“Siendo yo un joven estudiante, el deseo de leer el inmortal Don Quijote en el original cervantino me llevó a aprender, sin maestros, la bella lengua castellana… “. (1)
Esta nota da la medida del importante y selecto compromiso de Sigmund Freud con la literatura.
A ello se añade, en el inicio propiamente dicho de su obra, una carta dirigida a Emil Fluss en la que la elección literaria de Freud se muestra de nuevo en su distinción selecta. Se refiere allí a pasajes de Virgilio y Edipo rey:
“En latín nos dieron un pasaje de Virgilio que casualmente había leído, cierto tiempo atrás, por mi cuenta… La prueba de griego, para la que dieron un pasaje de 33 versos del Edipo rey, salió algo mejor… También este pasaje lo había leído por mi cuenta, sin ocultar tal circunstancia… “. (1)