Es preciso resaltar el acierto en la elección de esta novela para el debate que nos convocó en la sexta tertulia. Porque es una historia donde se producen una serie de encuentros trascendentes, formidables, de los que no siempre ocurren en las vidas. Dialéctica entre subjetividades, en la que se muestran las contradicciones, los cuestionamientos, las críticas, los deseos, dialéctica entre vidas, entre conceptos, reunida en una obra que contiene elementos que suelen habitar en las grandes obras de la literatura. Entre todos estos encuentros destaca el de La escritora y Emerenc, colocadas frente a frente, sirviéndose en la tertulia de nuestras palabras para amarse, para odiarse, para rechazarse, para completarse, para comunicarse, y para incomunicarse, para servirse de la razón o de la sinrazón. ¿Qué tenían la una para la otra? ¿Qué don posee Emerenc que convoca a todos a su alrededor? ¿La escritora es una niña bien o una mujer desamparada? ¿Será esta obra la metáfora de una lucha que cada uno tenemos que solventar en nuestra subjetividad? ¿Son dos filosofías de vida, una práctica y una teórica? ¿Emerenc ejerce una vida que no está en los libros de la intelectualidad, y la escritora, en su faceta de niña bien, ejerce una vida intelectual, poco realista, y cegada por la fama? ¿Es la historia de un encuentro o de un desencuentro? ¿Es el enfrentamiento de dos mundos, los que barren y los que no barren, los amos y los esclavos?
Emerenc y la escritora son personajes provenientes de mundos diferentes, enseñan, en lo contingente de un encuentro prolongado en el tiempo, la dificultad que tienen los seres humanos para establecer una comunicación satisfactoria, o lo que es lo mismo, que en las relaciones humanas siempre hay algo imposible, algo que distorsiona las vidas, algo que tiene que ver con la “no relación”.
Los personajes
Surgen como dos mundos, transitando la misma senda, unas veces de la mano, otras soltándose, siempre con la mediación de los encuentros y los desencuentros.
Emerenc, un personaje literariamente fascinante, tiene muy marcadas las tragedias de su vida, pero a la vez posee unas virtudes impresionantes, una energía fuera de lo común, de fortaleza espiritual, física, entregada a los demás, generosa con los animales. Pero también aparece como brusca, manipuladora, con ansias de poder, dura, y hasta violenta. De esta forma, se deja ver a través de de una cierta ambigüedad aunque también planteándose un guión fijo que tiene que seguir en su vida. Se habló de ella desde muchas vertientes. Además de las ya expuestas, también apareció como alter ego de la escritora, como si representase la expresión de una de sus vertientes. Según esta concepción, el libro sería la metáfora de una lucha dentro de la subjetividad, un enorme enfrentamiento entre lo racional y lo irracional que poco a poco va convergiendo. Emerenc también fue vista como salvadora de vidas, humanas y animales, lo cual le habría ayudado a superar las muertes que jalonaron su adolescencia.
Por su parte, La escritora también surgió a través de muchas facetas, sobre todo una contraposición entre niña bien, intelectual, refugiada de la vida en los libros, oponiéndose a la posición que hacía referencia a que no sería una niña bien, sino una mujer desamparada y débil, en una situación de duelo que no acaba de resolver. Sus desgracias no aparecerían tan marcadas como en el caso de Emerenc pero se leen entre líneas. Va a misa porque es el único momento en que puede reencontrarse con sus padres fallecidos. Y cuando no está Emerenc es de una inconsistencia y debilidad enormes, no puede sostener su vida. En el comienzo de la novela dice “yo maté a Emernc y quería salvarla, no destruirla”. El deseo de salvar al otro puede tener esta torsión extraña en la que acabas destruyéndola.
Quizá estas dos mujeres se busquen una a la otra, pero cada una busca una cosa diferente, posiblemente la escritora busque una madre que perdió, y Emerenc busque a la escritora para cumplir su voluntad, para cumplir su deseo por encima de todo, para lo cual escogería un lugar desde donde puede dominar toda la escena y colocar a todos en el lugar que a ella le conviene.
Lo que pervive es la ambigüedad, por una parte parece que la novela muestra o nos hace creer que existe la relación entre los seres humanos, que finalmente es posible una relación. Por otro lado la autora nos dejaría en la duda de quien tiene razón y quien deja de tenerla. En este sentido nos dedica la novela a todos, construyendo algo para que dudemos, para que veamos la gran dificultad de la comunicación entre los seres humanos.
El amor
Una gran ambigüedad y ambivalencia se hizo sentir al respecto. El amor corría y escapaba en múltiples direcciones, afloraba y se desvanecía, Emernc se hacía amar y se hacía rechazar, y la escritora se situaba en una posición difícil de determinar.
La posición de Emerenc quizá se pueda sintetizar en la siguiente hipótesis. Tendría una imposibilidad de decir, a través del discurso, palabras que sustenten su afecto: “cuánto te quiero” o “cuanto quiero a todos los que me rodean”. Da todo lo que tiene, más no puede. No buscaba el poder, tenía una capacidad inagotable de satisfacer la demanda del Otro. La autora siempre se queja de que Emerenc no le pide nada, y la única vez que se lo pide, que se anima a hacer una demanda de amor por primera vez al Otro, se produce el único acto donde realiza lo peor. Y eso significó para Emerenc la muerte, el deseo de no seguir viva. Emerenc, entonces, se sostendría en el amor, en el respeto a una ética que había sostenido su vida entera.
