jueves, 22 de mayo de 2014

El muchacho que escribía poesía, de Yukio Mishima. Comentario de Silvia Lagouarde

Lo que me impresiona y fascina de Mishima es su propia vida. Pero en referencia al cuento, son muchas las cuestiones que se sugieren para un tratamiento del mismo. Tenemos el tema del arte, el artista, el genio, el poeta, y lo que se nombró como separar al autor de su obra.

Quiero comenzar contando una anécdota que tiene coincidencia con algunas particularidades de la lógica del cuento. Conocí en Italia a un poeta chileno exiliado de la dictadura de Pinochet. Teníamos amigos comunes con los cuales nos reuníamos frecuentemente. Vivíamos todos en el mismo pueblo y, como digo, él era poeta. Pero tenía una vida muy aburrida, nunca decía nada que sorprendiera, su mujer era aburrida. Y nadie mostraba un gran interés por sus textos. Pero resulta que le dan un premio muy importante de poesía en Italia, lo cual fue un suceso muy grande, y todos nos quedamos preguntando cómo no habíamos caído en esa virtud de nuestro amigo. Ahí empezamos a leer su poesía, y era verdaderamente extraordinaria, maravillosa. No podías creer que aquella persona, con esas pinceladas de falta de pulsión, podía escribir o sintetizar el dolor de esa manera. Era un libro que se llamaba Exilio, y allí había un gran poeta. Pensé que era mejor no conocer la vida de los autores, porque, a veces, conocer algo de esas vidas, impide que uno no pueda percibir lo extraordinario que ellas guardan.

Lo que más me interesó del relato de Mishima fue el tema del genio y la edad. Es decir, cómo un chico a los 15 años se plantea ser un genio, y el tema de la arrogancia. Sin embargo, para hacer una contraposición, creo que el personaje que más me ha impresionado en poesía es Rimbaud. Era un genio, además de ser poeta. Podemos ver la diferencia entre un poeta y un genio. A los diez años, Rimbaud ya había conocido de la vida y escrito grandes poemas. Y a los diecinueve cambió la historia de la poesía, cambió la historia de la literatura, y creo que cambió los perfiles de lo que sería el bohemio. Es decir, cambió la vida de muchísimas personas e influyó a casi todos los autores del siglo XX. Ahí sí podemos nombrar a un genio y un maravilloso poeta.

Me preguntaba, en relación a las alusiones a los poetas europeos y a la mala pronunciación, si la arrogancia de la que hace gala el personaje, no tendría que ver con posiciones arrogantes respecto a lo que el autor pensaba sobre su raza, sobre las tradiciones poéticas japonesas y sus rituales. Podía considerar que eran el máximum de la cultura mundial. Planteo, entonces, la hipótesis de que quizá, en el inconsciente de ese hombre aparece una vertiente singular, la de considerar que está cuestionando a Europa como la inculta, la arrogante que no entiende nada de la vida. Por el contrario, Japón sería el emblema de la tradición mundial que no podía ser comprendido por esta cultura. 

Silvia Lagouarde

No hay comentarios: