A propósito de lo que comenta Silvia, se me ocurre que
el grito de la tía Mila es equivalente a la pulsión. En el psicoanálisis sostenemos
que la pulsión no procede de nuestros más arcaicos orígenes instintivos, todo
lo contrario, procede de la demanda, y es la demanda del Otro la que va pulsionando
nuestro cuerpo y machacándolo. Y la demanda de esta mujer, de la tía Mila, la
expresa perfectamente el autor:
Me parece que es la expresión precisa de la pulsión, de
ese empuje de la pulsión que nunca cesa. La tía Mila ejerce una demanda pulsional
que termina afectando a todos, que sucesivamente van cayendo, destrozando sus
vidas, etc., etc. Todo a la desesperada. La tía Mila es, por tanto, la voz de
la pulsión.
Hay otra forma de decirlo. Este personaje femenino
podemos tomarlo como la encarnación de la voz del superyó, que todo el tiempo empuja
a gozar. Y en esa repetición, el goce es incesante. Lo curioso de Mila es que
para callarla, lo único que se podía hacer era responder a su demanda y
montarle todo el paripé. Pero si respondes a la demanda estás perdido, como
verdaderamente sucede en el relato. El único que tenía una cierta idea era el
personaje de Frank, que enfrentado a la opinión de todos hablaba de internarla,
de alejarse de ella.
Como conclusión, decir que la tía Mila representa la
demanda de una voluntad inquebrantable y brutal.
Rosa López
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