jueves, 18 de febrero de 2010

Comentario de Miriam Chorne sobre el libro Tierras de Poniente, de J.M. Coetzee

Retomando la discusión de si era o no un personaje que despertaba simpatías. Me parece que puede despertar las dos cosas al mismo tiempo. Porque es verdad que ese aspecto al que Gustavo aludía: “frío cristal”, espanta cuando describía lo que es el encuentro con su mujer. Y al mismo tiempo está la descripción tan fina que hace sobre lo que es la vida de este personaje, te transmite perfectamente lo trabajoso que es la vida para un psicótico. Porque dice que cuando está con la gente, piensan todos que no se desenvuelve bien. En realidad está controlando no tener el tic tal o el tic cual, no hacer una mueca, y va describiendo la tensión tan grande que muestra lo difícil que le resulta estar. Simplemente eso, estar, es complicado para él. Y cada acción es como un acto de voluntad. Para hacer las cosas corrientes que en la vida hace cualquiera, él tiene que buscarlas casi conscientemente. En ese sentido, es muy conmovedor. Tiene un aspecto que, no sé si es cuestión de ternura, pero si desierta compasión, conmueve y se puede sentir perfectamente lo difícil que es la vida para ese hombre.

Por tomar la primera frase, cuando habla de su nombre, dice que no puede hacer nada al respecto. La cosa que para nosotros es más obvia y evidente, de que somos tal o cual, para este hombre, el hecho de no poder hacer nada con eso quiere decir que no tiene ninguna identidad con ese nombre. No hay ninguna confluencia entre el nombre y él mismo. Y para uno, justamente, el nombre es una de las cosas a las que se siente más identificado.

Miriam Chorne

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