martes, 4 de noviembre de 2014

Otelo, de Shakespeare. Comentario de Miriam Chorne

Pensaba decir otra cosa cuando pedí la palabra, pero la última intervención me invita a plantear lo siguiente. En ningún momento de la obra Desdémona ama a Otelo porque sea el más destacado. Al revés. Lo que señaló Gerardo Mastrángelo es muy importante, dice que son sus narraciones, la forma que tiene de hablar Otelo. Y eso es muy distinto, porque ahí no hay nada biológico, ni está la continuidad de la especie en juego. Me parece una condición de amor muy diferente.

Por otro lado, me interesaba una cosa que dijo Graciela. Habló de la precipitación del acto, la precipitación del instante de ver en el instante de concluir sin la intermediación del tiempo de comprender. Pregunto si en esta precipitación no hay algo estructural de los celos. El desencadenamiento de toda la situación celosa se produce cuando Yago le hace notar a Otelo que llega Casio y le plantea qué hará con Desdémona. Es una cuestión que se señala en la paranoia y, en particular, en la celotipia. Habría siempre un núcleo de verdad, lo que señalaba Miguel Ángel en su intervención, la relación ficción verdad. Siempre hay algo de los celos que cuenta con ese núcleo de verdad. En ese sentido quiero evocar la instantaneidad de la mirada, que en la erotomanía tiene un lugar muy importante. Al respecto, recuerdo una historia de McEwan, Amor perdurable, donde la erotomanía es un cruce de miradas en el que encontramos el postulado: él me ama. En ese sentido, los celos tienen algo de esa instantaneidad. Después vienen las argumentaciones, pero primero es un instante más estructural. En esto Shakespeare señala algo más estructural que trasciende al caso particular.

Miriam Chorne

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