sábado, 28 de diciembre de 2013

Amistad de Juventud de Alice Munro. Comentario de Jesús

En primer lugar quiero decir que esta mujer, Alice Munro, viene de una familia que tenía unos conocimientos. De hecho, ella dice que muchas de sus historias han sido escritas por sus familiares, su padre, su hermana. Parece ser que tenía una fuente de inspiración, por decirlo así, y posiblemente este cuento sea una de esas historias que ella ha cogido de su familia.

Y efectivamente, como tan bien planteaba Gustavo, creo que de ciertas cosas no se habla. Hay una señora en mi pueblo, beata, de la que nos reíamos cuando éramos muy niños. Vestía siempre una falda negra que le llegaba hasta los tobillos, parece que no se la quitó en toda su vida. Iba todos los días a misa, y se encargaba de arreglar y adornar al Santo que se sacaba en procesión. No me imagino a esta señora contándole ciertas cosas a su hermano pequeño, y no me imagino contándole ciertas cosas porque, seguramente, eran cosas que no se podían contar. Por supuesto, no se casó jamás.

Flora me ha recordado mucho a esta señora. Encuentro que en algunas cosas de su vida es admirable. Pero me parece que en la relación con los hombres, no es que elija no tener una relación con ellos. Es una impedida. Sencillamente, no puede. ¿Por qué no puede? Eso no nos lo dice el cuento. Pero es curioso que no haya una conversación de Flora respecto a este Romano de La casa de Bernarda Alba, este Robert. Yo pienso que la autora, sencillamente, lo deja de manera intencionada para que nosotros hagamos el diálogo. Nosotros tenemos que hacer el diálogo con el cuento. No la autora. La autora no nos propone otra cosa que un diálogo con el cuento. Y me parece admirable que la literatura proponga las cosas de tal manera que cada uno pueda hacer su propio diálogo respecto de una determinada escritura.

En este sentido, el autor que nombraba Ignacio Castro, Richard Ford, o este conjunto de escritores del llamado realismo sucio, en realidad, como se nos decía en la anterior tertulia, muestran, no cuentan. Esta mujer tiene un poco de esto, es moderna en ese sentido. Y creo que se gana el Nobel muy merecidamente.

Y es que estamos ante un cuento, desde mi punto de vista, que a la hora de enjuiciarlo hemos de tener en cuenta que está desarrollado en muchísimo tiempo, lo cual permite una narradora omnisciente, y por otro lado, una narradora personal. Son las dos historias de las que llevamos hablando prácticamente todo el tiempo. Y como lo hace con tanto tiempo, resulta que no necesita hablar de cosas de muchísima interioridad. Habla de cosas que han pasado, de manera que es la acción la que está moviendo. No es la psicología interna del vamos a contar lo que pasa por dentro de las personas. Lo que hace es todo lo contrario, contar lo que ha pasado. Flora se va con el caballo, qué guapa estaba, y así prácticamente todo el relato. Excepto al final, cuando ella, que hace de narradora de su propia historia, se mete un poco más en honduras personales e íntimas. Concretamente habla del personaje de Robert, todo el cuento presente pero que no aparece apenas.

En este sentido, creo que utiliza muy bien el tiempo, este juego literario que consiste en mostrar, sencillamente mostrar las cosas. Pero además, las muestra maravillosamente bien, porque sin los cameronianos, desde mi punto de vista, este cuento no tiene sentido. Son ellos los que ponen los límites al conjunto de cosas que pueden pasar. Ponen los límites a la casa, una casa sin electricidad, son los que ponen los limites a lo que se puede hacer, únicamente el domingo se pueden hacer cosas que no sean de trabajo, pero en el resto del tiempo tienes que hacer cosas de trabajo en un plan muy de Séneca, no encuentro exactamente otra palabra.

Quiero decir que esto, Alice Munro lo hace magistralmente bien. No puede contar. Hay cosas de las que no se habla, y en la vida real es así. Pero qué maravilla que no se hablen y, sin embargo, las cosas que aquí, después de un tiempo, hemos hablado y adivinado. Y yo creo que todas estaban en el cuento.

Jesús

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