sábado, 28 de diciembre de 2013

Amistad de Juventud de Alice Munro. Comentario de Beatriz García

Me ha hecho gracia lo que decía Graciela, la perfecta budista. A mí, Flora se me parece a uno de los personajes de Unamuno, La tía tula, mujer que se dedica al cuidado de los hijos de su hermana muerta y del marido, con una tensión evidente entre ambos, y ella diciendo siempre no ante los intentos de su cuñado, enamorado de ella. De manera que acaba arrojando al cuñado en brazos de una sobrina jovencita.

El relato de Munro me gusta mucho. Estamos ante un personaje, el de Flora, del que no se sabe si está situada en esa arrogancia religiosa de la pureza, por encima del sexo. Hace unos días pasaron La tía tula por TV, y en los comentarios intervino una feminista haciendo la lectura de que estábamos ante una mujer liberada que no quería someterse al varón. Es una lectura posible, pero me pareció curioso, porque creo que en la historia de Unamuno hay algo de la represión. Pero también pensé que, en cierto modo, aquí también se podría pensar en una mujer que, aunque todo el mundo pensara que deseaba casarse, quizá no fuese así. O también puede pensarse lo que ya se planteó en la tertulia, que ella se dedica a ver lo que pasa.

En cualquier caso, lo particularmente bueno del relato es que la historia es utilizada por la narradora para hablar de la relación con su madre. Es el juego de un relato dentro de otro con una historia fundamental, la relación que la madre tenía con el sexo, relación que la hija percibe con nitidez. Es la piedra que encuentra en la relación con su madre, ese rechazo del sexo que incomoda a su hija, la narradora.  

Me pareció encontrar una clave del relato en su final. Es cuando se imagina el encuentro con Flora, viviendo una vida distinta, tranquilamente en la ciudad, haciendo cosas. Allí se ve diciéndole a Flora: “yo la conozco”. Es el momento en que Flora la miraría con cierto aburrimiento, como manifestando su cansancio acerca de la idea trasmitida por la madre. A continuación dice: “Por supuesto, es en mi madre en quién estoy pensando”. Y unas líneas más adelante: “Mi madre me sorprendía”.

Estas frases me parecen claves del relato. Ese sería el deseo que contiene el sueño, el deseo de ser sorprendida por una idea distinta de su madre y poder librarse del fardo de una relación problemática con ella. Me recordaba lo que sucede en un psicoanálisis, la idea de que uno tiene los padres que, al fin y al cabo, construyó. Construcción que a la protagonista le pesa, de manera que arrastra el deseo de librarse de esa madre que ella conocía y anhela ser sorprendida por otra madre distinta. Es la clave de mi lectura.


Beatriz García.

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