Pensaba decir otra cosa cuando pedí la palabra, pero
la última intervención me invita a plantear lo siguiente. En ningún momento de la
obra Desdémona ama a Otelo porque sea el más destacado. Al revés. Lo que señaló
Gerardo Mastrángelo es muy importante, dice que son sus narraciones, la forma
que tiene de hablar Otelo. Y eso es muy distinto, porque ahí no hay nada
biológico, ni está la continuidad de la especie en juego. Me parece una
condición de amor muy diferente.
Por otro lado, me interesaba una cosa que dijo
Graciela. Habló de la precipitación del acto, la precipitación del instante de
ver en el instante de concluir sin la intermediación del tiempo de comprender. Pregunto
si en esta precipitación no hay algo estructural de los celos. El desencadenamiento
de toda la situación celosa se produce cuando Yago le hace notar a Otelo que
llega Casio y le plantea qué hará con Desdémona. Es una cuestión que se señala
en la paranoia y, en particular, en la celotipia. Habría siempre un núcleo de
verdad, lo que señalaba Miguel Ángel en su intervención, la relación ficción
verdad. Siempre hay algo de los celos que cuenta con ese núcleo de verdad. En
ese sentido quiero evocar la instantaneidad de la mirada, que en la erotomanía
tiene un lugar muy importante. Al respecto, recuerdo una historia de McEwan, Amor perdurable, donde la erotomanía es
un cruce de miradas en el que encontramos el postulado: él me ama. En ese
sentido, los celos tienen algo de esa instantaneidad. Después vienen las
argumentaciones, pero primero es un instante más estructural. En esto
Shakespeare señala algo más estructural que trasciende al caso particular.
Miriam Chorne
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