miércoles, 17 de octubre de 2012

Apertura de la primera reunión del 5º curso: "El Informe de Brodeck", de Philippe Claudel

Tengo ilusión en poder retomar la novela como género literario para la tertulia. En mi opinión la novela requiere un tratamiento diferente al relato corto y es su propio formato el que exige tomar cierta perspectiva a la hora de encarar su comentario porque resulta materialmente imposible una reflexión exhaustiva pegada al texto dada su extensión, cosa que el cuento sí permite porque además es un género en el que el detalle está privilegiado. En la novela éste no está ausente, pero el detalle tiene un formato menos preciso, no menos precioso.

No obstante, la novela nos aproxima más habitualmente al pensamiento del autor, en el cuento no es indispensable. Podría establecerse una diferencia que atribuyese al cuento una mayor especificidad frente a la novela que sería mucho más libre en contenido y forma, pero siempre y cuando no entendamos que el cuento conlleva mayor especialización en su lectura y postrero análisis, simplemente se trata de géneros literarios diferentes y los procedimientos para analizarlos también lo son, aunque puedan llegar a ser igual de meticulosos.

Justamente abordamos hoy una novela en la que el detalle, la minuciosidad, o su estructura esculpida con precisión algebraica invitan al análisis pormenorizado, este es uno de los motivos por los cuales creo muy oportuna su elección para hacer esta transición del cuento a la novela en este comienzo de curso, confío que el debate permita ir desgranándola.

Me gustaría empezar por la dedicatoria, en la que ya constatamos la presencia del pensamiento que inspira esta obra, la nada habita el ser, una nada que faculta justamente la posibilidad de la escritura como herramienta o tratamiento, como dice la novela, para calmar el corazón. Después nos aclara que también la dedica a su mujer y a su hija, sin las que no sería gran cosa, entonces igual que Brodeck, su protagonista. De nuevo retornamos a un precepto fundamental para pensar la escritura de ficción; el pasado viernes en la presentación que hicimos del libro de Gustavo, Demasiado rojo, él mismo citaba, todo lo que se escribe es autobiográfico, y por lo tanto, pensemos que el informe de Brodeck en mayor o menor medida es el informe de Claudel.

De eso se trata, hay que escribir un informe, pero ¿por qué? Es necesario, ¿para qué? Se nos dice que quien lo encarga argumenta que su factura es para que quien lo lea comprenda y perdone. Bueno, quedémonos con ello, pero tratemos de interrogarlo porque lo que les propongo va un poco más allá de la culpa y la comprensión, en mi lectura, en la de muchos de ustedes probablemente también, la elaboración del informe es un proceso que deviene un ejercicio de rectificación subjetiva, que es un término psicoanalítico que da cuenta de un viraje del paciente, un cambio de perspectiva sobre aquello que lo aqueja. Aquí podemos decir que el personaje se sirve del informe sobre lo sucedido en el pueblo para la elaboración y el atravesamiento del castigo que es su vida. El resultado es el saldo que deja dicho proceso en el sujeto Brodeck, repito la palabra proceso, pero no el informe propiamente dicho, ya ven lo que hace el autor con ello, deja que el alcalde lo queme, y qué más da, para Brodeck la experiencia ya está hecha y la prueba de que ha sido así es la aparición del acto, su marcha del pueblo.

Podemos ir haciendo un recorrido con su protagonista para ver qué cuestiones aislar en el transcurso de este proceso. Partimos de un lugar, el lugar que Brodeck ocupa es un lugar de excepción, de ahí parte él desde el comienzo de sus días. Él es el único, lo repite una y otra vez, el único al que excluyen del asesinato, pero antes ya era el único que celebró la llegada del Anderer al pueblo, y antes todavía el único que volvió del infierno del campo de concentración, que en realidad era el segundo infierno, ya que Fédorine lo tuvo que rescatar de un primer infierno siendo apenas un chiquillo. Encontramos pues esta repetición en su vida que da cuenta de la potencia de una posición que enmarca este significante “único” que lo fija al sujeto. El proceso de escritura que supone el informe va a atentar contra eso, va a desafiar esta posición de excepción, que también lleva apareada otra cuestión menos equívoca en cuanto a su significado que la excepción; me refiero a la exclusión. Hay algo de esto que se ha visto modificado para Brodeck, ya no será más aquel perro, ahora tiene un nombre, y se despide de nosotros rogando que no lo olvidemos.

La solución para Brodeck ha venido de la mano de la contingencia, le encargan un informe que le ha permitido otra escritura paralela sobre sí mismo y ahí el sujeto se ve confrontado a una decisión, abordarla o no, echarse atrás o no arredrarse para continuar vaciándose en dicha escritura. Cuando nos comenta que no quiere entregar el informe sin haber acabado su historia (p.228) claramente ambos quedan asociados en un formato que nos confirma que no es lo uno sin lo otro, y además, nos pone en la tesitura de cuál es el verdadero informe, porque desde el punto de vista del sujeto no hay duda que es el que realiza sobre sí mismo, con ello juega Claudel de principio a fin, y es la ironía del título.

