jueves, 15 de septiembre de 2016

Comentario del libro “Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador” de Margo Glantz. Por Rosana Aldonate. Tucumán-Argentina

Mujeres, moda, erotismo, cuerpo y escritura convergen en una trama intertextual en Glantz, escritora mexicana,  en particular en este libro publicado en Argentina con ese título. Haré pie en uno de los relatos del libro Zapatos: andante con variaciones. Podría haberse llamado La segunda piel. Los zapatos, esa segunda piel, aquellos que calzan las mujeres desde las sandalias de la Malinche a su falta en las místicas, pasando por Sor Juana, hasta Nora García, alter ego de Margo Glantz en este libro.
En este relato, la escritura de Glantz al igual que la de Rosario Castellanos, integra la autobiografía a la ficción, como “un arma para desintegrar el mito de la traición”,  según dijera la primera de la segunda. Esa traición que quizás, en la América Latina, cualquier descendiente de inmigrante alberga en algún hilo retorcido de su propia trama subjetiva.
Cuerpo y escritura.-
Lacan dice que no se “es” un cuerpo sino que “se tiene” un cuerpo. Margo Glantz  despliega la idea de que se calza zapatos, se tiene zapatos como se tiene un cuerpo: “Pie y zapatos se juntan, se confunden en la carnalidad del segundo, como segunda piel”.
Este relato introduce el zapato desde su perdida etimología en “calzado” y en referencia a dos místicos: Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, conocidos como carmelitas descalzos, por no llevar calzado. Alude a la tal vez primera referencia escrita, al calzado en el Deuteronomio, en las palabras de Moisés a su pueblo “…vuestras sandalias no se han gastado bajo vuestro pies…”. Para concluir en la planta del pie como “calzado primigenio”.
Su protagonista es una muchacha de provincia que trabaja vendiendo “choclos Elizalde” para viejas y matronas “y zapatillas de señorita de barrio popular”. Pero su sueño era ser la Cenicienta que recibe en un estuche dorado  la “famosa e incorruptible” zapatilla de cristal a su medida. Nora García es la protagonista cuya preferencia apunta al diseñador Salvatore Ferragamo nacido para “diseñar zapatos”.
La salud contrasta con la belleza en la mujer que usa tacones altos. Éstos deforman el pie con juanetes, pero transforman la sensualidad de las mujeres y las llena de deleite. Unos zapatos estilete pueden convertir a una mujer en una “vampiresa”.
La protagonista empieza a escribir la historia de su vida sintiéndose disminuida a la par de Navokov. Es una mujer que “ama desesperadamente” pero no termina como otras heroínas de novelas, en el suicidio, sino que su tragedia consiste en “una paulatina deformación del pie izquierdo que le produce un dolor continuo y mediocre”, que resiste una comparación negativa con las santas mártires del cristianismo, que sufrieron la amputación de un seno, desollamiento o crucifixión. 
Historia familiar
Esta inferioridad suya está en el origen, judíos-rusos, y en un exilio menor en México, al sur del río Bravo y no en EE. U.U, donde su educación hubiera sido otra y su inglés perfecto como el de Carlos Fuentes. La suya es una tragedia necia, la de una mujer que ama demasiado y alguna vez usó tacones.
Su versión de la historia familiar es que en el exilio de los padres éstos no habían hecho nada grandioso, su madre siguió simplemente al aventurero de su padre, luego llegó su tío Aliosha, de vergonzosa profesión: zapatero, que nunca hizo un zapato entero y tenía una tienda de pieles de poca calidad. La familia llegó a vender zapatos elegantes a precios bajos pero nunca podrían igualarse a Ferragamo o los actuales diseños de Yves Saint Laurent, Armani o Coco Chanel. Todavía muy niña, en la zapatería familiar, Nora García, sabía distinguir la elegancia de esos zapatos, elegantes, cómodos, graciosos, una maravilla.
Ella admira a diseñadores como Ferragamo, Manolo Blahnik, André Perugia, abocados a la búsqueda de la belleza en zapatos hechos a medida con las más ricas pieles, colores, bordado, pedrería. O nos cuenta que Ctalina de Médicis fue la primera mujer que usó zapatos de tacón alto. Nora dice ¡Me encantan, pero me hacen daño!
Nos transmite una información del Times de julio de 1989 sobre una exposición que exhibe el zapato que María Antonieta perdiera antes de subir al cadalso. Esa época en que las mujeres aun quedaban en sus casas bordando, mientras los hombres perdían sus cabezas en la guillotina. Los hombres y María Antonieta, claro.
La escritura de la novela
Y de pronto el texto sustituye al zapato en este relato, cuando la protagonista-escritora nos hace saber su pretensión de escribir un texto tan fino como los zapatos finos diseñados por Ferragamo o André Perugia. Ella establece sus precursores en los fabricantes de zapatos finos. Ella hará de la “finura” el rasgo de su escritura y algo más. Ferragamo confeccionó el calzado para la mujer de Mussolini y para artistas de cine como Claudia Cardinale, Sofía Loren, Ingrid Berman. La actualidad en las series de TV aparece a través de The Sex and the City donde Sarah Jessica Parker convierte en objetos de colección los zapatos de Blahnik, que modelos delgadísimas calzan en revistas de moda como Elle, Vogue, Paula, Marie Claire.
Obsesión por los zapatos y por la novela, por la escritura de la novela, por el plan de la novela. La novela como un camino por andar al igual que Santa Teresa, San Ingacio o San Juan y los franciscanos seráficos de México. Y para andar necesitará unos zapatos que calzar y no cualquier zapato: “El zapato, si bello y de alta calidad, pisa fuerte”.
