jueves, 27 de mayo de 2010

Desarrollo de la tertulia sobre la novela Revolutionary Road de Richard Yates

Comentario de Alberto Estévez:
El artículo de presentación de la tertulia, escrito por Alberto Estévez, se puede leer a continuación de estos comentarios.

Comentario de Miguel Alonso:
Como bien sugiere la intervención de Alberto, esta novela contiene una diversidad enorme de cuestiones y, además, de gran calado. Tengo registradas algunas relativas a la imposibilidad de comunicación entre los seres humanas, la cuestión del deseo, la metáfora del viaje como secuencia del deseo, las lógicas masculina y femenina, el tema del amor, y otra secuencia de la relación entre el loco, como personificación de la verdad, su relación con los dos protagonistas y la incomodidad en la que continuamente los sitúa hasta hacerlos arribar a su propia verdad. Trataré algunas de ellas y luego me detendré para que otros puedan tomar la palabra, y quizá más adelante tenga la posibilidad de añadir otros comentarios.

Yo tomé la novela como una escritura de contrastes esenciales que confluyen en los dos protagonistas April y Frank. Los contrastes serían Pasión/Indolencia; Amor/Deseo sexual; Verdad/Mentira; Palabra plena/Palabra vacía; Psicosis/Neurosis. Y en el medio de esos contrastes sitúo lo que me parece más importante, la facilidad con que tratamos de desvincularnos de la senda del deseo, circunstancia que en el caso que nos ocupa convierte a unos personajes en indolentes, y a otros, en su impotencia, en dignos de compasión.
Pensaba comenzar a tratar el tema de la incomunicación, pero me decanto por el del deseo, que me parece esencial en esta novela. Aunque mejor que decir el deseo, sería decir la cobardía ante el deseo. Vemos un conglomerado de personajes conformando un verdadero bosque petrificado de seres humanos, una auténtica arboleda de banalidades, vulgaridades y sufrimientos. Y en el interior de esa arboleda, una frase mínima, perdida por la novela, nos ilustra acerca de por qué la vulgaridad, al menos aparentemente, y quiero subrayar aparentemente, le gana terreno al deseo, o lo que es lo mismo, nos ilustra sobre la tremenda dificultad que supone implicarse en el deseo y en la vida.
“Acaso son fáciles las cosas que merecen la pena” (169).
Porque en esta novela las cosas que merecen la pena sólo se pueden encontrar escondidas tras el laberinto de las palabras vacías, de las imposturas, de los convencionalismos, esas máscaras de las que no saben desprenderse Frank y April, pese a la incomodidad y al sufrimiento que les supone soportarlas. La cobardía ante el deseo, sobre todo por parte de Frank, hace que ese deseo no funcione por sí mismo como motor de la acción. Pero como tantas veces ocurre, el deseo cobra su tasa por estar detenido, aprisionado, y la cobra con el dolor atroz, con el drama cruel de unas existencias que finalmente desembocan, sin remedio, en lo peor. Es lo que tardíamente descubren April y Frank tras el atravesamiento de sus respectivos desiertos de vulgaridad (170).
Como la gran literatura enseña, el encuentro con el deseo siempre tiene, para el sujeto, la particularidad de situarlo en un viaje incierto, sin garantías, hacia no se sabe donde. Es la esencia del deseo. París estaba destinada a ser la metáfora que hiciese surgir el brillo necesario para una vida. Pero aunque la metáfora parisina haya sido escrita por una mujer, el viaje y la metonimia del deseo son tachados por un hombre. Creo que Frank Wheeler es un pobre hombre, el antihéroe que tuvo que esperar al rompimiento de su vida para iniciar un verdadero viaje, el psicoanálisis, con seguridad tardío y tan incierto como el que April le proponía en la vida, pero un viaje, al fin y al cabo, hacia su verdad.
Hay una intuición que la novela deja ver como anticipo de lo que es un verdadero viaje. Es la siguiente. La vida en el deseo pertenece al orden de la invención, sea en el marco que sea.
“Todo el mundo piensa en escribir libros y pintar cuadros, no lo entiendo. Santo Dios: ¿es que los únicos que pueden vivir a su aire son los escritores y los artistas?” (211)
En el psicoanálisis, quizá Frank pueda “entender” que la banalidad, la necedad, la desidia, el convencionalismo y la comodidad, conspiran contra la vida, contra la incertidumbre propia del deseo, es decir, contra el esfuerzo que supone tener que inventar a cada momento los pasos de la vida. El miedo a esta incertidumbre es el sostén de la cobardía, lo que nos lleva a buscar el refugio en la seguridad, en el cálculo y en la previsión. Duele en el alma pensar que, en su propio psicoanálisis, Frank tenga que escuchar como regresa el eco de las palabras que pronunciaba April:
“Estoy llena de vida, y tengo ganas de salir y hacer algo absolutamente loco y maravilloso...” (19)
Alguna medida de locura tiene toda vida fundada en la invención y en el deseo. Quizá si consigue asumir la incertidumbre que eso conlleva, Frank pueda escribir letras singulares que correspondan a sus pasos propios.
Comentario de Silvia Lagouarde:
Llegar al texto después de ver la película (como es mi caso), ¿modifica la captación del hecho literario? ¿Es posible erradicar la puesta en escena de lo que se lee? ¿Nos facilita la comprensión de “la cosa” o nos lo impide?

El periódico El País se pregunta si la heroína de esta novela es una Madame Bovary habitando los sueños de pesadilla del sueño americano. ¿Es acertado el paralelismo de Madama Bovary 1857 con April 1962? ¿”La cosa” en uno y otro texto son intercambiables? ¿Qué es “la cosa”? ¿Qué nos sugiere el texto en ese paralelismo? ¿Es el suicidio de dos mujeres jóvenes? ¿Las mismas causas por no poder soportar la vida? ¿Qué realizan en este acto extremo? ¿Nos quieren decir algo que de otra manera es imposible de ser escuchado? ¿Y escuchado por quién? ¿Qué es lo que ambas no pueden conciliar en su condición de mujeres?

Cuando una mujer joven se suicida teniendo hijos pequeños produce en la sociedad una pregunta que recorre con espanto “el planeta” ¿Una madre que abandona a sus hijos no es un “monstruo de mujer?

Monstruosidad y locura, locura y monstruosidad... ¿Hay perdón? ¿Es posible perdonar a una mujer que no encontró en la maternidad la respuesta a su completud, a su vacío? ¿Perdona la sociedad a una mujer que renuncia a la maternidad por seguir un deseo que no sea el de ser madre? ¿El hombre, en su pregunta qué es una mujer, puede soportar que la respuesta pueda ser no ser madre?

Una mujer que se suicida sin estar loca en absoluto, sino por entrever en sí misma que hay algo más allá de ese destino, pone en acto algo del mito de la naturalidad que en general es rechazado por la gran mayoría de los hombres y de las mujeres. De ese suicidio es de lo que más me hubiese gustado debatir porque por ahí anda la cosa más esencial de este texto literario.
¿Qué significa ser mujer? Síntoma del hombre y me atrevo a decir también síntoma de la mujer.

Comentario de Beatriz García:
Yo creo que la novela es un entrecruzamiento de una desilusión generacional, con la pregunta por el ser un hombre y una mujer y el querer huir en relación a su posición como hombre y mujer.

Comentario de Silvia Lagouarde:

Es una mujer que tiene un punto de sabiduría. Por ejemplo, cuando le plantea ¡¡Cómo vas a abortar!! Ella le dice que ya tiene dos hijos, y que ya no está en el mundo como madre, que lo que quiere es otra cosa. Algo hay de verdad en cuanto a que él la deja embarazada para seguir en su absoluta nulidad.

Comentario de Beatriz García:
Lo que ocurre es que la salida que busca ella, es una salida falsa. Irse a París para que él se encuentre a sí mismo es tratar de construir un hombre con la creencia de que así puede encontrar algo de su propio deseo. Lo cual me parece una salida equivocada, pues aunque hubiesen hecho el viaje, se encontrarían con un nuevo impasse.

Comentario de Silvia Lagouarde:
Si se hubieran ido a París, claro que hubieran tenido problemas nuevos y de la vida doméstica, pero hubieran salido de ese destino gris que tenía él, que para ella era el destino de un hombre común, del hombre que no puede salirse de su seguridad. Ella quería la inseguridad y la posibilidad de trabajar en París. Además, el trabajo para la mujer en aquel tiempo era difícil, estamos hablando de momentos en que la mujer estaba sometida a prejuicios y condiciones desventajosas para ella.

Comentario de Beatriz García:
Pero el personaje con el que representabas el convencionalismo, la señora Givings, se dedica a trabajar hasta embrutecerse, hasta no enterarse de nada y quedarse rendida por la noche. Cada uno de los Givings, a su manera, uno desconectando el audífono, la otra trabajando a su manera, representan los personajes que no quieren saber nada de ellos mismos ni de lo que les pasa.

Comentario de Silvia Lagouarde:

Por eso April trata de anticiparse a ese destino.

Comentario de Beatriz García:

El título, además de lo que comentabas, tiene la ironía de que no es nada revolucionario lo que ellos consiguen. Justamente, consiguen lo que planteaba Jacques Lacan, revolución para volver otra vez a lo mismo. Él, con su pantomima de ir a trabajar todos los días al edificio Knox donde trabajaba su padre, despreciando lo que hace, llega un punto en el que se encuentra haciendo el idiota y tirando su vida por la ventana. Y por parte de ella, el intento que hace con el teatro, y esas conversaciones con los Campbell, donde ellos se sienten diferentes de todo el mundo, es una especie de teatro donde tampoco llegan a ninguna parte. Entonces, hacen esa especie de salida desesperada, vamos a París para romper con todo, pero ninguno de los dos puede ir contra eso que les espanta. Porque no se trata simplemente de saltar hacia otro lado.

Comentario de Silvia Lagouarde:

Eso no se puede predecir. Hacer un corte y modificar la vida implica que no podemos saber las consecuencias que puede tener, pero tiene consecuencias. Para empezar, no hubiera sucedido lo que sucedió.

Comentario de Héctor:
Una vez leída la novela me quedaron tres inquietudes. La primera acerca del contexto social en el que aparece la novela, y no puedo evitar hacer un paralelismo con Philp Roth –una escritura muy parecida a la de Richard Yates— en relación a construir, mostrar la crudeza y la verdad de lo que se entendió como el sueño americano. Luego me centré en repensar el sueño americano a la luz de lo que muestra la novela, y lo que interpreto como los efectos de verdad que produjo. Y el tercer punto, que aprovecho para conectar con la discusión, tiene que ver con los roles de Frank y April.

