jueves, 15 de mayo de 2014

En memoria de Paulina, de Bioy Casares. Comentario de Silvia Lagouarde

Es obvio decir que cada autor tiene su propio estilo, y que con él provocan en el lector sensaciones que nos sorprenden. Comienzo así este comentario porque me resultó sorprendente el estilo de este relato con su textura poética. Para mí, leerlo fue como leer un largo poema. Desde esta posición, hago la siguiente pregunta: ¿Cómo una textura literaria que roza la poesía, en realidad está relatando un crimen tan de moda en nuestros días, en relación con la violencia de género? Estamos ante un crimen atroz que puede corresponderse con la crónica de cualquier diario sensacionalista. Sin embargo, puede convertirse en un poema.

Porque esta textura poética, a través de pinceladas básicas y precisas, nos lo dice todo. Pone en evidencia algo de las posiciones masculina y femenina, la imposibilidad del encuentro amoroso, pero también con algo que se decanta en relación a las mujeres y a los hombres. Me gustaría preguntar a tantas mujeres que asisten a esta tertulia, si no se sienten subyugadas por esos hombres viriles, excesivos, poderosos. Intuimos las mujeres que por ahí no vamos por la buena senda, sin embargo nos tiramos a caminar por ella, y después pasa lo que pasa: el estrago femenino. Eso sucede a menudo.

En cambio, ese pobre hombre, noble, que nos ama hasta el infinito, que cumple la ley, que es buenísimo, resulta que es aburrido y no nos mueve a nada. Es algo que nos ocurre a todas las mujeres. ¿Qué problema tienen estos hombres? Al igual que le ocurre a nuestro protagonista intelectual, tienen esta imposibilidad de concretar la sexualidad. Todo en ellos es ideal, lo piensan, tardan, esperan que la mamá les dé permiso para el matrimonio. Pero llega el otro, y en una noche nos enamora.

Como digo, lo que más me sorprende de Bioy Casares es que lo cuenta con una textura casi poética. Y un poema, escrito con esta delicadeza, nos puede hacer pensar en estas cosas. Por eso me pareció un relato absolutamente hermoso, y en todos los personajes vi humanidad.

Casi no tenemos datos, sin embargo, como ocurre con otros libros, se acerca a la obra maestra por su exactitud. Vemos que tiene algo de fantástico. Algunos momentos resultan imposibles. Por ejemplo, lo más fantástico del relato es que este hombre no supiera del asesinato de Paulina, que se produjo dos años antes de su regreso. Es imposible. Tendría que haberse ido a vivir a África, a una isla, para no enterarse de la muerte de Paulina, porque además tiene familia, amigos, está relacionado con el mundo, y el asesinato salió en todos los periódicos.

Esta parte fantástica, a mi modo de ver, tiene una intencionalidad, y es la de demostrar que hay determinadas subjetividades humanas que se posicionan como muertos ante la vida. Es la posición vital de muchos sujetos, no querer saber acerca de lo real de la existencia. De tal manera, nuestro protagonista intelectual vive un imaginario que podríamos decir patológico. Esta circunstancia me parece muy interesante dentro del relato.

Luego encontramos lo que me parece un recurso literario, la aparición de Paulina. Para mí tiene que ver con la muerte del objeto, con la falta total del objeto. Es lo único que puede llevar al narrador a sentir algo y llorar. Porque con el amor no puede. Podríamos decir que ni siquiera amó a Paulina. Ella simplemente es un imaginario ideal. Pero no sabe quién es, incluso dejó que la matasen. Y cuando esto ocurre, resulta que no se entera. Es lo más fantástico del relato, esta exclusión intencionada, que tiene la finalidad de que nos planteemos algunas preguntas acerca de si este hombre está vivo, pues su única manera de sentir algo es, justamente, a través de la muerte del otro, a través de la falta total. Es decir, necesita de la muerte real del otro para, de repente, poder llorar. Es lo trágico del personaje. 

Silvia Lagouarde

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