Calzar zapatos de diseñador induce en la protagonista la emergencia de una deformación y de un dolor que contrasta con el ideal de belleza del tacón aguja.
Manifiesta tener “mentalidad de abonera”, como su padre, que calza perfectamente con tener juanetes.
El goce de los zapatos.-
Sacher Masoch, a los pies de su amada que lo ofende con el pie (La Venus de las pieles), las bellas pantuflas de Madame Bovary  observadas con embeleso por el notario, Perseo con alas en los pies concedidas por los dioses, como las concedidas a las bóvedas de los pies por los tacones altos. En el Museo Albert y Victoria de Londres encuentra la sala donde se exhiben los zapatos del genial Ferragamo, mira unos zapatos transparentes que dan la ilusión de desnudez. Y se dice a sí misma: “nada, nada, nada me impedirá comprarme un par de zapatos de ese genial diseñador”.
El goce que provoca el zapato comanda la narración, derivándola a la intensidad de un deseo de posesión de tal objeto.
El problema de la belleza.-
El único par Ferragamo de hechura perfecta que soluciona el problema de la belleza  y el de la comodidad de su pie izquierdo, el que tiene el juanete. El defecto del pie y del cuerpo. El calzado ideal, demasiado caro, necesario para que funcione la escritura de su novela. El precio de su goce.
El problema de la escritura.-
Y al fin, la escritora-protagonista,  se sentará a escribir ofreciendo una promesa a Santa Teresa de Jesús, la descalza, de que calzará esos zapatos Ferragamo que se acaba de comprar sólo para escribir, como lo hace ahora escuchando a Bach, fumando y tomando un oporto y comiendo turrón de yema.
Lo que vendrá en este libro, cada uno lo tiene que leer  por sí mismo, porque antes que contarse es mejor que cada lector recorra estos fragmentos de vida de Nora García que, como quiere la autora, reunidos, forman otra historia o la misma historia.
Y así por un rato al menos, el que nos depare la lectura de estos relatos, calcemos los zapatos que nos propone Margo Glantz para caminar por los intersticios de su escritura allí donde se consuma la “trabazón interna en la que cobra sentido lo fragmentario de los textos.
CONCLUSIONES.-
Margo Glantz mezcla en este libro, la autobiografía, la novela, el ensayo, la crítica, el aforismo y la poesía, tal como expresa Elena Poniatowska.
De la autobiografía advertimos en Zapatos: andante…que su medida está en la “mentalidad abonera”  tal como su padre, ella calza ese zapato, esta es su identificación;  mientras que la medida de su fantasma es el zapato de cristal incorruptible de la Cenicienta, que tiene más que ver con la genealogía por línea materna, ya que zapatero era la ocupación de su tío Aliosha, profesión nefasta y vergonzosa para la familia.  La sexualidad, la diferencia sexual incluso, se cuela en esta vergüenza  “nunca he sabido si confeccionaba zapatos de hombre o de mujer”. Ella mira lo femenino en los zapatos.
Esta falta estará entonces presente en su obsesión por los zapatos a los que, según dice, pretende volver “heroica”. Dignifica la falta al adherir su gusto a la estirpe del genial diseñador de zapatos Salvatore Ferragamo. Con estos zapatos que llevan el nombre de este gran artesano italiano consigue compensar el defecto de “un exilio menor” familiar, el de una profesión familiar vergonzosa, el enigma de la feminidad  y el defecto del cuerpo que duele y molesta.
Pero no hay remedios absolutos, y su identificación como su fantasma conviven con un resto sin medida, corruptible, una protuberancia, un defecto que solo se puede tratar de disimular, porque incomoda, perturba tanto al cuerpo sentido como a la estética, se trata del juanete en su pie izquierdo, que provoca un afecto en exceso y un goce eternizado en el objeto que disimula la deformidad, el zapato fino, como una segunda piel.
Pero la cosa no termina en el zapato para Margo Glantz, porque ella hará de los zapatos un apoyo gozoso y versátil, un instrumento ineludible para recorrer una escritura acerca de lo femenino que requiere de una condición: la habilidad de un artista equiparable a la de un gran artesano del zapato, para diseñar un texto tan fino, como una segunda piel.
Y entonces los zapatos, ese objeto fijo, condensador de goce, se invisten de alitas como las sandalias de Hermes y la elevan a Nora García o a Margo Glantz a recorrer con elocuencia las fronteras entre textualidades, culturas y lugares, en un viaje culto, popular, femenino y delicioso, haciendo estallar las palabras para conseguir iluminar los intersticios y borrones de ese Otro modo de ser, en la piel de una mujer como Nora García que a diferencia de la Nora de Ibsen no precisa irse de casa para nombrar la “oscuridad secular, nuestro íntimo narcisismo, nuestras pequeñas diferencias” para dar comienzo a una historia que valga ser distinta para ellas.
Bibliografía
-Rivas, Víctor Gerardo. Margo Glantz: poética de una vida. UNAM. http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/margoglantz/pcuartonivel.jsp?
-Glantz, Margo. Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador. Ed. Anagrama. Barcelona. 2005.
-Poniatowsca, Elena.  En vez de un homenaje, una zapatería para Margo Glantz. Segundos Zapatos.  http://www.jornada.unam.mx/2010/01/31/cultura/a04a1cul.
-Glantz, Margo. Onda y escritura: jóvenes de 20 a 30 http://www.cervantesvirtual.com/obra/onda-y-escritura-jovenes-de-20-a-33--0/
-Poniatowska, E. Op. Cit. Séptimos Zapatos.
-Glantz. M.  Las hijas de Malinche. Rosario Castellanos: ¿indigenismo? http://www.biblioteca.org.ar/libros/300293.pdf