El tema de la maternidad está tratado de forma muy aguda. Pasa por la pregunta sobre qué significaba ser mujer en ese contexto. Y una de las cosas que más me interesaban tiene que ver con discusiones muy actuales. Se refiere a la construcción de los géneros y cómo el autor, desde la literatura, viene a comentar que ser mujer, no está necesariamente está vinculado o conectado con ser madre. Ser mujer puede significar otras cosas prescindiendo de la maternidad. Es un tema tan actual como que recientemente se aprueba la ley del aborto y todavía se siguen despertando preguntas e inquietudes en relación con esta cuestión. En muchos ámbitos todavía se asume que una mujer se define en tanto se reproduce y tiene hijos, sin tener en consideración otros elementos en la dinámica simbólica que podrían generar su posición como mujer. Así como también se define a una mujer por ser madre, también es verdad que en algunos contextos se ve muy mal cuando un padre tiene gestos maternales con sus hijos.

En este sentido, me planteaba inquietudes respecto al género. Me parece que hay dos grandes posturas dentro de una discusión acerca de si la sexualidad o los géneros son una construcción social o si es algo biológicamente determinado. Hay teorías que me interesan, tienen que ver con el movimiento feminista, con el movimiento queer, etc., que, justamente, vienen a darle una vuelta al asunto para acabar determinando que no hay goces que estén claramente definidos. Esto me hacía pensar en Lacan, que si bien no tiene nada que ver con la historia feminista, cuando está planteando la sexuación, no está hablando de diferencias anatómicas, sino que lo hace de diferentes posiciones subjetivas.

Este apunte me parece digno de tener en cuenta, la posibilidad de construirse subjetivamente a partir de la individualidad, lo cual permite borrar muchas veces aquello que culturalmente nos intenta signar o performar, y que, como bien decía Freud, es parte del malestar en la cultura.

Teniendo en cuenta lo dicho y trasladándome al terreno de la novela, la disposición o determinación de April de no volver a encarnar la maternidad, trae como consecuencia la muerte. Como la cultura le imponía el papel de la reproducción, le prohibía abortar, la elección tiene las consecuencias trágicas que produce. Es la tensión que continuamente puede vivir cada sujeto entre lo que es su deseo –un tema muy psicoanalítico— y cuestiones que tienen que ver con lo social, el deber ser, la convención, etc.

Comentario de Pilar Pérez:
El deseo que April tiene de irse a París es para que él desarrolle su masculinidad. ¿Qué quiere con eso? ¿Qué espera de él? ¿Qué es lo que le falta? ¿Por qué piensa que tiene que ser más masculino de lo que es? ¿Qué es esa masculinidad que espera que desarrolle en París mientras ella trabaja a la vez que él se encontraría a sí mismo? No sé si él tiene mucho más que encontrar que lo que ya tiene. Supongo que ella espera una persona más interesante que la que tiene delante, alguien más comprensivo. Pero no lo sé

Comentario de Miguel Ángel Alonso:
El tema de la masculinidad, efectivamente, está muy presente en la obra. Y me parece que es muy entendible si lo vinculamos a la cuestión del amor. Es en ese ámbito donde se siente toda la crudeza y la tensión de la obra.
Tenemos, además de un plano fenomenológico respecto al amor, un plano estructural. Vemos al hombre, Frank, no aceptando desprenderse de lo que tiene, y a la mujer, April, en la cúspide de su angustia, temiendo perder definitivamente el amor del otro. Y esas dos posiciones tienen que ver con marcas propias de la estructura subjetiva.
Observamos en April una polaridad, por un lado no duda en manifestar el amor hacia el Otro, pero también se sitúa como víctima en una exposición incesante de su desamparo.
“Siempre supe que yo no le importaba a nadie y siempre dejé que todos supieran que yo lo sabía” (32)
Esta polaridad es subsidiaria de una demanda de amor defraudada por la falta de respuesta del Otro primordial, el padre, demanda que ahora se proyecta hacia Frank en un apremio que solicita condiciones de vida que posibiliten el amor. Es una demanda irrenunciable, pero irremediablemente infructuosa pues tampoco es colmada simbólicamente. En ese escenario aparece la tremenda potencia de un objeto mínimo, el caballito blanco, como símbolo del amor que representa al padre en su ausencia. Y lo conserva toda su vida. También cumple la función de defensa contra la angustia y la soledad que esa ausencia implica.
Es fácil darse cuenta de que estas circunstancias son proclives para dejar al descubierto la falta en ser, el vacío simbólico, lo cual conforma un escenario abonado para el advenimiento de la pulsión de muerte.
Vacío simbólico que no tiene que ver con ninguna naturalidad. Porque lo esencial de la demanda de amor, como podemos ver en la novela, escapa a cualquier naturalidad sexual y a la satisfacción de necesidades, no pide al otro que entregue lo que tiene, sino lo que no tiene. April se dirige al que cree que puede darle la palabra para su dolor de existir, para su desamparo, es decir, para su falta en ser, la palabra que suponga el complemento simbólico que apacigüe su vacío. Pero con la particularidad propia de una verdadera demanda de amor, Frank ha de mostrarse también afectado por esa falta. Porque April le viene a decir, implícitamente, que lo ama por lo que no tiene. Es lo que subyace en la metáfora del viaje, le pide que se movilice por su falta, lo que supuestamente permitiría inscribir la palabra que a ambos les falta.
Pero Frank no responde por la vertiente de la falta, al contrario, teme perder lo que tiene en la vida, quiere mantenerlo, no quiere saber nada de su falta. Podría decirse que no acepta feminizarse, y sólo puede ofrecer lo que tiene, la seguridad del trabajo y la convención, el cálculo, la previsión, incluso su masculinidad y la potencia de su pene en tanto vehículo del semen preñador. Es lo que ofrece ante el continuo cuestionamiento de April, que con frecuencia le hace ver su impotencia para darle lo que exige. Y es lo que le hace ver el loco John Givings, cuando le habla de que él es muy macho porque no hace otra cosa que dejar embarazada a su mujer.
Al responder con lo que tiene, la demanda de amor queda sepultada constituyendo el fracaso de lo simbólico. Él no le da a April la palabra que pueda apaciguar su vientre. La naturalidad, el hijo que va a tener no es lo que su vacío requiere, es el peso de una angustia, y April rechaza esa naturalidad. Es la frustración que la conduce al pasaje al acto, a la tragedia final donde se desvincula del cuerpo.
Comentario de Alberto Estévez:

Fíjate que en una de las citas que trajo Miguel, me parece que enmarca muy bien el territorio y la gestión de los vacíos y cómo él no puede tolerar nada de esto. La frase es:

- Acaso son fáciles las cosas que merecen la pena.
- Claro que no, tienes razón, creo que estoy un poco cansado esta noche. ¿Quieres una copa?

Se ve en este diálogo que la cosa no cala en él.

Comentario de Cristina Daudén:
April también se enamora de una imagen, de unas insignias, de algo que tiene que ver con uno mismo y que pone en el otro. La masculinidad. Y ella no hace más que pedir ese ideal de hombre que empieza a desmoronarse.

Y en relación a hacer de esta mujer una heroína, eso es relativo. Pienso y abogo porque la mujer, además de mujer, puede ser madre o no. Pero esta mujer elige no vivir, pero no es una elección forzada, porque ella ha elegido tener dos niños. Tampoco es una heroína. Yo creo que su posición es una huída hacia delante.

Comentario de Graciela Kasanetz:

Hay algo que es un desencadenante de todo el drama final. Es lo que les dice el loco a ambos y que hace que Frank lo eche de su casa y le quiera pegar, y lo que hace que ella se precipite en su acto final. Es la frase:

“No quisiera ser ese niño”.

Hay algo bastante particular de esta pareja, aunque pueda ser extensible a muchas otras, y es la forma que toma el vacío para estas dos personas. Me parece que tiene que ver con que no se pueden enfrentar a algo que les ha quedado muy grande a ambos, la paternidad y la maternidad. Con ello no saben qué hacer, sino reaccionar como ese niño que cada uno de ellos fue ante sus propios padres.

La niña del matrimonio les dirige preguntas, en silencio y en palabras, respecto del proyectado viaje. Ella quiere alguna razón de por qué tiene que abandonar todo lo importante para su vida. Y rinde sus armas a la madre cuando ésta le dice que las decisiones las toman los mayores, y que gran parte de los juguetes se los tiene que regalar a la vecina. Pero la niña había expuesto lo que era importante para ella. Y después de todo esto, sin ninguna explicación, nada de lo dicho se lleva a cabo. La niña quiere saber qué pasa, por qué deciden y por qué no tienen ninguna voz para los padres. Porque cada vez que hablan, estos padres están prendidos a sus heridas infantiles, e igual que ellos reclamaban ser atendidos como sujetos, sus hijos también reclaman la necesidad que tienen de ser sujetos sostenidos, escuchados.

Se puede decir que April es una madre de los cuidados. En eso la pintan muy bien. Incluso, ante cosas que él descuida, el abrigo, la comida, etc.

El extrañamiento frente a la paternidad también se ponen también en boca de Shep Campbell respecto de sus hijos cuando los ve mirando la TV, y los ve como extraños, como preguntándose qué tienen que ver con él. Y en Frank respecto de sus propios hijos, en algo que él sabe que ha sido una visión propia, que el niño no se ha cruzado cuando iba a segar. Eso a él no le importa, y April consuela al niño.

De todos modos, me parece que lo que desencadena la tragedia es la frase de John Givings “no quisiera ser ese niño”. No se sabe de qué deseo de los padres va a nacer, más bien parece que va a nacer de un rechazo de ambos por ese niño. Cuando él dice: “Ojalá lo hubieras hecho ya”, es lo más verdadero que puede decir. Si no lo dijo antes fue porque era su propia estratagema para no decir que no quería hacer el viaje porque no había nada que encontrar en París de su deseo. Porque su deseo era una construcción de ella. Y April se da cuenta también de eso. No tiene ya donde sostenerse. Cuando tiene la relación con Shep en el coche y éste le confiesa su amor, ella no quiere ni oír hablar, le dice que no le conoce. Es una frase profundísima que pone de manifiesto la soledad de cada uno de los personajes.

Algo me angustió profundamente de este libro. Es bastante curioso que, frente a las cosas trágicas, él cada día en su trabajo está sin hacer absolutamente nada, cambiando los papeles a un cajón, a otro, a otro y a otro persiguiendo únicamente su imagen. Richard Yates pinta muy bien esa situación, cuando él mira en el espejo cada uno de sus gestos, cómo ensaya cada una de las poses, y como la eligió a ella, que era lo que se podría decir una mujer de bandera. Y si tenía una mujer de bandera, algo más de su imagen se sostenía.

Yo creo que quizá ha habido enamoramiento. Pero la carta que ella empezaba a escribir y que tira a la papelera, era la más profunda de las verdades que había entre ellos, que nunca se habían querido. Que no había más que lo que reflejara en el otro la propia imagen como amable. Y me parece que ese es el punto en el que no pueden querer a sus hijos. Precisamente, porque no había más que eso entre ellos. Tal vez, posteriormente, Frank se pueda plantear otras cosas o no, o lo que se encuentre en un análisis sea algo muy duro. No lo sé.

Por supuesto, también está el telón del sueño americano, y quizá algo más del amor en la pareja de los Campbell. Porque, precisamente, cuando él se enamora de April tiene, respecto a su propia mujer, mucha más piedad que la que ninguno de los otros personajes tienen entre sí.

Hay otra cuestión que me parece que destruye un tópico. Y me parece muy bien destruido. Es que en la boca del loco está la verdad y el derecho a decirla. Lo que este libro cuestiona es que frente a la locura hay una posición ética. Y se puede decir que este loco era bastante agresivo respecto de los demás, respecto de este matrimonio. Podía enfrentarse él a esa verdad. Porque él sabe que es ese hijo. No quisiera ser ese niño porque él sabe lo que es ser ese niño. Yo creo que esa es la más profunda de las verdades, y se la dispara a los demás a quema ropa.

Comentario de Gustavo Dessal:
No sé si puedo articular algo muy organizado, por dos razones, la primera es que acabo de terminar el libro ahora mismo, y la segunda es que me produjo un impacto emocional tan grande, que todavía estoy reponiéndome y tratando de entender por qué me ha llegado tanto. Estoy muy sensibilizado con todo lo que se ha dicho, y a medida que voy escuchando las distintas intervenciones, me van ayudando a situarme respecto a la lectura del libro.

Cristina dijo algo con lo que quisiera comenzar. Ella piensa que April no es una heroína, y estoy de acuerdo. Porque pensar que ella es una heroína es inclinar demasiado la balanza en favor de April, como una víctima de la imposibilidad masculina de escuchar esa otra cosa en la mujer. Eso es cierto, pero me parece que en el libro hay algo que está muy bien destacado, y es que, si ser mujer es un problema, incluso en ciertas culturas es más que un problema, es casi una desgracia, creo que no hay que olvidar que la masculinidad también es una cuestión muy problemática y muy trágica.

Podemos caer muy fácilmente en la cuestión gremial, cada uno tira para su gremio. Realmente, no pretendo hacer eso, sino recordar que en el libro hay permanentemente una insistencia en el autor, y es que destaca mucho más el drama de él que el de ella, aunque la personalidad de April es más compleja. Evidentemente, la salida de ella la vuelve ante nuestros ojos como la víctima de toda la coyuntura dramática. Pero pienso que el autor tiene la extraordinaria finura de trasmitir lo tremendamente perdido que está este hombre y cómo intenta compensar de mil maneras el extravío que tiene en la vida. Por ejemplo, necesita cultivar su imagen permanentemente, pero no es un hombre presuntuoso, no es un pedante. Necesita recrear permanentemente la composición de su imagen como una de las formas de encontrar una cierta orientación cada mañana que se levanta, es decir, recomponerse a sí mismo y enfrentar una existencia frente a la que se encuentra perdido.

Les pido que mis observaciones las tomen como una cuestión temporal, porque no sé si con el trascurso de los días, y si sigo meditando, voy a sostener lo mismo que digo ahora. Pero hay dos cosas que quiero plantear al hilo del impacto que me produjo la lectura. A pesar de que pienso que lo más acentuado en la novela es la problemática del varón, la circunstancia de ella me conmueve tremendamente por una cuestión que planteo de la siguiente manera.

¿Por qué los Wheeler no son como los Campbell? ¿Cuál es la diferencia? El contrapunto de los dos matrimonios es lo más extraordinario del libro. Al final del libro Shep manifiesta que tampoco está tan seguro de si lo que vive le gusta, si tendría que haber hecho la elección que había hecho, si está en conformidad con su deseo. La única cosa que sabe es que cuando él entra en el dormitorio, la mujer está viva.

Esto me mueve a otra cuestión que es la siguiente. Lo magistral de construir, con una lógica implacable, una historia que finalmente nos deja con una gran incógnita. ¿Por qué realmente ha pasado esto? Hay algo que no podemos terminar de explicar, algo en la contingencia que es insondable para los seres humanos. Ni toda la lógica de la filosofía, de la sociología, del psicoanálisis, ni todos esos saberes juntos, pueden agotar por completo el misterio de una vida humana. Porque tampoco los Wheeler son más alienados, ni más ajenos a la verdad, ni más extraviados respecto a su deseo que los Campbell. Los Campbell sin embargo están vivos. La reflexión es muy impresionante. Es verdad que el deseo se cobra su precio en una vida que no lo contempla, pero claro, por poco que se asomaron a una pequeña rendija para preguntarse si no habría otra cosa en la vida que la inercia del día a día, menudo precio tuvieron que pagar. Quiero decir, no es tan fácil la cuestión del deseo. Evidentemente, perseguir el deseo también tiene su precio. Y a veces el precio de vivir en conformidad con la verdad puede ser terrible. ¿Por qué? Es un misterio.

