Sobre
la cuestión del Nobel, en efecto, es una cuestión política. No necesariamente
premia la calidad literaria, ni una buena relación con el lenguaje. Y Alice
Munro, en su biografía, relata que siempre tuvo una relación especial con su
madre, aspecto que se transmite en este cuento. Y si leísteis las crónicas de
estos días, hubo bastante polémica con el tema de por qué no se premia a las
mujeres, que son pocas las que han sido premiadas con el Nobel. Es decir, ya
tocaba, ya era hora de que se eligiese a una mujer. Entonces, no hay que
tomarlo como el Sancta Sanctorum
del quehacer literario, creo que tiene ese uso político
y, según como venga la mano, se puede premiar a un autor alemán, inglés,
norteamericano, sudafricano, etcétera.
Y
en relación a lo que se señalaba, creo también que estamos ante una literatura
menor. Pero lo que realmente me ha sorprendido es cómo desde lo menor, desde lo
inacabado –que habría que ver si es un efecto calculado que tiene la escritora
o no— va aproximándose a las cuestiones que nos suceden a todos. Lo que me tocó
es que, en un momento determinado, uno se pone a pensar en sus propias cosas. Es
el medio decir que, al igual que el curso del sueño, hace pensar en las cosas
que a le suceden a uno. Es el aspecto que me pareció muy interesante del relato.
Ana
Castaño
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