martes, 13 de abril de 2010

Comentario de Silvia Lagouarde en la tertulia sobre Bartleby, el escribiente de Herman Melville

Un texto inquietante, y no sólo desde el punto de vista del psicoanálisis. Si lo trasladamos al mundo actual, me resulta sorprendente la vinculación que tiene con el tema de la mirada. Hoy, para que el individuo se sienta existir, el método consiste en triunfar en los medios televisivos. Es la cuestión de la imagen. En el texto, en la relación de subjetividades entre el narrador y Bartleby, éste es un sujeto que no mira. Sin embargo, en el no hacer nada, en la falta de potencia de su deseo, su existencia es a través de la mirada de ese Otro al que inquieta.

Según Borges, está en juego el tema del doble. Efectivamente, hay algo de la existencia del ser humano, un intercambio, un vínculo social que se establece a través de la mirada, del ser visto y del mirar. Y en el momento actual está presente la obscenidad del ser mirado, esa necesidad proliferante que lleva a que una vida absolutamente desconocida se exhiba en los medios. El ser famoso consiste en que cada vez más gente lo mire a uno, de manera que cuánto más es mirado más sentido tiene su vida.

Creo que este texto se puede vincular a este tema de la existencia. Además, nos permite extraer de él una moraleja como mensaje: Un ser humano se constituye como tal cuando en esa persona existe la posibilidad de desear y de amar.

Por otra parte, yo había leído el texto de Vila-Matas Bartleby y compañía. Vila-Matas, partiendo de Bartleby el escribiente, teoriza y hace un estudio sobre los Barlebys de la literatura. Grandes escritores que han escrito sólo un texto universal y que nunca más volvieron a escribir. Vila-Matas se pregunta sobre el arte. ¿Se justifica o no se justifica que grandes genios hayan dejado de escribir? El arte, y en concreto la escritura, implican un sacrificio tal, que hace que determinados artistas prefieran vivir a pagar determinado precio por implicarse en lo artístico. Vila-Matas se pregunta es si es necesario que exista la literatura, la música, etc. Su respuesta, partiendo de este texto, es que sí, que es necesario.

Yo creo que este texto es pura filosofía y da para todo tipo de respuestas. Si en lugar de psicoanalistas hubiese pintores, o alumnos, o profesores de instituto que quisieran plantearse qué es el arte, comenzarían con este texto. O un psicoanalista, podría comenzar con este texto para saber qué es la psicosis.

Es decir, estamos ante un texto que permite todo tipo de debate, porque contiene una pregunta en relación a qué es el ser. Es una alegoría, un texto genial que tiene la particularidad de que cada sujeto individual que lo lee puede percibirlo desde una subjetividad que lo hace propio. Por eso nos ha tocado tanto. Nadie puede volver a escribirlo, y es absolutamente necesario para el arte, para el hombre, y para la filosofía. De hecho, para Borges es esencial en la historia del relato.

Melville tuvo una gran relación con Nathaniel Hawthorne, que tiene ese maravilloso texto Wakefield y otros relatos. Pero es un relato tan importante, que me parece de obligada lectura en la escuela. Da posibilidades para explicar algo de lo inexplicable de nuestra existencia.
Melville, más allá de la frustración que pudo haber sentido por el texto de Moby Dick, que no fuese comprendido, escribe esta alegoría de la humanidad como el gran escritor que es, un texto que es, además de literatura, filosofía pura.


Silvia Lagouarde

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