lunes, 26 de julio de 2010

Meditaciones literarias II: A la Poesia, al Poeta

Uno de los versos que, a mi parecer, merecen estar en cualquier antología de la más excelsa poesía, fue escrito por Leopoldo María Panero:

"Lo que yo soy sólo lo sabe el verso"

Es la bella perfección de la derrota. La Poesía como potencia del acto más audaz que el ser acomete en el seno de la lengua. Más allá de todo orden, el Poeta limita con su ruptura, con la desnudez del sentido, solicitando al sonido resonancias de una verdad que mora, indefectiblemente, en una lengua desde siempre perdida.

Paradoja de la belleza. “Lo que yo soy sólo lo sabe el verso”. Lugar de llegada, sosiego donde se apaciguan las pasiones y el deseo, como Nietzsche sugería acerca de la Belleza en Así habló Zaratustra. Pero no se puede eludir el desasosiego que este verso acoge. En sus Elegías de Dunio, Elegía I, Rainer Maria Rilke sabe algo esencial que consuena con el verso de Panero: “Lo bello no es nada más que el comienzo de lo terrible”.

"Lo que yo soy sólo lo sabe el verso". La belleza como saber hacer por parte del Poeta, construcción de una morada que se erige en el borde del abismo, que es suyo... y nuestro.

Miguel Ángel Alonso