sábado, 28 de diciembre de 2013

Amistad de Juventud de Alice Munro. Comentario de Silvia Lagouarde

Respecto a la cuestión del Premio Nobel concedido a Alice Munro, me dio una gran alegría saber que se le había concedido a una mujer. A partir de ese momento leí un poco sobre su vida. Y pensé que era increíble cómo una mujer como ella, nacida en una granja perdida de Canadá, con una religión presbiteriana y protestante fortísima, con tres hijos, haciendo pasteles, atendiendo al marido y a los niños, se pusiera a escribir en el tiempo de la siesta. Me pareció admirable e increíble en una mujer sin currículum. Uno está acostumbrado a que los premios Nobel recaigan sobre alguien extraordinario. Y por qué no hacer que todo este esfuerzo, esta tenacidad y esta no resignación tengan su premio.


En sus textos pareciera que habla sobre mujeres resignadas. Pero ella se ha revelado a su destino y ha logrado el Premio Nobel. Y a pesar de que no es Chéjov, se merece el premio Nobel por ser mujer y haber dedicado una vida entera a la escritura con todos los problemas que tuvo que haber sufrido y el miedo que tuvo que haber pasado, pues dice que escribía escondiéndose. Supongo que se arriesgaría a que la gente dijese, que ridícula esta tarada que se dedica a la escritura. Era el concepto que se tenía de las mujeres. Y bueno, haber logrado esta meta y poder decirle a las mujeres, miren, yo con tres hijos, haciendo pasteles, soy un premio Nobel, me parece una buena postura política por parte de la Academia. Por más que pueda ser un poco paternalista, creo realmente que ella ejemplifica a muchas mujeres que no tienen ningún tipo de reconocimiento. En este campo, insisto, creo que es afortunado, por parte de la Academia, haberle otorgado el premio a esta mujer.

Silvia Lagouarde

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