lunes, 20 de julio de 2015

Adiós a Alberto Estévez, co-fundador de Liter-a-tulia e inventor de su nombre

Tal vez porque la muerte sigue inspirándonos un sagrado temor, solemos elevar hacia alturas inabarcables al ser querido que nos ha dejado, y nos esforzamos por convertirlo en alguien sublime. Pero esta vez no es preciso recurrir a la costumbre, porque siempre hemos sentido por ti, Alberto, un cariño incondicional. Y nos alegra que tú lo supieras, ya que eso puede al menos reconfortarnos un poco.

Hay personas que tienen el don de reunir un gran número de cualidades. No voy a enumerar las tuyas, porque no quisiera que esta despedida fuese un listado de alabanzas que -aun siendo verdaderas- sonarían a los habituales tópicos que se dicen en estas ocasiones.

Solo quiero evocar, a través de estas torpes palabras, todo lo que nos has dejado, y que conocemos tan bien: tu voz, tu sonrisa, tu inteligencia, el amor siempre disponible, la palabra justa, el sentido de la amistad y, por supuesto, esa cuidada elegancia que lograbas de un modo especial, en todas las facetas de lo cotidiano. Lo que de ti subsiste en nuestras vidas supera por fortuna lo que la muerte se ha llevado, y a ese magro consuelo querríamos aferramos hoy, pero nos resulta escaso. No podemos evitar que una inmensa ausencia se instale en la pequeña comunidad que formamos. Literatulia, ese espacio que no solo se nutrió de tu pensamiento, sino que recibió tu espíritu y tu gracia, seguirá adelante, porque creo que es el mejor homenaje que podemos hacerle al amigo tan amado: mantener vivo lo que tanto has contribuido a fundar, y sentir así que nos acompañas en el mundo de los sueños que entre todos fabricamos en esos viernes mágicos, leyendo y conversando sobre lo que nos ayuda a soportar las inclemencias de la vida.

Así nos despedimos de ti, querido amigo. Aturdidos por tu partida, seguiremos pese a todo hablando. Ya lo sabes: nos han quedado muchos libros por leer, muchas cosas por contarnos, y no quiero concluir con una frase que trate de aliviar nuestra pena, porque a esta altura no vamos a engañarnos. Esto no tendría que haber sucedido, no tendríamos que estar aquí reunidos por este motivo. Pero lo cierto es que nos hemos despertado esta mañana, y la noticia sigue siendo real. Danos tiempo, tristeza, danos tiempo para que seamos capaces de asumir lo que ha pasado. 

Gustavo Dessal

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