Comentario de Silvia Lagouarde:
Me enamoraron los dos personajes, y pienso que circulaba el amor entre ellos. Absolutamente. Ese hombre amaba a esa mujer y esa mujer amaba a ese hombre. Y, justamente, la enorme tristeza que trasmite el libro es porque se amaban. Había por parte de él una intencionalidad de comprenderla, de ayudarla en lo que podía. Y respecto al suicidio, creo que es suicidio entre comillas, porque cuando realiza el acto piensa en salvarse. Es algo que hacían muchísimas mujeres. Por ejemplo, en Argentina, cuando la ley del aborto no estaba permitida, se provocaban hemorragias para ser atendidas en hospitales. April sabe lo que está haciendo y el peligro de muerte que conlleva, pero tiene una mínima esperanza de salvarse, tomas sus precauciones, llama al hospital. Pero prefiere el riesgo, a tener ese niño.

Y respecto a la palabra heroína. Cuando uno lee un texto tiene que ir más allá de él. Digo heroína en el sentido de que encarna algo de lo del universal femenino, toma esa resolución de arriesgarse la muerte y podíamos pensar que en esto hay una llamada biológico-política por parte del autor en defensa del aborto. En 1960 el aborto estaba prohibido en todo el mundo. Los grandes pensadores estaban a favor.

En definitiva, creo que en la novela se plantea lo difícil que es ser hombre y también lo difícil que es para los hombres comprender a las mujeres. Por eso me parece que este libro es magistral, y justamente conmueve porque se ama a los dos personajes y en lo que les pasa se ve la imposibilidad de encontrar la solución. Creo firmemente que son dos personajes para ser amados.

Comentario de Graciela Kasanetz:
Lo que señala Gustavo me parece importante. ¿Qué diferencia a los Campbell de los Wheeler? Yo había visto la película primero y después leí el libro. El libro es mucho más rico que la película. Por ejemplo, los Campbell son figuras sin ninguna profundidad en la película, sin embargo aquí es lo contrario. Y uno de los datos importantes es que los Campbell habían hecho ese viaje. Shep había querido huir, igual que Frank, de su destino, el que le marcaba su madre. Y lo que encontró después del viaje es que lo que estaba rechazando era lo que realmente quería. Me parece que, no siempre, apostar por el deseo es lo que nos lleva a lo mejor. Y vivir permanentemente en la verdad puede ser lo más trágico que nos suceda. El deseo no es sacrosanto. Es decir, hay que conocer el propio deseo y decidir respecto suyo, porque a veces el deseo nos lleva a lo peor. No siempre consentir a él es lo mejor. Y me parece que algo de eso han entendido cada uno de los Campbell.

Quizá yo querría corregirme un poco después de lo escuchado. No hablo de una falta absoluta de amor entre los Wheeler. Hablo de una posición descarnada de April cuando ve que tal empeño por la verdad la hizo vivir en un engaño y ya no puede respetar a Frank.

Respecto del suicidio, quizá me he quedado con las escenas de la película. Hay ciertos detalles como el de hervir los elementos que va a usar. Si uno está dispuesto a un suicidio, para qué los va a hervir, da lo mismo. Había un cierto llamado al otro, un pedir algo al Otro. No se subió a una torre y se tiró por una ventana. Yo creo que lo podemos leer de esta manera, dirigirse al Otro para lograr consumar el aborto para que el destino no le diese ese niño. Es la palabra del loco resonando. Precisamente, me parece que entendieron, tanto Frank como ella, que ese hijo tendría que pagar lo que estaba pasando.

Comentario de Pilar:
También se puede interpretar como que el deshacerse de ese niño es la esperanza de que puedan ir a París.

Comentario de Miguel Alonso:
Me parece que, efectivamente, vivir la verdad puede ser algo muy complicado. Estar en la senda del deseo puede ser complicado. Es más, vivir en la misma verdad de uno, diría que es imposible. Habría que distanciarse de esa verdad para poder vivir. Pero con respecto a la cuestión de los matrimonios Campbell y los Wheeler, creo que hay una diferencia. Y la diferencia es que las mujeres están en dos posiciones radicalmente opuestas. Milly Campbell es, con perdón, una auténtica cotorra que incluso se satisface en su bla, bla referente a la miseria de los Wheeler. Es más, el marido Shep, en un momento dado, se sorprende al darse cuenta de que se está satisfaciendo en ese bla, bla. Mientras que April vive siempre en otro plano, más comprometido éticamente, invocada por una desmesura para la que quisiera encontrar un límite. En un diálogo que tiene con Frank lo dice claramente:

- Eres una persona mucho más moral que yo, Frank. Supongo que por eso te admiro.
- Moral y convencional ¿no significan acaso la misma cosa? (274)
- Yo no le veo la diferencia. Hay gente que sí; tú, por ejemplo; pero yo no, y me parece que no la he visto nunca (274)

Entonces, a mí no me parece que puedan asemejarse los dos matrimonios. Y efectivamente, vivir en el deseo puede tener un precio muy grande. Pero también lo tiene no vivir en él.

