
que pueda conservar. En este sentido, me parece una intención deliberada del
relato de London situar esta muerte que él imagina con los otros mirando su
cadáver. Es decir, no hay una mirada sobre la historia de este hombre, sobre lo
que se plantea en muchas ocasiones, a saber, si somos nuestros recuerdos, ¿quién
era este hombre? En ese punto, me pareció que estábamos ante un hombre congelado
y un relato muy frío.
Graciela Kasanetz
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