jueves, 18 de febrero de 2010

Comentarios y diálogos suscitados tras las intervenciones, en el final de la tertulia de El Proyecto Vietnam

Miriam Chorne
Respecto a lo que plantea Concha Miralles, yo pensaba, mientras leía, que llamar Coetzee al superior, hace que uno no identifique narrador y autor. Eso por un lado. Y por otro lado, cuando los escuchaba, pensaba que el personaje de Coetzee no se sabe si es el autor, su abuelo, alguien que se llama Coetzee. En realidad, estamos haciendo una suposición. Pero es cierto que en el siguiente relato, inmediatamente, habla de que hay tres Coetzee, y éste es el que ha hecho la traducción, porque pone los nombres. J.M. Coetzee es éste. Pero puede llamarse Coetzee y que no tenga nada que ver con su familia siquiera, o ser un antepasado. De momento uno puede jugar con todas estas variantes. En todo caso, que el narrador no se llama Coetzee.

Silvia Lagouarde
Es verdad, como decía Gustavo, que todo buen escritor es un filósofo. Cuando dije que me suscitó el deseo de leer más libros suyos para descubrir algo de su intencionalidad en este texto, tenía que ver con su filosofía, no con su psicología.

Y otra cosa que me parece importante de este texto, es la certeza psicótica y de inocencia. Porque yo a este personaje lo veo absolutamente inocente. Jamás le pondría la pena de muerte. Sin embargo, creo que en Desgracia, siguiendo el interés que me generó su literatura por ver qué quiere, o qué tiene en el fondo algo de la filosofía de este hombre, es que él está muy enfadado por lo que sería la falta de responsabilidad del poder del primer mundo, que no hay perdón ante las enormes tragedias humanas que se llevaron a cabo durante el siglo XX, y que hay algo de la posición política, en este momento, que no merece el perdón. Por ejemplo, en Europa, donde hay una desintegración absoluta de políticos, de partidos y una posición de estupidez y falta de responsabilidad.

Creo que de Desgracia se puede inferir un mensaje, o se toman cartas en el asunto, o se viene la venganza más atroz, de manera que los que tienen hoy poder y riqueza en este primer mundo, preparaos para lo que puede ser el futuro. Creo que está haciendo una advertencia y me conmociona la manera extraordinaria de contarlo, verdaderamente merece el Premio Nóbel, escribe de forma extraordinaria. Ha sido muy acertado haber elegido a este autor.

Graciela Kasanetz
Quiero retomar la cuestión del apellido, Coetzee, que aparece en los dos relatos. Voy a hacer una alusión mínima al segundo relato, pero primero quiero decir que, en el primero, Coetzee es el jefe que ocupa el lugar de un padre tomado desde la perspectiva del hijo. Porque Coetzee no es el protagonista.

En el segundo relato, el protagonista es el colono Coetzee. Y podríamos decir que está también del lado de la voz, la atronadora voz vengadora del dios padre a quien han desobedecido y osado ir contra su ley.

No solamente cualquiera puede ser padre biológicamente hablando, y puede reproducirse, sino que hay una condición que compartimos todos, y es una condición que también hay que adquirir, aunque sea una condición biológica, y es que todos somos hijos. También hay que hacerse hijo. Porque, precisamente, en el primer relato, el protagonista busca la culpa y la responsabilidad de los actos en esta genealogía paterna, él busca ser hijo de alguien, busca alguna subjetivación. Y en el segundo relato, lo que no hace este padre terrible es reconocer la humanidad en el sentido de este cuidado por los hijos. Me parece que también en eso es magistral.

Yo leí estos dos relatos y debo confesar que aparté el libro porque me resultaba demasiado terrible. Creo que la crudeza de estos dos elementos llevados al límite de los asesinatos, aúnan lo mismo que Gustavo señalaba en el protagonista del primer relato, la certeza y la inocencia también están en el protagonista del segundo relato.

Rosa López
Quiero preguntarle a Graciela. No sé como tomamos lo de investigar su infancia. ¿Qué valor le das a que él comience a investigar su infancia y sobre qué deseo le ha traído al mundo? El camino se lo sugieren los psiquiatras. El protagonista dice que el argumento de los psiquiatras es que para su tratamiento tendría que empezar en los inicios del pasado remoto y avanzar de forma gradual hasta el presente. Es un argumento razonable, así que por ahora está hablando no de la infancia de Martin, sino de la suya. Es como un proceso de análisis.

¿Tú ves que cuando busca la culpa él se está eximiendo?

Graciela Kasanetz
Respecto a ser hijo, siempre el deseo de los padres es una interpretación de los hijos, y en ese punto cada sujeto tiene la oportunidad de esa oscura e insondable decisión, de poder interpretarlo de una manera y no de otra, y no quiero decir que no haya condiciones para los sujetos, condiciones de su nacimiento y de su infancia, que puedan ser más determinantes que otras, pero siempre está la posición del sujeto.

Rosa López

Yo estoy de acuerdo con Alberto, la posición del sujeto es que él lleva toda la vida intentando ordenar el mundo para que no se le eche encima, porque es amenazador, todo es amenazador para él, cualquier gesto del otro lo es. Entonces, el hombre hace lo que puede, no veo que tenga una posición de Bella Alma.

Graciela Kasanetz
Las certezas de que ninguna otra cosa se puede hacer, y de que haya intentado hacerlo de la mejor manera posible, creo que forma parte de una metáfora entre el proyecto Vietnam, que no es el proyecto de una persona, y la implacabilidad del proyecto, y cómo lo justifica. Me parece que hay ahí una cierta metáfora. Yo no lo tomo únicamente como un caso clínico, pero además pienso que no puede ser un caso clínico porque el único caso clínico es del que habla. Aquí vuelvo a pensar que a pesar de todas las precisiones, hay que tener cuidado.

Rosa López
Efectivamente. Esto es un poco un abuso. Es un caramelo desde el punto de vista clínico.

Alberto Estévez
El Proyecto Vietnam, tiene un título muy sugerente: Vida nueva. No es cualquier título.

Gustavo Dessal
Por eso es importante que él se llame Dawn, amanecer.

Miriam Chorne

Hay una frase que cuenta Primo Levi, que cuando llegan al campo de concentración, hay una autoridad del campo que les dice que nunca se sabrá lo que aquí va a pasar. Si alguno de llega a escaparse, aunque quiera testimoniar, vamos a hacer desaparecer todo, los hornos. Si alguno llegara a escapar nadie va a creer que semejantes barbaridades hayan sido cometidas. Es una vida nueva errando hasta el fondo.

María José Sánchez

Cuando dice “Coetzee me pide que revise mi ensayo” es curioso como el autor se mete en el texto en la primera frase. El autor nos complica la vida en este sentido, porque el personaje se desdobla en dos, uno que quiere agradar a Coetzee, haciendo el ensayo acomodaticio para conformar esa idea de la nueva mitología, y el otro que no quiere hacerlo. Esta dualidad le lleva a la locura. Esto sería un resumen rápido. Y al final pide que le dejen algo de su malestar para no tener esa mente tan vacía de contenidos.

Liter-a-tulia

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