miércoles, 1 de mayo de 2013

Gustavo Dessal comenta El ruido de un Trueno, de Ray Bradbury


Cuando Bradbury publicó este cuento en 1952, todavía no se había acuñado la expresión "efecto mariposa" creada por el matemático Lorenz, padre de la teoría del caos.

El relato es de tal magnitud metafísica que su análisis puede ser enfocado desde múltiples perspectivas. Por una parte tenemos el misterio del tiempo. Lo que en el cuento se nos propone como ficción constituye también un problema físico matemático. La idea de un tiempo lineal se ve desbordada por la posibilidad de que el tiempo posea varias dimensiones, cuyas trayectorias no sigan el modelo de la flecha. Por otra parte, tenemos la cuestión apasionante de la causalidad. La teoría del caos, en la que se puede situar la trama del cuento, considera que ciertos sistemas están gobernados por un determinismo absoluto y que una alteración imperceptible en las etapas iniciales de un proceso físico puede adquirir proporciones gigantescas en los efectos posteriores. Travis, el guía jefe, lo explica muy bien con el ejemplo del ratón aplastado.

Lo que Bradbury nos propone es una profunda interrogación sobre cómo concebimos la causalidad. Lo que ha sido responde a una sucesión de acontecimientos contingentes que en una lectura retroactiva los consideramos necesarios. Pero todo podría ser de otra manera por la sencilla razón de que no hay posibilidad de saber a priori en qué momento vamos a pisar o no al ratón y cambiar el curso de las cosas. En cierto modo, podemos incluso pensar que Hitler no era necesario, que podría no haber nacido, que la historia responde a la teoría del caos, y por lo tanto cualquier predicción es imposible a largo plazo.

Pero lo más interesante es que Bradbury nos plasme toda esta cuestión radicalmente compleja a través de un sujeto. Lo asombroso es la decisión que toma el autor al cargar sobre la espalda de un solo hombre (Eckels) el terrible peso de la historia. Aquí es donde a mi juicio el relato se aparta de su formato de ciencia ficción (un género con el que el propio Bradbury nunca se sintió del todo identificado) para convertirse en una fábula moral.

Eckels no es cualquier hombre. Su cobardía no radica exactamente en el hecho de quedar paralizado ante la aparición del monstruo, sino en creer que el dinero podía ser un modo de compensar su irresponsabilidad. La historia del mundo, que se nos muestra por una parte como un encadenamiento de microscópicas contingencias enlazadas hasta formar una trama causal imprevisible, tiene su reverso en la decisión humana de tomar uno u otro camino. La elección es el contrapunto de la fatalidad, y el Destino de un hombre es el modo como procede frente a lo imposible. Por eso me parece que toda la obra de Bradbury está atravesada por una posición ética que puede resumirse del siguiente modo: nuestras acciones no se miden solo por sus consecuencias inmediatas, sino por su proyección en el concurso general de nuestra vida. Eckels no es, sin duda, culpable de que un tirano se haya apropiado del poder. Pero la suma de todas las pequeñas dimisiones puede terminar convirtiéndose en una catástrofe devastadora. De allí que la falta de Eckels sea imperdonable, y que el relato se convierta en el paradigma de todos aquellos momentos de la historia en los que la cobardía acaba por abrir la puerta a la llamada del mal. Hay un guiño evidente de Bradbury al hacer que el Tyranosaurius Rex reaparezca sesenta millones de años más tarde en la forma del tirano Deutscher.

Bradbury pertenece a la tradición de los pensadores consecuencialistas, los que sostienen una ética que no se basa en la universalidad de la ley moral, sino en las consecuencias de nuestros actos y nuestra responsabilidad más allá de las buenas o malas intenciones subyacentes. Esta temática ha sido muy trabajada por el autor, que en algunos de sus cuentos ha llevado la cuestión de la responsabilidad moral incluso al terreno de la infancia, mostrando que también allí existen actos que son inapelables. Recomiendo al respecto muy especialmente All summer in a day (Todo el verano en un día), donde indaga de forma magistral en la terrible crueldad que los niños pueden ejercer.

Gustavo Dessal

1 comentario:

valkiria dijo...

Te felicito por el blog. Es muy interesante. ¡Saludos!