También quiero abundar en la senda por la que se va caminando en las intervenciones anteriores. La primera lectura que realicé del cuento, me produjo malestar. No me interesaba el cuento, pero me molestaba, por eso volví a leerlo. Me preguntaba qué era lo que tanto me molestaba.
Lo primero que surge en este cuento es el amor del narrador por Bob, efectivamente, en el orden del odioenamoramiento. Y del lado de Bob, ese amor era absolutamente correspondido. El índice de la correspondencia a ese odioenamoramiento fue impedir el casamiento con la hermana, Inés. Mientras que el narrador hace el rodeo de pasar por la hermana de Bob para llegar a él. Esas serían las correspondencias del odio.
Recordaba todo el tiempo la frase de Borges:
“No nos unió el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto”.
El amor, lo repite muchas veces, era una necesidad de casarse con Inés. Para el narrador, el amor y el odio hacia Bob, pasaba por la necesidad de casarse con Inés. Porque, de alguna manera, le garantizaba una cercanía, o una presencia, en Inés, de Bob. Es decir, lo plantea al revés. Dice que en Bob veía la cara de Inés pero, en realidad, lo que veía en Inés, a mi criterio, es la cara de Bob. Es ahí donde se hace patente la necesidad de casarse con Inés, no en el amor por la mujer.
Por lo tanto, estamos ante un odioenamoramiento absolutamente consumado. No me parece que sea reprimido. Se dedican uno al otro la vida entera, se arruinan la vida entera, por este sentimiento que me parece recíproco, que me parece correspondido. Los dos están a la altura de ese sentimiento que los devasta.
Graciela Kasanetz
Lo primero que surge en este cuento es el amor del narrador por Bob, efectivamente, en el orden del odioenamoramiento. Y del lado de Bob, ese amor era absolutamente correspondido. El índice de la correspondencia a ese odioenamoramiento fue impedir el casamiento con la hermana, Inés. Mientras que el narrador hace el rodeo de pasar por la hermana de Bob para llegar a él. Esas serían las correspondencias del odio.
Recordaba todo el tiempo la frase de Borges:
“No nos unió el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto”.
El amor, lo repite muchas veces, era una necesidad de casarse con Inés. Para el narrador, el amor y el odio hacia Bob, pasaba por la necesidad de casarse con Inés. Porque, de alguna manera, le garantizaba una cercanía, o una presencia, en Inés, de Bob. Es decir, lo plantea al revés. Dice que en Bob veía la cara de Inés pero, en realidad, lo que veía en Inés, a mi criterio, es la cara de Bob. Es ahí donde se hace patente la necesidad de casarse con Inés, no en el amor por la mujer.
Por lo tanto, estamos ante un odioenamoramiento absolutamente consumado. No me parece que sea reprimido. Se dedican uno al otro la vida entera, se arruinan la vida entera, por este sentimiento que me parece recíproco, que me parece correspondido. Los dos están a la altura de ese sentimiento que los devasta.
Graciela Kasanetz
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