martes, 21 de julio de 2015

Recordando a Alberto Estévez, co-fundador de Liter-a-tulia y creador de su nombre

Tengo presente, como si lo viviera ahora mismo, el momento en que, junto con Gustavo Dessal, en el vestíbulo de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, los tres comenzamos a pergeñar ese espacio literario, Liter-a-tulia, que tantas satisfacciones nos entregó y seguirá entregando, pues ese sería el deseo de Alberto. Allí vertió alrededor de cincuenta y tantos artículos acerca de novelas, cuentos, presentaciones de libros, etc., recopilados y que, como regalo de su cincuenta cumpleaños, Gustavo y yo le entregamos en un libro que recibió emocionado.

Tampoco podré, jamás, jamás, borrar su grandioso afecto. Aquella mañana de hace unos tres meses, cuando recibo la llamada de Alberto para agradecerme el abrazo con el que nos habíamos despedido el día anterior después de haber estado cenando y hablando, junto con Gustavo, de los planes que teníamos los tres para Liter-a-tulia. En ese momento se me estremeció el cuerpo. No lo podré olvidar jamás.

Hace justamente un año, por el mes de Julio, realizando un esfuerzo notable –peleaba ya con la enfermedad— intervino en el curso Lengüajes, invitado por Sergio Larriera, en la que creo que fue su última intervención pública. Nos hablaba entonces, con su voz envolvente, con su dramatismo inigualable, del último relato de Dublineses, Los muertos, de James Joyce. Su voz caía, entonces, suave, como aquella nieve sobre los ponientes de los campos de Irlanda.

Desde la humildad de su Estévez, evocaba otro apellido ilustre, el de John Houston, y la belleza que éste supo extraer del texto de Joyce para convertirlo en película memorable. Hoy, las comas, los puntos, las palabras, los verbos, que con tanta delicadeza manejaba Alberto en su texto, se trastocan en los nuestros, haciéndonos más difícil la comprensión de la vida. Sin caer en la inutilidad de la maldición, aquella belleza nos hace sentir, en el momento en que recordamos al amigo Alberto, el frío que contenía. Hoy, esa  nieve final nos golpea dolorosamente el cuerpo.

No podemos, por menos, que sentir la ambigüedad de la pasión, de la vida que él evocaba en los versos del poeta andaluz Juan Peña, inspirados en este mismo relato de James Joyce:

Pese a la enfermedad, la desgracia, el cansancio,
Llevar en la mirada una pasión
Que la vida nos duela,
Que sea frágil y hermosa, como una nieve oscura
Cayéndote en los ojos.”

La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita, como bien decía el protagonista de El cartero, de Pablo Neruda. Tú necesitaste esta poesía, y te tomamos la palabra Alberto, porque necesitamos, más que nunca, dejarnos seducir por ella. Aunque es difícil, ahora, creer en la vida, al menos mientras sigamos escuchando su canción, bella y triste, frágil y hermosa, te recordaremos.

Hasta siempre hermano.


Miguel Alonso

lunes, 20 de julio de 2015

Adiós a Alberto Estévez, co-fundador de Liter-a-tulia e inventor de su nombre

Tal vez porque la muerte sigue inspirándonos un sagrado temor, solemos elevar hacia alturas inabarcables al ser querido que nos ha dejado, y nos esforzamos por convertirlo en alguien sublime. Pero esta vez no es preciso recurrir a la costumbre, porque siempre hemos sentido por ti, Alberto, un cariño incondicional. Y nos alegra que tú lo supieras, ya que eso puede al menos reconfortarnos un poco.

Hay personas que tienen el don de reunir un gran número de cualidades. No voy a enumerar las tuyas, porque no quisiera que esta despedida fuese un listado de alabanzas que -aun siendo verdaderas- sonarían a los habituales tópicos que se dicen en estas ocasiones.

Solo quiero evocar, a través de estas torpes palabras, todo lo que nos has dejado, y que conocemos tan bien: tu voz, tu sonrisa, tu inteligencia, el amor siempre disponible, la palabra justa, el sentido de la amistad y, por supuesto, esa cuidada elegancia que lograbas de un modo especial, en todas las facetas de lo cotidiano. Lo que de ti subsiste en nuestras vidas supera por fortuna lo que la muerte se ha llevado, y a ese magro consuelo querríamos aferramos hoy, pero nos resulta escaso. No podemos evitar que una inmensa ausencia se instale en la pequeña comunidad que formamos. Literatulia, ese espacio que no solo se nutrió de tu pensamiento, sino que recibió tu espíritu y tu gracia, seguirá adelante, porque creo que es el mejor homenaje que podemos hacerle al amigo tan amado: mantener vivo lo que tanto has contribuido a fundar, y sentir así que nos acompañas en el mundo de los sueños que entre todos fabricamos en esos viernes mágicos, leyendo y conversando sobre lo que nos ayuda a soportar las inclemencias de la vida.

Así nos despedimos de ti, querido amigo. Aturdidos por tu partida, seguiremos pese a todo hablando. Ya lo sabes: nos han quedado muchos libros por leer, muchas cosas por contarnos, y no quiero concluir con una frase que trate de aliviar nuestra pena, porque a esta altura no vamos a engañarnos. Esto no tendría que haber sucedido, no tendríamos que estar aquí reunidos por este motivo. Pero lo cierto es que nos hemos despertado esta mañana, y la noticia sigue siendo real. Danos tiempo, tristeza, danos tiempo para que seamos capaces de asumir lo que ha pasado. 

Gustavo Dessal

In memorian. A nuestro amigo Alberto Estévez, co-fundador de Liter-a-tulia e inventor de su nombre

A NUESTRO AMIGO ALBERTO

Nada parece detenerse en la indolencia habitual
caliente y ruidosa del día de hoy, y de los días

No se detiene el teléfono, la voz parlanchina,
el trajín inmutable que insiste en avanzar y respirar

Solo unos pocos seres, rebeldes a la indiferencia,
lloran ante este caminar implacable
que pisa la hierba y las flores, insensible

Solo un grupo señalado por la ausencia
siente frío y guarda silencio
en medio de un devenir absurdo e irreverente

Latir de corazones apenas perceptible, casi ínfimo,
herido por algo punzante que arranca del pecho
la esperanza, el futuro, la alegría de compartir

Y algunos, los cercanos, perdemos el apetito y el sueño,
y perdemos el espacio donde un amigo
nos hizo reír y llorar, de viva voz

Y algunos quedamos suspendidos en medio
de este despliegue gris de los días
sin consuelo, ni comprensión, ni cura posible

porque algo ha cambiado para nosotros desde hoy
aunque en apariencia y si miras sin ver

            nada parezca detenerse en la indolencia habitual
            de este día, y de los días

Sara Veiras