He disfrutado mucho con todos los comentarios y con la
apertura de Gustavo Tambascio, que me ha parecido, no sólo interesantísima,
sino además muy divertida. Pero quería retomar una cuestión que tiene que ver
con la intervención de Miguel Ángel sobre la presencia del padre, y también con
que Edipo y Hamlet serían la cara y contracara de una misma moneda. Justamente,
Edipo no sabe, eso lo plantea Lacan, mientras que la obra empieza con este
muerto que no termina de morir, una presencia. Y queda, efectivamente, un
mandato. En ese sentido, Hamlet se vuelve un personaje paradójico que suscita
preguntas e interrogantes, precisamente porque, sabiendo lo que tiene que hacer,
no lo puede llevar a cabo. Me parecía interesante lo que planteó Miguel Ángel
porque tematizó muy bien la cuestión de por qué el padre no se muere, a
diferencia del padre de Edipo, que sí muere. Edipo no sabía que lo mataba, pero
lo mató y se muere. Por el contrario, en Hamlet, este padre vuelve y no hay
manera de matarlo. Esta dificultad también tiene que ver con ese padre tan
idealizado.
Miriam Chorne
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