jueves, 11 de septiembre de 2014

Rosa López comenta el relato No solo en Navidad, de Heinrich Böll

A propósito de lo que comenta Silvia, se me ocurre que el grito de la tía Mila es equivalente a la pulsión. En el psicoanálisis sostenemos que la pulsión no procede de nuestros más arcaicos orígenes instintivos, todo lo contrario, procede de la demanda, y es la demanda del Otro la que va pulsionando nuestro cuerpo y machacándolo. Y la demanda de esta mujer, de la tía Mila, la expresa perfectamente el autor:
A pesar de su dulzura, con sus gritos mostraba una inquebrantable voluntad”.

Me parece que es la expresión precisa de la pulsión, de ese empuje de la pulsión que nunca cesa. La tía Mila ejerce una demanda pulsional que termina afectando a todos, que sucesivamente van cayendo, destrozando sus vidas, etc., etc. Todo a la desesperada. La tía Mila es, por tanto, la voz de la pulsión.

Hay otra forma de decirlo. Este personaje femenino podemos tomarlo como la encarnación de la voz del superyó, que todo el tiempo empuja a gozar. Y en esa repetición, el goce es incesante. Lo curioso de Mila es que para callarla, lo único que se podía hacer era responder a su demanda y montarle todo el paripé. Pero si respondes a la demanda estás perdido, como verdaderamente sucede en el relato. El único que tenía una cierta idea era el personaje de Frank, que enfrentado a la opinión de todos hablaba de internarla, de alejarse de ella. 

Como conclusión, decir que la tía Mila representa la demanda de una voluntad inquebrantable y brutal.

Rosa López

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