miércoles, 4 de agosto de 2010

Meditaciones literarias III. El pasado. Mitología en el tiempo de la objetividad


No se puede eludir la ficción en el ámbito de lo puramente humano. La historia de cada sujeto lo muestra. Jacques Lacan en el Seminario Los escritos técnicos de Freud sostiene lo siguiente:

La historia no es el pasado. La historia es el pasado historizado en el presente, historizado en el presente porque ha sido vivido en el pasado

Las resonancias son evidentes con lo que Jorge Luis Borges expone en sus entrevistas radiofónicas recogidas en el libro Diálogos. Para él, la falibilidad de los hablantes, la falibilidad de sus recuerdos, hace que la narración que cada uno realiza acerca de su vida pasada no pueda ser más que una proyección, una imagen de su historia “real”, una mitología, la leyenda de un pasado que, contrariamente a la creencia que se tiene de él, es modificable.

El pasado, entonces, no puede ser objetivado asimilándolo a una realidad inequívoca. La realidad del pasado subjetivo sólo puede ser narrativa, novela singular y particular de un ser sujeto a la palabra. Esta circunstancia daría cuenta de la potencia de la narración, la potencia de la ficción como resorte vital, ineludible, para la construcción de una realidad en la que puedan desarrollarse los afectos y sentimientos de los seres hablantes.

Y para abundar en la cuestión, Jorge Luis Borges aún va más lejos. Si ampliamos esta idea al terreno de la historia universal, señala en Diálogos:

“... cada país tiene su mitología privada, la historia de cada país es una cariñosa mitología, que quizá no se parezca en nada a la realidad

El corolario podría ser el siguiente: no hay universo puro, en lo subjetivo, para dar morada a la diosa objetividad. La realidad de los sujetos no puede ser sin la ficción.

Miguel Ángel Alonso

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