Comentario de Beatriz García:

No sé si April está tan guiada por una idea de viaje sólo por una cuestión de inconformismo. Quizá eso es más aparente. Realmente anda detrás de un ideal que tiene que ver, tal vez, con el destrozo familiar infantil donde se encontró con unos padres no la querían, que no la recogen, que la abandonan. Ella tiene imperiosa necesidad de construir una imagen de hombre en la que cifra sus esperanzas. Quizá su tragedia es el profundo desconocimiento que tiene de lo que la está guiando, que no es tanto un inconformismo. Ese inconformismo está abocado a la tragedia porque contiene un profundo desconocimiento de lo que a ella la está moviendo, la persecución de ese ideal que ha puesto en Frank. Ella le pide, pero él está en otra historia, tratando de cumplir con la reparación del padre caído, el pobre hombre con el maletín. En realidad, ambos están en historias diferentes, y ninguno de los dos sabe cómo se están moviendo los hilos de sus destinos.

Comentario de Pilar Pérez:
Quería hacer un poco apología del suicidio. Es una tragedia para los hijos que se quedan solos, que puedan sufrir el trauma de saber que su madre se ha suicidado en lugar de haberse muerto de otra manera. Pero a veces no hay más salida. No quiero banalizar la cuestión, pero puede que no tuviese otra solución. Hay muchas vidas así. Si te planteas la vida de verdad, puedes llegar a pensar que la única vía es el suicidio. No en el sentido que puedan darle los japoneses, por una pérdida de honor, sino por ver la verdadera vacuidad. Ella llegó a una conclusión lúcida, no tengo otra solución que morirme, o llamar la atención para que le hagan caso y poder encontrar un cambio de situación. Pero la situación no iba a cambiar, la mimarían más si no se hubiese muerto. Prefiero la situación de esta mujer, es lícito el suicidio.

Comentario de Pilar:
Yo creo que April en ningún momento se quiere suicidar. La muerte es consecuencia de su acto, que ella ya tenía previsto cuando se quedó embarazada, pero su marido le dice que no. Como se decía antes, si uno se va a suicidar no importa hervir las jeringuillas, o llevarse el teléfono. Me inclino a pensar que deshaciéndose de ese niño tiene la esperanza de salir de esa monotonía de su vida y podría cumplir el sueño de ir a París.

Dentro del tema, el loco es el único que dice la verdad, da en el meollo del asunto en el que la pareja está complicada. El loco le hace decir a Frank: “te tenías que haber deshecho de ese niño”, y ella toma la decisión última.

Por otro lado, los años cincuenta es un período de cambios que originan mucha frustración. Quizá las esperanzas que todos habían puesto en el término de la guerra y el cambio de mentalidad, no se cumple tan rápido como se hubiera querido, lo cual origina una serie de frustraciones y estar a caballo entre lo antiguo y lo moderno. La sociedad está muy frustrada, es muy monótona y está aburrida. Cumplir un horario puede ser muy monótono. Ustedes psicoanalistas, igual tienen un caso extraordinario a lo largo del año, y el resto, no digo que no tengan importancia porque son pacientes, pero no son casos extraordinarios que a ustedes les induzca especial interés, o mejor, que su vocación científica se vea realmente colmada como para volcarse en ese caso extraordinario. A lo mejor sus pacientes son monótonos, mi marido también en su trabajo, o los clientes son monótonas. Y la vida en general es monótona, no sólo ahora, siempre. Es sota, caballo y rey. No ocurren cosas extraordinarias todos los días. Y nuestra inteligencia es lo que nos va a permitir sobrellevar la vida a base de pequeñas cosas que nos van a llenar, crear una ilusión constante cada uno en su vertiente. En definitiva, son las pequeñas cosas las que llenan y hacen salir de la monotonía de estar con unos amigos que hace unos años pensaban igual que yo, pero llega un momento en que te das cuenta de que no tienes nada en común con ellos. Y eso es porque cada uno evoluciona según su circunstancia, su cultura, según muchas cosas.

Comentario de Alberto Estévez:
No podemos vernos tentados de tomar el episodio del suicidio como algo aislado. Lo digo porque, justo antes, se destacó muy bien. Hay un acceso a algún tipo de verdad por parte de esta mujer. Es verdaderamente consciente de que no quiere a este hombre, es consciente de que ha estirado el peligro del enamoramiento demasiado tiempo. Aquí sobran años de relación, y no había mimbres para una relación tan amplia.

Comentario de Graciela Kasanetz:Quiero destacar algo que planteó Gustavo, y que a mí me sucede cada vez que tenemos esta tertulia. Es por lo que quisiera agradecer muchísimo a quienes la organizan y la sostienen. Y es que las intervenciones de cada uno nos permiten a todos los demás pensar y aportar cuestiones varias. Esto tiene que ver con el clima que aquí hay, y me parece algo importantísimo. Creo que este libro es un auténtico fresco por las diferentes posiciones que se pueden plantear. Respecto a la cuestión sobre la apología del suicidio, yo hablaría de algunas posiciones que resumiría en cuatro puntos.

