Comentario de Gustavo Dessal:
Para mi gusto hay algo poco creíble en el libro de Milena Agus. Comencé a darme cuenta a partir del momento en que la autora declina ese rosario de fantasmas sexuales. En la coherencia semántica del personaje eso no cuadra. Se puede decir que no es una loca en el sentido clínico del término, si adoptásemos ese punto de vista para trabajar la novela.
Para mi gusto hay algo poco creíble en el libro de Milena Agus. Comencé a darme cuenta a partir del momento en que la autora declina ese rosario de fantasmas sexuales. En la coherencia semántica del personaje eso no cuadra. Se puede decir que no es una loca en el sentido clínico del término, si adoptásemos ese punto de vista para trabajar la novela.
Pero el tema de lo femenino me parece apasionante, la locura de la feminidad, esa locura que desde los tiempos más remotos de la humanidad se asocia a la potencia de lo femenino. El primer contacto que tuve con esta cuestión fue Dostoievski con una novelita muy pequeña que se llama Nietoschka Nezvanova que está escrita en primera persona y que relata la historia de una mujer. Leí esa obra cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años, y me pregunté entonces qué es lo que uno tenía que hacer, qué experiencia de vida había que tener para poder llegar a conocer la mentalidad, los sentimientos de una mujer, para ser capaz de escribir una cosa así. Porque no terminaba de comprender si era suficiente con el genio literario para poder llegar a eso. Y efectivamente, yo comparto una cuestión que me parece cierta. Por supuesto, no voy a establecer una definición acerca de si los hombres escriben o no mejor que las mujeres, lo que sí me parece pertinente es preguntar por qué los autores hombres, cuando se trata de la temática de lo femenino, trasmiten algo mucho más verdadero que cuando son las mujeres las que escriben sobre ese mismo tema, salvo casos excepcionales y grandiosos como Marguerite Duras, que es una de las grandes plumas femeninas capaz de tocar la temática de la feminidad sin caer en esta acumulación de tópicos sobre lo femenino, como muchas autoras que desgranan la clásica serie de lo ilimitado, la pasión, el otro hombre, etc. Coetze, por ejemplo, es un autor que ha escrito sobre lo femenino de un modo impresionante, por ejemplo en sus novelas La edad de hierro y En medio de ninguna parte; es algo absolutamente sublime, cómo un hombre que, por lo poco que sabemos de Coetze, es una especie de ermitaño, puede llegar de esa manera a captar lo imposible de decir sobre la femineidad. Es una sabiduría que no proviene de la experiencia, quiero decir del hecho de conocer a muchas mujeres. Este punto, que sólo puedo enunciar, me parece un tema apasionante: cómo algunos hombres escritores, cuando se ponen a la tarea de escribir sobre lo femenino, pueden alcanzar una aproximación a una verdad, que las mujeres, salvo casos excepcionales (y, recalco, sobre este tema) no llegan a tocar.
Comentario de Silvia Lagouarde:
He trabajado en los movimientos feministas, he leído literatura feminista, y jamás me ha gustado esa literatura. En general, cada vez que leo un libro escrito por una mujer, no me identifico como mujer. En cambio, leo a determinados autores masculinos y me pregunto cómo pueden entender tanto la posición femenina. No puedo dejar de nombrar a Stefan Zweig, Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Ana Karenina, Madame Bovary. Lógicamente, no vamos a comparar esa literatura clásica con la de Milena Agus, lo que quiero decir es que estas obras clásicas son escritas por hombres.
El texto me provocó rechazo. Fui a comprar otro texto de ella y la reacción que tuve fue la misma. No me gusta este tipo de estructura narrativa.
El texto no me pareció creíble, está lleno de parches, es costumbrista y es feminista, con una pretensión pedagógica absolutamente inocente. Y no me sugiere ningún cariño esa abuela. Hay algo que no le encaja al personaje. No le creo nada, me parece una débil mental, no me identifico como mujer con esa mujer. De pronto encontramos esa dinámica de ser objeto, de ser sujeto. Es un gran problema femenino, presentarse como objeto, después ser rescatada como sujeto. Y tal como lo plantea esta escritora tampoco me interesa. Ella es objeto total que no puede nunca amalgamar el amor. Esa manera de vivir el amor no me la creo.
