Se ha comentado muchas veces que Shakespeare situó la
obra en Dinamarca, porque si la sitúa en Inglaterra le hubiera podido costar la
cabeza. Efectivamente, había una situación política en esos tiempos, reflejada bastante
bien y con mucha fidelidad en alguna serie de televisión, de cambios de
dinastías en Inglaterra y asesinatos en la familia real, donde no se escatimaba
ni el veneno ni el puñal ni las decapitaciones. Entonces, la obra Shakespeare
refleja esa realidad política de su tiempo, que era, efectivamente, el paso a
una nueva época que prefigura la emergencia de la Ilustración. Todavía la
modernidad está luchando, no hay que olvidarse de que Europa vivía entre
mediados del siglo XVI y el XVII una época de guerras civiles y guerras
religiosas que costaban miles de vidas. Y las obras de teatro eran, sin la
menor duda, una forma de reflejar, aún indirectamente, la realidad de su
tiempo. D ahí que tuvieran tanto éxito, pues el público se identificaba
rápidamente con los personajes, pues veían en ellos trasuntos de las figuras de
su tiempo, figuras políticas, de la cultura, que Shakespeare podría reflejar
muy bien por esa capacidad extraordinaria que tenía y que ha citado Bloom, saber
sobre la condición humana, algo que después el psicoanálisis va a teorizar o
utilizar como ejemplos.
Rosa López ha utilizado el ejemplo de La interpretación de los sueños, pero en
otras obras suyas, Freud repite la admiración que tiene por la finura con que
los poetas y los escritores se han anticipado al psicoanálisis. En el caso
concreto de El porvenir de una ilusión,
Freud habla de tres obras, Edipo Rey
de Sófocles, Hamlet de Shakespeare, y
Los hermanos Karamazov de Dostoievski. Es decir, el psicoanálisis va a teorizar sobre esas cuestiones que aparecen en la
literatura. En esas tres obras parece un parricidio motivado por una rivalidad
sexual. Por eso están siempre de actualidad y se repiten las interpretaciones
de los textos. Está en la línea de lo que planteaba Gustavo Tambascio nada más
comenzar. Ha dicho que el público se siente identificado, los actores se
sienten identificados, los que lo ponen en escena se sienten identificados, y
ello porque se sienten concernidos por lo que están viendo en el escenario y,
además, porque a la gente le ocurren cosas, como esa anécdota que ha contado
acerca del actor que se desmaya. Evidentemente, fue atravesado por el texto de
Shakespeare.
Luis Seguí
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