martes, 16 de octubre de 2012

El informe de Brodeck. Comentario de Silvia Lagouarde

Es verdad que la novela tiene diversas lecturas, la del horror, la del amor, el triunfo de la vida, etc. Estoy de acuerdo en que puede ser tomada como una metáfora del siglo XX en Europa, marcado por las guerras mundiales, sobre todo la segunda. Y pienso que otra de las características sobresalientes de la novela es el triunfo del querer saber sobre la ignorancia.


Pero quería hacer una observación en relación al virtuosismo del escritor al describir a los personajes, por ejemplo, el Anderer, el Otro. Personaje central para comprender el horror, porque tiene que ver con la pregunta que constituye el conflicto humano: ¿de qué goza el Otro?



Los personajes del pueblo están prácticamente alejados del mundo. No quieren saber del Otro. Personajes muy delineados, embarcados en los oficios, el herrero, el maestro, el tabernero, el alcalde, etc. Gente de las que sabemos perfectamente de qué gozan. Pero aparece en este pueblo un personaje que, efectivamente, por las descripciones que hace el autor, de él no solamente no se sabe el nombre, ni nadie lo sabrá jamás, además es un personaje casi mitológico, es un hombre que, por lo que se describe, es un gran gozador, excesivo por su peso, por su manera exagerada de saludar, etc. El pueblo no puede saber respecto de él. No saben de qué goza, no saben qué hace escribiendo todo el día. En otras palabras, no pueden soportar la incógnita de ese goce del Otro.


Cuando empiezan a saber algo del goce de este personaje, se realiza la exposición de pintura. Lo curioso es que él sí logra ver de qué goza cada uno de los habitantes del pueblo, logra ver lo que ellos mismos no quieren saber. Y es ahí cuando se decide el asesinato.


Entonces, lo que plantea este autor es lo terrible. ¿Qué es lo que lleva al sujeto, al ser humano, a no tener ningún tipo de dignidad? Tiene que ver con el horror que nos produce el hecho de no saber de qué goza el Otro. Eso es lo que no puede soportar la subjetividad humana. La novela, y el personaje del Anderer, nos hacen esa pregunta.

Y otra observación, ahora del lado del amor. Noté que en la novela hay pocas mujeres. Cada una la tomo como una metáfora. Fèdorine representa a todas las mujeres que en la historia están a la sombra y, sin embargo, logra, con su sacrificio, abnegación, amor y dedicación, ser la parte buena de la historia. Paradigma de la mujer que siempre ha permanecido exiliada de la historia. Por su parte, Emélia, después de ser violada, pierde toda decisión de querer saber. Me sugiere el intento, por parte del hombre, de que las mujeres solo puedan gozar de la estupidez, del no querer saber nada. Es algo que ocurre también en el Siglo XXI, ese intento de dejar a la  mujer en un lugar cada vez menos significativo, más de muñeca, de estupidez, pero siendo bellísimas. Cuestión de cirugía.

Una cuestión que me resultó encantadora del libro es que Brodeck elige la vida total porque existe el amor. Y ello contradiciendo la idea de que la vida es un castigo, que vivir es un castigo. Así, esta novela muestra, de manera excepcional, el triunfo del amor. Qué más triunfo del amor que reconocer como su hija a esa nena que emerge del horror de la violación histórica que se proyectó siempre sobre todos los marginados.

Y finalmente, creo que la novela contiene un mensaje, y es que no apostemos nunca por la ignorancia, porque lo que salva al ser humano es querer saber. Estamos en este mundo, no nos dobleguemos a la imposición, cada vez más empecinada, que pretende sumirnos en la senda de la ignorancia absoluta.

Silvia Lagouarde

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