Además veo el libro lleno de parches. Todo transcurre muy rápido, y no hay un personaje que se salve, que sea real, que se pueda creer. En definitiva, no veo a esta mujer como una buena escritora. En otra novela suya que también leí sigue con la misma problemática femenina, una obsesión con ocupar ese lugar imposible que quiere ocupar toda mujer en el amor.
Y finalmente, quiero decir que el desenlace me pareció un recurso de taller literario.
Comentario de Graciela Kasanetz:
No me gustó este libro, ni otro que leí de Milena Agus, Mientras duerme el tiburón. Estoy de acuerdo en que es una escritora de taller literario, de best sellers, que dice que hay que poner tres gotas de esto, otras dos de esto, cinco de lo otro, sexo por supuesto, y cuanto más perverso mejor, lo mezclamos, lo batimos, y no se le da mal escribir, pero los personajes no tienen calado.
He trabajado en los movimientos feministas, he leído literatura feminista, y jamás me ha gustado esa literatura. En general, cada vez que leo un libro escrito por una mujer, no me identifico como mujer. En cambio, leo a determinados autores masculinos y me pregunto cómo pueden entender tanto la posición femenina. No puedo dejar de nombrar a Stefan Zweig, Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Ana Karenina, Madame Bovary. Lógicamente, no vamos a comparar esa literatura clásica con la de Milena Agus, lo que quiero decir es que estas obras clásicas son escritas por hombres.
El texto me provocó rechazo. Fui a comprar otro texto de ella y la reacción que tuve fue la misma. No me gusta este tipo de estructura narrativa.
El texto no me pareció creíble, está lleno de parches, es costumbrista y es feminista, con una pretensión pedagógica absolutamente inocente. Y no me sugiere ningún cariño esa abuela. Hay algo que no le encaja al personaje. No le creo nada, me parece una débil mental, no me identifico como mujer con esa mujer. De pronto encontramos esa dinámica de ser objeto, de ser sujeto. Es un gran problema femenino, presentarse como objeto, después ser rescatada como sujeto. Y tal como lo plantea esta escritora tampoco me interesa. Ella es objeto total que no puede nunca amalgamar el amor. Esa manera de vivir el amor no me la creo.
Además veo el libro lleno de parches. Todo transcurre muy rápido, y no hay un personaje que se salve, que sea real, que se pueda creer. En definitiva, no veo a esta mujer como una buena escritora. En otra novela suya que también leí sigue con la misma problemática femenina, una obsesión con ocupar ese lugar imposible que quiere ocupar toda mujer en el amor.
Y finalmente, quiero decir que el desenlace me pareció un recurso de taller literario.
Comentario de Graciela Kasanetz:
No me gustó este libro, ni otro que leí de Milena Agus, Mientras duerme el tiburón. Estoy de acuerdo en que es una escritora de taller literario, de best sellers, que dice que hay que poner tres gotas de esto, otras dos de esto, cinco de lo otro, sexo por supuesto, y cuanto más perverso mejor, lo mezclamos, lo batimos, y no se le da mal escribir, pero los personajes no tienen calado.
Por casualidad leí Mientras duerme el tiburón, que es, más o menos, un poco de cada cosa, y lo leí en paralelo con El día antes de la felicidad de Erri De Luca. Era tan abismal la diferencia de profundidad y conocimiento de la condición humana, que es lo que define a un gran escritor, además del estilo, que yo no creí los libros de Milena Agus. En ningún momento encontré la profundidad del personaje. En algunas cosas me ha hecho acordar a otras escritoras que tampoco me gustan en su forma de escribir. Pienso que no les da calado a los personajes. No es casualidad que no desarrolle las oportunidades que tiene de indagar en ellos, y creo que el final es uno de los trucos de los talleres. Me apena que nos pongan estos ganchos.
Y por otro lado, respecto a los fantasmas de esta mujer, yo no sé si son estos o no lo son, sí debo decir que en Mientras duerme el tiburón, las cuestiones sexuales son absolutamente perversas pero sin dar ninguna clave de por qué alguien podía meterse por ahí.
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