El informe de Brodie fue escrito en 1970, y puesto que había nacido el último año del siglo, Borges tenía 71 años cuando escribe el primer cuento de este libro, La intrusa.
Quería pararme en la literatura borgeana, desde el punto de vista estrictamente literario. Por supuesto, Borges tiene virtudes que alcanzan el nivel de sobresaliente. Y una de esas virtudes es la capacidad para decir lo que quiere con una gran escasez de palabras. Ese laconismo es una de las características de Borges. Y eso lo consigue gracias a un uso exquisito, tremendamente acertado, de los adjetivos. Si un escritor utiliza bien los adjetivos, ahorra palabras a la hora de definir el resto de la frase:
“En un barrio modesto, donde el trabajo y el descuido gastan a las mujeres, no era mal parecida”
El otro asunto que quiero subrayar, que en este cuento quizá no se ve tanto, pero es otra de las virtudes de Borges, es que dentro de ese laconismo hay algo maravillosamente musical. Si uno lee en voz alta sus cuentos, consigue un ritmo en el que el lector comprueba que no le sobra ni le falta una sola sílaba. Es algo que ocurre con los clásicos, por ejemplo en El Quijote:
“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”.
Como digo, quizá en este cuento no se ve tanto como en otros. Recuerdo ahora:
“... en las horas ciertas de la noche aún puedo caminar por las calles”.
Es algo perfecto, como una música. Esto es lo que quería subrayar, la virtud de esos adjetivos perfectos que permiten una concisión de la frase y una gran musicalidad.
Quería pararme en la literatura borgeana, desde el punto de vista estrictamente literario. Por supuesto, Borges tiene virtudes que alcanzan el nivel de sobresaliente. Y una de esas virtudes es la capacidad para decir lo que quiere con una gran escasez de palabras. Ese laconismo es una de las características de Borges. Y eso lo consigue gracias a un uso exquisito, tremendamente acertado, de los adjetivos. Si un escritor utiliza bien los adjetivos, ahorra palabras a la hora de definir el resto de la frase:
“En un barrio modesto, donde el trabajo y el descuido gastan a las mujeres, no era mal parecida”
El otro asunto que quiero subrayar, que en este cuento quizá no se ve tanto, pero es otra de las virtudes de Borges, es que dentro de ese laconismo hay algo maravillosamente musical. Si uno lee en voz alta sus cuentos, consigue un ritmo en el que el lector comprueba que no le sobra ni le falta una sola sílaba. Es algo que ocurre con los clásicos, por ejemplo en El Quijote:
“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”.
Como digo, quizá en este cuento no se ve tanto como en otros. Recuerdo ahora:
“... en las horas ciertas de la noche aún puedo caminar por las calles”.
Es algo perfecto, como una música. Esto es lo que quería subrayar, la virtud de esos adjetivos perfectos que permiten una concisión de la frase y una gran musicalidad.
Antonio
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