lunes, 29 de noviembre de 2010

¿Fue él? de Stephan Zweig. Comentario de Beatriz García

Los recursos literarios hay que tomarlos como tales. No se trata aquí de pararse a pensar como son los perros, dado que estamos en la literatura.
Me parece muy interesante la reflexión de Silvia Lagouarde acerca de la vida real del autor y del auge del nazismo en esa época. Abundando en la cuestión del título, ¿Fue él?, me parece que tiene importancia en relación con lo que ella planteaba. Como se preguntaba Alberto Estévez, ¿por qué insistir en la pregunta si todo parece tan claro? Quizá tiene que ver con que todos fueron responsables de lo sucedido en la medida en que fueron dejando crecer el horror que al final se precipita y que se veía venir.
Se trata de la oblatividad y generosidad sin límites de ese hombre tan espantoso, Limpley, que con su modo absurdo de tratar al perro logra convertirlo en una criatura absolutamente dependiente y cargada de odio. Es un trasunto de lo que sucede en las relaciones humanas. Algo así creo que decía Lacan: amor con odio se paga, que viene a hablar del odio que produce la posición del que puede dar, situándose en una posición de dominio y situando al que recibe como carente. Es la actitud absurda de este hombre lo que genera el odio en el perro, dependiente del capricho de un amo arbitrario.
En cualquier caso, ninguno de los personajes hace nada para cambiar el destino que se va perfilando como inevitable para el lector pero al que todos parecen ciegos. Todos, de alguna forma, lo van soportando, lo van aguantando, nadie hace nada y se deja crecer esa bola que va conformando a un animal completamente enloquecido y lleno de odio. Reitero, todos son buenas personas y nadie hace nada para evitar el desastre. Este tipo de irresponsabilidad es quizá un trasunto del contexto social en el que se gesta el nazismo. El mal que se deja ir creciendo bajo una aparente placidez. Pero claro, al final todo termina de manera trágica.

Beatriz Garíca

No hay comentarios: