Lo que resalta a primera vista es la economía de las palabras de Borges para describirnos unos personajes a través de muy pocos objetos. En toda la historia del relato, el seguimiento de los objetos tiene una importancia fundamental: los objetos del campo, los objetos de los cuatreros y los objetos religiosos.
Por ejemplo, creo que la Biblia no es solamente un pequeño objeto que viene a mostrar la procedencia de los hermanos, esa línea protestante del norte de Europa, sino que es importante la referencia al versículo del comienzo, y también es importante la alusión del párroco aludiendo a otro párroco. Realmente, el cuento remite a la Biblia para llevar a cabo una especie de herejía. Porque estos dos bárbaros, los Nilsen, estaban curtidos, cultivados por este libro de tapa negra.
Hay una jugada de Borges contra la iglesia, contra la Biblia, único libro en una casa de pecadores que no pagan por los pecados. Lo vemos ya en la primera frase, donde se nos dice que Cristián muere de muerte natural. Es el colmo. Se pasaron la vida en pendencias y matando, pero nunca les llegó una cuchillada a tiempo, a ninguno de los dos, de tal manera que mueren de muerte natural.
Por otro lado, y también respecto a la Biblia, en ella había algunas inscripciones. Los hermanos no tienen historia, pero seguramente, en esas inscripciones estaban los días de bautismo. Era lo que se solía hacer.
Quiero detenerme ahora en la siguiente frase:
“... un breve y trágico cristal de la índole de los orilleros antiguos”.
Orilleros, palabra maravillosa que hace referencia a los suburbios de Buenos Aires. Me fijé también las palabras “breve” y “trágico”. Porque es verdad que en este cuento encontramos las características de la tragedia. Pero, a diferencia de la tragedia griega, esta tragedia criolla no tiene saga familiar, ni tiene las consecuencias de Edipo arrancándose los ojos. Es la pérdida del sentido de la tragedia, y es la tragedia de los emigrantes europeos en América. Lo trágico es que han perdido la historia, que están completamente desarraigados, que no tienen la saga familiar.
Y vemos la figura del coro, muy leve, pero es ese coro que goza con alevosía de lo que va a venir:
“El barrio, que tal vez lo supo antes que ellos, previó con alevosa alegría la rivalidad latente de los hermanos”.
El coro ya está prediciendo el desenlace que se estaba armando.
Tenemos, por tanto, los objetos del campo y los objetos religiosos, pero, además, la misma Juliana Burgos es un objeto, poseedora, a su vez, de otros objetos, un rosario y una cruz que le había dado su madre, objetos religiosos también.
En relación con los hermanos. Ellos conforman una pareja indisoluble. Que sean homosexuales reprimidos, como dice la interpretación psicoanalítica anglosajona, no me parece tan relevante. Una parte del psicoanálisis anglosajón planteó que, en este cuento de Borges, está reprimida la tendencia incestuosa, y que usaban a la mujer como objeto intermedio para gozar, porque no se animaban a tener el encuentro sexual directamente entre ellos. Es una interpretación psicoanalítica que me parece forzada. Estaría apoyada en el salmo bíblico citado anteriormente. En cualquier caso, hubiera o no homosexualidad, era una pareja indisoluble en la que no se podía introducir ningún tercero, porque se desestabilizaba.
Pero en un momento determinado, el cuento nos informa de que, sin saberlo, los hermanos estaban celándose. Creo que ahí sí hay una pequeña alusión al inconsciente. Ellos no sabían lo que les estaba pasando. Lo cual tendría que ver con el hecho de que no podían concebir el amor. Estaban hechos para las puñaladas, y cualquier cuestión que fuera del orden del amor no era para ellos asumible.
Al respecto, se podría establecer algún comentario. Hay algo que me extrañó en este cuento respecto al estatuto del amor. Estos hombres, ¿hasta qué punto son capaces de amar? En el contexto hay un momento chocante. Es cuando dice que estaba enamorado de la mujer de Cristián. Es decir, no tanto de Juliana Burgos, como de la mujer del hermano. Es clarísimo, está enamorado de la mujer del otro. Pero además, el diagnóstico del amor nos lo da el propio Borges en otra frase:
“En Turdera, los Nilsen, perdidos hasta entonces en la maraña (que también era una rutina) de aquel monstruoso amor”.
Y esta es la historia de un monstruoso amor, el de estos dos hombres que hay que imaginar que no fueron amados en la infancia. Estamos en una economía máxima de la palabra, lo cual se refleja en las cosas que se dicen entre los hermanos, y sobre todo en esa frase final:
“A trabajar hermano. Después nos ayudarán los caranchos. Hoy la maté”
Economía de las palabras. Incluso hay un momento en que la mandaron que se retirara porque iban a hablar en el patio. Yo pensaba, ¿qué van a hablar? Juliana se echó la siesta pero, inmediatamente, la levantaron. No son hombres de palabras, son hombres del acto para quienes la palabra se reduce a la mínima expresión.
Pero lo más trágico, además de la propia muerte de Juliana Burgos, es que en esa muerte vuelve a aparecer Antígona en el cadáver que queda insepulto y va a ser devorado por los caranchos. Y trágico es, también, que ellos mueran de muerte natural.
Por ejemplo, creo que la Biblia no es solamente un pequeño objeto que viene a mostrar la procedencia de los hermanos, esa línea protestante del norte de Europa, sino que es importante la referencia al versículo del comienzo, y también es importante la alusión del párroco aludiendo a otro párroco. Realmente, el cuento remite a la Biblia para llevar a cabo una especie de herejía. Porque estos dos bárbaros, los Nilsen, estaban curtidos, cultivados por este libro de tapa negra.
Hay una jugada de Borges contra la iglesia, contra la Biblia, único libro en una casa de pecadores que no pagan por los pecados. Lo vemos ya en la primera frase, donde se nos dice que Cristián muere de muerte natural. Es el colmo. Se pasaron la vida en pendencias y matando, pero nunca les llegó una cuchillada a tiempo, a ninguno de los dos, de tal manera que mueren de muerte natural.
Por otro lado, y también respecto a la Biblia, en ella había algunas inscripciones. Los hermanos no tienen historia, pero seguramente, en esas inscripciones estaban los días de bautismo. Era lo que se solía hacer.
Quiero detenerme ahora en la siguiente frase:
“... un breve y trágico cristal de la índole de los orilleros antiguos”.
Orilleros, palabra maravillosa que hace referencia a los suburbios de Buenos Aires. Me fijé también las palabras “breve” y “trágico”. Porque es verdad que en este cuento encontramos las características de la tragedia. Pero, a diferencia de la tragedia griega, esta tragedia criolla no tiene saga familiar, ni tiene las consecuencias de Edipo arrancándose los ojos. Es la pérdida del sentido de la tragedia, y es la tragedia de los emigrantes europeos en América. Lo trágico es que han perdido la historia, que están completamente desarraigados, que no tienen la saga familiar.
Y vemos la figura del coro, muy leve, pero es ese coro que goza con alevosía de lo que va a venir:
“El barrio, que tal vez lo supo antes que ellos, previó con alevosa alegría la rivalidad latente de los hermanos”.
El coro ya está prediciendo el desenlace que se estaba armando.
Tenemos, por tanto, los objetos del campo y los objetos religiosos, pero, además, la misma Juliana Burgos es un objeto, poseedora, a su vez, de otros objetos, un rosario y una cruz que le había dado su madre, objetos religiosos también.
En relación con los hermanos. Ellos conforman una pareja indisoluble. Que sean homosexuales reprimidos, como dice la interpretación psicoanalítica anglosajona, no me parece tan relevante. Una parte del psicoanálisis anglosajón planteó que, en este cuento de Borges, está reprimida la tendencia incestuosa, y que usaban a la mujer como objeto intermedio para gozar, porque no se animaban a tener el encuentro sexual directamente entre ellos. Es una interpretación psicoanalítica que me parece forzada. Estaría apoyada en el salmo bíblico citado anteriormente. En cualquier caso, hubiera o no homosexualidad, era una pareja indisoluble en la que no se podía introducir ningún tercero, porque se desestabilizaba.
Pero en un momento determinado, el cuento nos informa de que, sin saberlo, los hermanos estaban celándose. Creo que ahí sí hay una pequeña alusión al inconsciente. Ellos no sabían lo que les estaba pasando. Lo cual tendría que ver con el hecho de que no podían concebir el amor. Estaban hechos para las puñaladas, y cualquier cuestión que fuera del orden del amor no era para ellos asumible.
Al respecto, se podría establecer algún comentario. Hay algo que me extrañó en este cuento respecto al estatuto del amor. Estos hombres, ¿hasta qué punto son capaces de amar? En el contexto hay un momento chocante. Es cuando dice que estaba enamorado de la mujer de Cristián. Es decir, no tanto de Juliana Burgos, como de la mujer del hermano. Es clarísimo, está enamorado de la mujer del otro. Pero además, el diagnóstico del amor nos lo da el propio Borges en otra frase:
“En Turdera, los Nilsen, perdidos hasta entonces en la maraña (que también era una rutina) de aquel monstruoso amor”.
Y esta es la historia de un monstruoso amor, el de estos dos hombres que hay que imaginar que no fueron amados en la infancia. Estamos en una economía máxima de la palabra, lo cual se refleja en las cosas que se dicen entre los hermanos, y sobre todo en esa frase final:
“A trabajar hermano. Después nos ayudarán los caranchos. Hoy la maté”
Economía de las palabras. Incluso hay un momento en que la mandaron que se retirara porque iban a hablar en el patio. Yo pensaba, ¿qué van a hablar? Juliana se echó la siesta pero, inmediatamente, la levantaron. No son hombres de palabras, son hombres del acto para quienes la palabra se reduce a la mínima expresión.
Pero lo más trágico, además de la propia muerte de Juliana Burgos, es que en esa muerte vuelve a aparecer Antígona en el cadáver que queda insepulto y va a ser devorado por los caranchos. Y trágico es, también, que ellos mueran de muerte natural.
Rosa López
No hay comentarios:
Publicar un comentario