sábado, 28 de diciembre de 2013

Amistad de Juventud de Alice Munro. Comentario de Graciela Amorín

En algún lugar me enteré de que la autora era madre, y escribía en la hora de la siesta, cuando sus hijos dormían. De tal manera, se acostumbró a escribir muchas de manera rápida, y en forma de cuentos cortos. Por otro lado, decían que sus cuentos daban para novelas, pues todo estaba muy resumido. Es decir, en sus relatos pasan muchas cosas y hay muchos detalles en los que hay que detenerse.

En un primer momento pensé que se trataba de una hija que está hablando con una madre. Pero también leí, cuando le dieron el Nobel, que una mujer, al leer sus cuentos, se siente identificada con algún aspecto de los mismos. Algo de ellos toca casi siempre a alguna mujer. Particularmente, el personaje que más me impactó fue Flora, aunque me parece un poco masoquista. La presentan como religiosa, dentro de una religión heredada por la familia, pero al respecto,  ella no hace mostración de nada, no cuenta nada de sí. Todas son suposiciones de los demás. A la maestra le plantea que hiciese lo que quisiera hacer, que ella no tenía que amoldarse a las exigencias de la religión. Entonces, me dio la impresión de una religiosa medio liberal, que no se lo toma muy en serio.  

Por otro lado, en la cuestión de sentirse tocado por algún aspecto del relato, pensé que a esta mujer siempre se le iba creando una situación de las peores de la vida, ser el tercero excluido. Una cosa que remite a tiempos pasados, sin embargo ocurre. Podríamos decir: “Es lo que hay”. Pero sigue adelante, y ese aspecto me pareció admirable. Era una especie de religiosa, compasiva, que no se complicaba la vida aún estando en la posición del tercero excluido. Me pareció algo así como la budista perfecta, es decir, hay lo que hay, y está todo bien. Flora, por tanto, es el personaje que más me impactó en este relato.


Graciela Amorín

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