Creo que esta diferenciación es clave, porque si el informe fuera exclusivamente la versión que hubiera podido Brodeck construir sobre el asesinato del Anderer como resultado de sus investigaciones y pesquisas estaríamos en condiciones de decir que nos vemos ante un texto que se inscribe en el género de la novela negra. Y no cabe duda de que a Claudel debe gustarle porque Brodeck es también un detective (segundo párrafo pág. 134), solo que ese matiz que el autor introduce, que en el hecho de salir a buscar la explicación de lo ocurrido en los otros en realidad lo que se le revela es algo de sí mismo dota a la novela de otro carácter. Cierto es que el protagonista nos advierte que desde pequeño le gustan las preguntas y los caminos que llevan a las respuestas, imaginarán que eso favorece la introspección del personaje y ahí la novela se vuelca decididamente hacia algo mucho más íntimo, más próximo a lo existencial.

Claudel tiene mucho que decir si de la existencia se trata, pero destacaría dos vectores fundamentales que utiliza el autor para desplegar su pensamiento sobre la existencia humana, uno es el sentimiento religioso del que hace un mixto, por una parte es una conjura contra la soledad, por otra un salvoconducto para hacer las cosas más horribles en nombre del Señor (pp.123 y 124), y creo que esta consideración alcanza su cénit en la frase Dios no es digno de la mayoría de nosotros (p. 178). El segundo vector de despliegue del pensamiento del autor es más complejo, y vendría a colación del primero, en una especie de ¿si no hay Dios entonces qué hay? Cómo explicar la vida sin su creador. ¿Cómo explicar la muerte de los zorros? ¿No abre este hecho acaso un espacio para aquello de lo real de la naturaleza que no podemos explicar, algo imposible de simbolizar de la propia vida y también de la muerte? El logos no alcanza, la palabra evidencia su límite frente a lo real, hay una brecha que no es posible cerrar entre el saber y lo real, el sujeto mismo es un pensamiento pero también un cuerpo. Es muy significativa la presencia casi excesiva de esta naturaleza que nos condena en una prisión. En este sentido podemos pensar de nuevo en la escritura como herramienta, una forma de tramitar algo del orden de lo imposible de soportar.

Antes les insistí en la palabra proceso, porque es lo que más me gusta de todo lo que me gusta esta novela, la experiencia que realiza este personaje y la forma en que está contada, la manera en que la cobardía de la que se acusa y que lo asquea cae como consecuencia de la sacudida que sufre su posición, en realidad lo que lo asquea es su posición de superviviente, y cuando la agujerea para mí se convierte en un héroe, esto no es automático, no ocurre siempre, hay personas que serán víctimas toda su vida con muchos menos argumentos que Brodeck, por su parte él no va a permitir que ese significante haga pasto en él.

Y luego está el amor, bueno, en realidad debemos decir que lo primero fue el amor, como decía el poeta, si no hay nada que permita evitar la muerte, al menos que el amor nos permita soportar la vida, y aquí no hay duda que el amor a Emélia es lo que le permite salir del infierno y regresar a casa, pero también el amor presente en las pequeñas cosas, volver del bosque y despertar a su hija de la siesta con unas frambuesas que tanto le gustan es un acto de amor, o el amor a Fédorine, que por cierto identifiqué con el autor, ella lo sabe todo del personaje Brodeck, más incluso que él mismo, y lo ha traído de otro mundo, podríamos decir, a estas páginas. El amor también es el denominador de esta relación, amor presente por todos lados, y eso mismo me parece un desafío, ¿cómo es posible en un personaje así que tenga cabida tanto amor? Desafío, por ejemplo, a todo un tipo de creencias encarnadas en esas psicoterapias que desconocen de manera supina al sujeto, y que no se cansan de promover que si alguien tiene, por ejemplo, una infancia dura, o una circunstancia terrible, no puede aspirar a creer en el amor, o no será capaz de ser un padre cariñoso que trae a su hija unas frambuesas.

Me guardo algunas cosas para que las debatamos, sólo quiero decirles para terminar que Brodeck se opuso a que triunfe lo que siempre triunfa, la ignorancia, por eso también sabe que en la experiencia de redactar el informe no se efectúa un proceso de purificación de su ser, habrá cosas con las que tendrá que vivir toda la vida, y yo pienso como él, cuando sale de su entrevista con el Anderer, que contar es un remedio infalible, siempre y cuando tengamos presente la imposibilidad que resulta inherente a nuestra naturaleza, ahí estamos afectados todos, la inmaculada dignidad de los considerados grandes hombres, y aquellos otros de no tanta estatura, denostados y denigrados, que creen no ser apenas nada, y cuya vida ha sido peor que la de un perro.


Alberto Estévez

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