Pero otras veces, su conducta, su brusquedad, incluso su violencia, hacen de ella un personaje difícil en relación al amor.
La página 99 daría una de las claves de la novela. Allí plantea el cariño como una emoción desarticulada por excelencia, sin fórmulas precisas. La autora es elegida por Emerenc como su verdadera heredera en una de las escenas que resulta más espectaculares, cuando le pide que le deje la habitación de la madre para recibir una visita. Ahí supimos que se trataba de esa niña que había salvado durante la guerra, visita que no llega después de haber colocado los objetos más preciados para recibirla, lo que produce un estado de desesperación formidable. Después de este acontecimiento, cuando la escritora va a visitarla a la casa, le pide cenar colocándose en el lugar de esa niña, momento en el que queda incorporada en la vida de Emerenc de forma total.
Pero el cariño está desregulado siempre. El libro contendría una verdadera historia de amor en la que la escritora tuvo ese gran fallo que anuncia en el principio: “yo maté a Emernc y quería salvarla, no destruirla”
La traición
Apareció la estructura de la traición, más allá de que la autora lo supiese. Más allá del yo existe el inconsciente y se pone en juego la ética universal. Desde este lugar, la autora transmite una imposibilidad que tienen determinados intelectuales que comprenden los significantes del Otro, pero no saben lo que es amar. Emerenc daba pistas por todos los lados, ya no sólo del amor que sentía por esta hija que nunca tuvo, sino también de una ética admirable. Sin embargo, se habría encontrado con la soberbia y la vanidad de la escritora. Su traición a esa mujer, que era una madre para la escritora, tendría, entonces, algo de imperdonable. Una traición de esta magnitud llevaría a la venganza, y la única forma que tenía esta mujer de ejercerla era dejar de existir. Es la respuesta a una tensión, porque lo que estaba en juego era el reconocimiento del amor, y La escritora no pudo superar los prejuicios intelectuales que tenía. En el momento que más la necesita, se ausenta. Ahí comenzaría la traición al amor incondicional y a la ética que la escritora no pudo entender.
Otra vertiente de la traición sería un lugar donde el libro viene a mostrar algo que todas las obras grandiosas, literarias y universales, tienen. ¿En qué sentido se tomaría, entonces, la traición? No en el sentido más inmediato del término, sino en el sentido de que cada vez que uno tiene que hacer algo verdaderamente decisivo, cuando el otro espera todo de nosotros, estamos condenados a fallar. Eso era algo que ya mostraba la primera novela que comentamos en esta tertulia, Chesil Beach de Ian McEwan. ¿Quién es el bueno? ¿Quién el malo?, ¿Quién traiciona? No importa, la cuestión es que hay algo más allá de las intenciones y de la ética de cada uno. Fallamos. En Chesil Beach hubiera bastado una palabra más o una menos, pero siempre en el momento crucial cometemos la traición, no la de la mala fe, sino el hecho de que estamos destinados a fallar, a mostrar que, finalmente, estamos completamente solos.
Y una tercera posición sobre la traición haría referencia a ella como una liberación de la escritora respecto a la dependencia emocional que tiene, tan fuerte, del marido, y de Emerenc.
La temática amo-esclavo
Habría también una temática en el libro, investigada en las grandes obras de la literatura, temática de las más fundamentales a lo largo de la historia humana, la del amo y el esclavo. Se ha sostenido esta relación durante siglos y siglos de filosofía. Cuando Emerenc dice que hay dos categorías de seres humanos, los que barren y los que no –es su forma pedestre de expresar que hay amos y esclavos. Pero lo grandioso de la novela, como lo hace la tradición literaria, es mostrar la dificultad para situar quién es el amo y quién el esclavo. Toda la dinámica de la novela escribe esto como signo constante y permanente donde aquél que pareciera ser el amo termina adoptando el papel de esclavo, y el que parecía esclavo termina convirtiéndose en el amo. Pero no es algo que se defina claramente, todo el tiempo está presente esta ambigüedad. Puede interpretarse que Emerenc termina ocupando el lugar de amo y la escritora el de esclava, porque aunque sobreviva, queda esclavizada, tiene que dedicar su vida a lavar su culpa, saldar su deuda a través de la obra. Pero es difícil saber quien es el amo y quien el esclavo. Una de las cosas por las que estaríamos ante una obra grandiosa es porque muestra, en esta dualidad condenable de amo-esclavo, la complejidad, la ambigüedad, el pasaje permanente y sutil de un lugar a otro.
Una ética problemática
En Emerenc encontramos una cuestión ética difícil de resolver. Su deseo de salvar animales, niños, cosas, objetos, encuentra un límite. Cuando ve que en el otro no hay el más mínimo deseo de vivir, le ayuda a suicidarse. No vemos en ella el deseo de salvar a toda costa, sino que, en su deseo de salvar a todos, encuentra ese límite. Sería toda una cuestión ética, el respeto de una decisión ante la muerte. Hay personas que se dejan morir, que ya no quieren vivir más, es lo que finalmente le ocurre a ella misma, no le compensa vivir, y lo sabe.
La culpa
Lo que parece estar fuera de dudas es que la escritora considera que algo en su acción tuvo consecuencias nefastas, porque se hace responsable de esa acción. Escribe la novela después de la muerte de la asistenta para perdonarse a sí misma, por la sensación de culpa de no haber respondido como la asistente hubiese respondido en su caso.
Liter-a-tulia
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