El dolor de existir es común a todos, tengamos la vida que tengamos, tengamos los padres que tengamos, tengamos la historia que tengamos, habitemos la época que habitemos, sea cual sea nuestra posición subjetiva. Y frente a ese dolor, creo que la lucidez no permite únicamente el suicidio. Pero quizá a veces puede serlo. Lo que quiero subrayar es que este fresco, al menos nos presenta cuatro opciones: El suicidio, la locura, el soportar y conformarse en la vida, y el afrontarla.

Respecto de Frank, se abre es la perspectiva de que pueda cambiar la posición con la que se ha enfrentado a la vida. Posición que no fue precisamente afrontarla, sino soportarla, esquivar todo lo que le enfrentaba con la verdad. Y de repente se encuentra con las consecuencias brutales de lo que a posteriori podemos ver como habiéndose constituido en un acto inapelable.

Quizá los psicoanalistas tendríamos que discutirlo, creo que estamos ante un acting out, no ante un pasaje al acto, aunque las consecuencias lo convierten en un acto que en la vida de Frank supone un antes y un después, lo mismo que en la vida de sus hijos.

Hay algo sobre el exceso de palabra y sobre las maneras en que cada uno lo soporta. Lo señala en muchísimos personajes. Por ejemplo, en Shep, cuando April, en el coche y en la discoteca le piensa contar su vida, y a él no le interesa en absoluto y no la escucha. El modo en que habla demasiado la mujer de Shep. También cuando April le dice a Frank que se calle, que no hay que poner más palabras. La imposibilidad de ella para callarse y no decir siempre lo que le parece que tiene que decir. Y la desconexión, el acto último del libro, donde el señor Givings se desconecta el audífono.

Y finalmente, me parece que el acto de April sitúa a Frank ante la responsabilidad de tener que afrontar la vida. Quizá por ahí se vislumbra alguna otra cosa, quizá encuentre alguna alternativa más.

Comentario de Marisa Estévez:Traía una cuestión que alguno de vosotros, como expertos psicoanalistas, posiblemente me podáis contestar. Es sobre el papel que juega la culpa en esta historia. Frente al individuo encontramos una serie de realidades, de remordimientos y situaciones que confrontan a cada uno de los protagonistas con el vacío, con la soledad, y con esa situación final tan desmesurada. Quería saber cómo veis la cuestión de la culpa. Pienso en la mayoría de los personajes, porque de forma consciente se producen infidelidades, de forma inconsciente hay paternidades mal entendidas, circunstancias que normalmente arrastran la culpa y provoca determinadas conductas.

Comentario de Gustavo Dessal:
Es una pregunta muy interesante. En primer lugar quisiera aclarar una cuestión, agradezco mucho lo de expertos, pero yo procuro acudir aquí como lector. No puedo quitarme de la cabeza algunas cosas que me ha aportado la vida, pero trato realmente de no utilizar el instrumento del psicoanálisis como una clave de lectura.

Respecto a tu pregunta, quizá necesitaría tiempo para responderla. Estoy totalmente de acuerdo contigo que la culpa está presente en todos los personajes. Está presente en la madre, en la señora Givings, que todo el tiempo realiza una tarea frenética consistente en inventarse una vida donde en ningún momento se pueda detener ni un solo instante porque si se detiene se desmorona. Está la culpa en el marido, que la combate, cuando ya no puede más, desconectando el audífono. Está la culpabilidad en el vecino, que se ha pasado todos esos años codiciando a la otra mujer. Es decir, la culpa está presente en todos los personajes, cada uno la modula de diferente manera. Ahora, sí, para saber exactamente el papel que esto tiene en el desarrollo, quizá necesitaría reflexionar un poco más. Es indudable que es un sentimiento que en todos ellos está presente, y además, en mayor o menor medida, todos son conscientes de esa culpa.

Comentario de Luisa: (No se oye muy bien la grabación, recojo lo que se puede escuchar)

Estoy de acuerdo con gran parte de lo que se dijo en la tertulia. Para mí es claro que los protagonistas no se aman, siguen por inercia una comodidad incómoda. Me resulta curioso lo que todos habéis llamado deseo, cuando yo lo llamo sueño. El sueño de April va más allá pero no se sabe de donde viene. Tiene algo de trágico, es como preguntarse por qué siente esas necesidades. Es un sueño que hace referencia a un cuestionamiento de formas de vivir. Ella dice no a lo que todo el mundo toma como lo normal, lo único posible, lo único alcanzable, y hay que aguantar con eso. Ella se rebela y busca otras salidas. Pero por otro lado, ese sueño excesivo tiene una contradicción. Yo me pregunto, ¿por qué no se va ella a París? Si él no quiere ir, que se vaya ella. Es su sueño. Creo que está muy presente en esta novela lo desconocido de cada personaje, y desconocido para ellos mismos. Es una de las cosas más fascinantes. April hace referencia a cuestionar la vidae, explorar a ver qué pasa, explorar si hay algo más allá de las circunstancias que viven.

Comentario de Alberto Estévez:
Lo vamos a dejar aquí. Os agradeceros vuestra presencia y os anuncio que en la próxima tertulia, el viernes día 11 de Junio, nos honrará con su presencia la ganadora del Nadal, la escritora Clara Sánchez, quien nos sugirió que hablásemos de su libro Lo que esconde tu nombre. Os esperamos para comentarlo entonces.

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