Me pareció especialmente peculiar lo que dijo Miguel. Yo diría que el personaje de Bob encarna el ideal. Y también he tomado el concepto que han usado Miriam y Rosa, un término de Lacan que no es necesario explicar, o que se puede tomar tal cual se entiende, odioenamoramiento.
Mi punto de vista es que los protagonistas, más que odiarse, se aman. O mejor, hay un sentimiento que los liga, de tal manera, que no les va a permitir una separación. En todo caso, podemos pararnos a pensar que si eso se llama odio, verdaderamente une o liga a dos personas tanto o más que el amor, tiene más fuerza.
Lo que no puedo establecer con seguridad es si el narrador-protagonista, supuestamente mayor, amó a Inés. Lo que es seguro, como sostenía Rosa López, es que la necesitaba. Estoy de acuerdo, la necesitaba, pero dudo que la amase. El amor aparece más ligado a Roberto que a Inés. Es decir, hay un desplazamiento que el mismo narrador manifiesta. No sé lo que suponía su necesidad, pero creo que ella cristaliza en la relación con Roberto en algo que tiene un componente amoroso. El narrador no se puede separar de este Bob-Roberto. Hay un sentimiento potente que lo liga a él para siempre. De hecho, cuando se reencuentra en el bar, todos los días, se encuentra con su partener degradado. Pero es indudable: es su partener.
Tenemos también la cuestión de “estar a la altura”. Bob plantea que el narrador es viejo en contraposición a la juventud de Inés. Y en esa contraposición nos encontramos con la imposibilidad de mirarle a los ojos. Pero tampoco Bob podría hacerlo. Aquí encontramos que Inés hace su vida, y Bob se queda con una mujer –“mi señora”—, que tal como aparece, tampoco es una mujer amada, importante, con la que pueda sostener algo. Es como si Bob tampoco hubiera estado a la altura de Inés, no hizo una vida con Inés, no fueron una familia, no estuvo Inés con su marido, sus hijos, etc. Inés hizo su vida y Bob se quedó del lado del protagonista, del relator, del narrador. Es decir, queda en el ámbito de la degradación para hacer pareja con este supuesto narrador.
En definitiva, me parece que Inés es un pretexto que utiliza Onetti para hablar de un amor peculiar –que tiene un semblante de odio— entre dos hombres.
Graciela Sobral
Mi punto de vista es que los protagonistas, más que odiarse, se aman. O mejor, hay un sentimiento que los liga, de tal manera, que no les va a permitir una separación. En todo caso, podemos pararnos a pensar que si eso se llama odio, verdaderamente une o liga a dos personas tanto o más que el amor, tiene más fuerza.
Lo que no puedo establecer con seguridad es si el narrador-protagonista, supuestamente mayor, amó a Inés. Lo que es seguro, como sostenía Rosa López, es que la necesitaba. Estoy de acuerdo, la necesitaba, pero dudo que la amase. El amor aparece más ligado a Roberto que a Inés. Es decir, hay un desplazamiento que el mismo narrador manifiesta. No sé lo que suponía su necesidad, pero creo que ella cristaliza en la relación con Roberto en algo que tiene un componente amoroso. El narrador no se puede separar de este Bob-Roberto. Hay un sentimiento potente que lo liga a él para siempre. De hecho, cuando se reencuentra en el bar, todos los días, se encuentra con su partener degradado. Pero es indudable: es su partener.
Tenemos también la cuestión de “estar a la altura”. Bob plantea que el narrador es viejo en contraposición a la juventud de Inés. Y en esa contraposición nos encontramos con la imposibilidad de mirarle a los ojos. Pero tampoco Bob podría hacerlo. Aquí encontramos que Inés hace su vida, y Bob se queda con una mujer –“mi señora”—, que tal como aparece, tampoco es una mujer amada, importante, con la que pueda sostener algo. Es como si Bob tampoco hubiera estado a la altura de Inés, no hizo una vida con Inés, no fueron una familia, no estuvo Inés con su marido, sus hijos, etc. Inés hizo su vida y Bob se quedó del lado del protagonista, del relator, del narrador. Es decir, queda en el ámbito de la degradación para hacer pareja con este supuesto narrador.
En definitiva, me parece que Inés es un pretexto que utiliza Onetti para hablar de un amor peculiar –que tiene un semblante de odio— entre dos hombres.
Graciela Sobral
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