A finales de la década de 1920 y comienzos de la siguiente, Victoria Ocampo escribe durante sus visitas periódicas a París cartas a su hermana Angélica donde relata sus impresiones y contactos en los medios intelectuales de la capital francesa. Precisamente en esa época, que coincidía con el desarrollo del surrealismo y de intelectuales que integraban grupos en los que se releía al filósofo alemán Hegel, la escritora argentina Victoria Ocampo conoce al joven psiquiatra Jacques Lacan. Es así que el 20 de enero de 1930 escribe a su hermana Angélica:
“Lacan es inteligente y ambicioso, con sueños napoleónicos de poderío.”
El 11 de enero de 1930, Victoria relata una cena en casa de Josefina de Atucha. Ahí estaba “un muchacho, Jacques Lacan, de quien me estoy haciendo, a pasos agigantados, muy amiga.” Aquí se revela el ambiente cultural parisino en el cual participaban tanto Lacan como Victoria. Una atmósfera que ella describe como de “francachela”. Lacan alternaba, en la casa de esta marquesa que interesaba a Marcel Proust, con el poeta Leon Paul Fargue y el etnólogo George Henri Rivière.
“Lacan es exactamente lo contrario de Drieu, física y moralmente. Pelo negro o casi, entusiasmo, entusiasmo y entusiasmo, gran boca; ¡la boca más y más simpática que te puedas imaginar!”
Con fecha del 20 de enero, Lacan reaparece en las cartas de Victoria a su hermana. El psiquiatra y la escritora argentina fueron juntos al teatro, a ver un ballet de Francis Poulenc, Aubade, presentado en el teatro de Champs Elysées. Pero de toda la concurrencia, que incluía a Isabel Dato, Ramón Fernández y Delia del Carril, nadie impresionó tanto a Victoria como Lacan. Lo describe como “lleno de no sé qué energía desaforada que lo devora física y moralmente. Con sueños napoleónicos de poderío.” Es curioso que Victoria describa aquí al psiquiatra Lacan haciendo de él una especie de diagnóstico al señalar su “megalomanía”.
La relación con Lacan era observada por sus contemporáneos. Lacan comenta:
“Ils sont anscieux de voir qui sera devoré” (Ellos están ansiosos de ver quién será devorado.)
“Et en ce moment, ils n’y comprennent plus rien.” (Y en ese momento, ellos no entienden nada).
Hemos señalado la coincidencia, aparentemente contradictoria, del tránsito de Lacan por los medios y ambientes surrealistas unido a su práctica de formas poéticas que seguían el rigor formal y lingüístico de Paul Valéry. Esto ocurría al mismo tiempo que, según dejan constancia las mismas cartas de Victoria Ocampo, Lacan ya trabajaba en el servicio de Henri Claude. Es el período al que Lacan se refiere en el texto “De nuestros antecedentes”.
“Todavía no veo bien cuál es el papel de Jacques ahí.”
La explicación, sin embargo, no es tan difícil de encontrar para quienes conocen el desarrollo lacaniano en la psiquiatría y posteriormente en el psicoanálisis. Lacan, de familia católica, había realizado sus estudios en el colegio Stanislas de los padres maristas, congregación religiosa diferente de los tradicionales jesuitas. Allí tuvo entre sus profesores a Jean Baruzzi, especialista en delirio místico. Estos conocimientos servirán a Lacan para que, en sus primeros escritos psiquiátricos, donde estudia las alucinaciones y el delirio, pueda establecer distinciones conceptuales de una gran sutileza diagnóstica.
Es significativo que Lacan se interesa ya en este momento por una obra que tiene importancia para los analistas. Una mujer que habla. ¿A quién? Supuestamente a un amante que no responde. Entonces, como dice Jacques Alain Miller, Shh...
Edit Tendlarz
No hay comentarios:
Publicar un comentario